Desde que supe que me venía a un proyecto de cooperación a Bolivia, allá por abril de este mismo año y junto a una de mis mejores amigas, sentía unas ganas inmensas de volver a uno de los países de los que tenía mejor recuerdo de Latinoamérica. Por suerte, hace un par de años recibí una beca Erasmus para vivir y estudiar en Rosario, Argentina, y ya había tenido la oportunidad de conocer de cerca la cultura boliviana en una escapada que hice al altiplano en mayo de 2023. Volver a Bolivia tan seguido se sentía como un golpe de suerte, y desde que llegué a Santa Cruz el pasado 13 de septiembre me he sentido muy afortunada de tener esta oportunidad.
La Fundación Hombres Nuevos es una fundación religiosa que ofrece varios proyectos en la provincia de Santa Cruz, desde comunidades educativas, centros de día, colaboración en formaciones teatrales y orquestas hasta hogares sociales de adolescentes, donde tengo la suerte de poder participar.
Actualmente mi rutina está marcada por la convivencia en el hogar con 11 adolescentes que cuentan con becas de estudio ya que en sus comunidades no hay institutos. Aprendo mucho de la resiliencia y del coraje con el que estas adolescentes enfrentan su vida en el hogar, ya que son muy conscientes de la oportunidad que implica poder tener una educación de calidad en un país como Bolivia, y la aprovechan al máximo estudiando muy duro para poder entrar en un futuro en la universidad. El trabajo que desempeño allí junto a mi compañera es muy diverso, ya que hacemos un acompañamiento tanto escolar, en sus tareas, como educativo, ya que una vez a la semana desarrollamos talleres, y también de ocio y tiempo libre, porque organizamos juegos deportivos, cine o llevamos a cabo todo tipo de actividades lúdicas.
Por otra parte, también tenemos cierta libertad de elección de proyecto dentro de la Fundación, y si queremos probar en otras instituciones alguna semana, podemos ir desempeñando diferentes funciones.

Los fines de semana, convivo con el resto de voluntarias que se encuentran en Santa Cruz de la Sierra en la Ciudad de la Alegría, un hogar en el que también vive una familia que participa en la Fundación. Ellas son un apoyo fundamental. Además, la mayor parte de ellas son chicas que ya conocía de antes en Granada, por lo que desde el primer día la convivencia fue sobre ruedas.
En nuestro primer finde juntas hemos visitado el Parque Nacional de Amboró, una reserva natural en medio de la amazonía boliviana, donde también hemos podido ver de cerca el desastre de las quemas que están sucediendo a lo largo de toda la amazonía latinoamericana.


Es una pena convivir con el humo de los incendios y saber que hay grandes intereses financieros en que toda la fauna y la flora queden arrasadas. También es una pena ver cómo los gobiernos de turno tienen peleas internas que hacen que todos estos desastres naturales queden relegados a un segundo plano, así como otros desajustes que viven las personas del país día a día por la falta de recursos materiales. Cito a continuación una cita célebre de Eduardo Galeano que explica, en parte, la pena y la impotencia que quería reflejar: “Nuestra comarca del mundo, que hoy llamamos América Latina, fue precoz: se especializó en perder (…) Continúa existiendo al servicio de las necesidades ajenas, como fuente y reserva del petróleo y el hierro, el cobre y la carne, las frutas y el café, las materias primas y los alimentos con destinos a los países ricos, que ganan consumiéndolos muchos más de lo que América Latina gana produciéndolos”.
No obstante, también es esperanzador ver cómo existen grupos organizados que se movilizan por todo el país contra estas injusticias y muchas otras, tanto en temas de deforestación como en temas de género, culturales y de soberanía alimentaría. Para mí, algunas de las lecciones principales de estas oportunidades residen en darse cuenta de los privilegios que una tiene por la mera razón de nacer en Europa, y también tener en cuenta que las cotidianidades de nuestras vidas que echamos en falta durante estas estancias, muchas veces, son cosas que estas personas no conocerán durante su juventud.
"Sin bosques ni hay agua, no hay vida, no hay nada"
Desde que estoy en el Departamento de Santa Cruz, cada atardecer refleja en el cielo un espejismo natural de la realidad medioambiental que respira este Estado. Cada tarde se ve a través del humo del ambiente un Sol más rojizo que el día anterior, un Sol más ardiente, más temible y más cercano. Recuerdo mi asombro el primer día, recuerdo quedar fascinada por los colores del cielo y caer en la cuenta más tarde de la atrocidad ecocida que estaba generando esos tonos tan intensos. Lo cierto es que hoy, a 8 de octubre de 2024, ya son más de 10 millones de hectáreas las que han sido y están siendo arrasadas solamente en el Estado Plurinacional de Bolivia, en el corazón de Latinoamérica y de la amazonía. Además , este no es un fenómeno puntual ya que en Bolivia, desde principios del milenio, el promedio anual de quemas es de alrededor de 4 millones de hectáreas.
Como respuesta a esta grave crisis, el gobierno actual de Luis Arce decidió suspender por tiempo indefinido las llamadas “normas incendiarias”, que permitían “quemas controladas” en las propiedades agrícolas y forestales, y que fueron legitimadas durante los gobiernos de Evo Morales. Dichas normas, cómo no, benefician a los poderosos sectores sojeros, cañeros y ganaderos, que operan el llamado “agronegocio” y también a los campesinos migrantes de las tierras altas del altiplano, instalados ahora en tierras bajas. Así, se ha declarado una “pausa ecológica” que ha puesto sobre la mesa que todo fuego es político, así como que todo fuego es sagrado y no debe ser un instrumento de codicia para aumentar las fronteras productivas.
