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Programa anual de educación en la calle con niños y niñas trabajadores II

Casi al final de la estancia, tuvo lugar una de las mejores experiencias que viví en Colombia. La Fundación, puntualmente colabora con el municipio de Santa Cecilia, en Risaralda, y nos propusieron viajar y hacer algunos talleres con los niños y niñas del municipio. Llenas de entusiasmo, hicimos las mochilas, llenas de repelente para los mosquitos y nos subimos al autobús.


El viaje fue muy largo pero las vistas eran maravillosas, poco a poco nos introducíamos más en la selva observando un paisaje salvaje y natural de lo más maravilloso. Sin embargo lo mejor aún no había llegado. La hora de llegada a nuestro destino no era la adecuada para trabajar así que descansamos y comenzamos los talleres al día siguiente. En concreto fueron tres talleres con tres comunidades distintas, dos de ellas indígenas. Cabe destacar que se llevaron a cabo actividades no contempladas en la propuesta de actividades inicial ya que no se tuvo en cuenta distintos factores como la edad de los niños y niñas en su realización. Esto sucedió porque la Fundación no cuenta con diagnósticos ni informes que permitan que no sucedan estas cosas, ya que si se sabe con qué población se va a trabajar se pueden adaptar las actividades para que éstas sean mucho más productivas y fáciles para todos y todas. Si bien es cierto que en el terreno profesional la actividad podía haber sido mucho más mejor, en lo personal fue increíble. Los paisajes eran maravillosos y las personas más aún, nos abrieron las puertas de su comunidad sin ningún reparo.


Al volver de este viaje de ensueño comencé los preparativos para regresar a España, ya solamente quedaba una semana y media y muchos regalos que comprar. El último día de estancia estuvo cargado de drama, no solamente por las despedidas, sino por la posibilidad de que me cancelasen el vuelo por el famoso huracán Irma. Volar por Miami en ciertas fechas puede ser problemático, sin embargo yo tuve suerte y todo quedó en un susto.


Las tres voluntarias y parte del equipo de la Fundación el día de la despedida.

Dicen que al final una siempre se queda con lo bueno, así que a pesar de los momentos de frustración e impotencia por el incumplimiento del Acuerdo, la experiencia ha sido muy buena y todo gracias a la gente que he conocido y sobre todo a los niños y niñas con los que he trabajado.


Universidad de Granada
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