Sin embargo, las quemas en Bolivia están a la orden del día culturalmente hablando. La recogida de basuras en las zonas rurales y urbanas del país es casi inexistente y tanto en ciudades como en pueblos existe la costumbre de quemar los residuos en los patios de las viviendas. Es cierto que esta práctica no es la causa mayor de los incendios forestales, pero es sorprendente cómo las fogatas forman parte del día a día de este pueblo. También es sorprendente saber que en muchos países latinoamericanos, entre ellos este, el cuerpo nacional de bomberos es voluntario, es decir, que quién asume la responsabilidad de las tareas de los incendios es el pueblo, ya que no son vistas por el Estado como una obligación.
En cuanto a la respuesta civil ante estos conflictos, la sociedad boliviana parece muy fragmentada entre quienes apoyan a Arce y quienes apoyan a Evo, estando así bastante atravesada por la vida política y partidaria del momento. Es cierto que también existen grupos organizados fuera del panorama político institucional haciendo ruido, pero son menos numerosos y sus acciones no tienen tanta repercusión. Aún así, llevan a cabo labores sociales, culturales y pedagógicas de gran valor y ver su manera de organizarse frente a los problemas de un Estado convulso hace creer en nuevos paradigmas y formas del buen vivir.
En otro orden de las cosas, la confrontación entre Evo Morales y Luis Arce ha estado en el centro del panorama político de Bolivia en los últimos años y la tensión no ha hecho más que ir en aumento, llegando incluso en las últimas semanas a causar grandes marchas de protesta y heridos en disputas entre los seguidores de ambos políticos. Entre medias de tanto humo, y posicionándose Bolivia entre los diez países más contaminados del momento, pareciera que estos mandatarios estuviesen más interesados en conservar su poder que en poner una solución a la quema de los bosques, su flora y su fauna. Pareciera que estos mandatarios no estuvieran nada conectados con la realidad social que viven los y las bolivianas, ni incluso por el aire que respiran. En definitiva, pareciera que vivieran en su burbuja aislados de los conflictos cotidianos y del rojo abrasador del Sol en cada atardecer.
Está última parte del blog me gustaría empezarla citando un poema de Gloria Fuertes llamado "Todo asusta", ya que ahora que pronto me tendré que despedir y que esto me genera muchas sensaciones en el cuerpo, me doy cuenta de todas las cosas que he aprendido y que dejo en este lugar, aunque me abrume de pronto tener que marchar cuando ya he creado un cierto vínculo con el proyecto y las adolescentes.
"Asusta que la flor se pase pronto.
Asusta querer mucho y que te quieran.
Asusta ver a un niño cara de hombre,
asusta que la noche...
que se tiemble por nada,
que se ría por nada asusta mucho.
Asusta que la paz por los jardines
asome sus orejas de colores,
asusta porque es mayo y es buen tiempo,
asusta por si pasa sobre todo,
asusta lo completo, lo posible,
la demasiada luz, la cobardía,
la gente que se casa, la tormenta,
los aires que se forman y la lluvia.
Los ruidos que en la noche nadie hace
—la silla vacía siempre cruje—,
asusta la maldad y la alegría,
el dolor, la serpiente, el mar, el libro,
asusta ser feliz, asusta el fuego,
sobrecoge la paz, se teme algo,
asusta todo trigo, todo pobre,
lo mejor no sentarse en una silla."
Siento que cada semana en el Hogar Social de Montero ha sido más enriquecedora que la anterior, que mi compañera María y yo hemos ido cogiendo más y más confianza con las adolescentes y que esto nos ha permitido poder hacer todas las actividades más fluidas. Hemos hablado y jugado mucho con ellas, hemos dado talleres, nos hemos acercado a sus vidas conociendo sus situaciones familiares, sus tareas, sus tradiciones, su música... Me pone muy contenta sentir que hemos logrado crear un vínculo con algunas de ellas, que nuestro paso por el hogar les ha sacado un poco de la rutina, que hemos salido a visitar lugares de Santa Cruz que no conocían y que, de alguna manera, les hemos acercado un poco también nuestras vidas, nuestras experiencias y nuestras formas de pensar.
También suelo pensar en el cuidado con el que he intentado acercarme siempre a las vidas de las adolescentes, en lo valioso que ha sido para mí poder conocer la cooperación desde esta beca, en lo valioso que es para ellas estar en el hogar y contar con una beca de estudios... Las paredes del curso donde pasamos las tardes con ellas están ahora mucho más decoradas y coloridas que cuando llegamos, me gusta pensar que esto refleja la dedicación y las ganas con las que hemos trabajado, y también la pequeña huella que hemos podido marcar en cotidianidad de todas estas personas...
Marcho del hogar con mucha pena, porque una vez me he hecho completamente a la rutina y siento valiosa mi labor dentro de la fundación al haber creado un vínculo con las adolescentes me toca decirles adiós. Aún así, me pone muy contenta percibir la fuerza y la resiliencia con la que afrontan sus estudios y las situaciones familiares y relacionales que transitan, desde las enfermedades familiares y cómo conseguir el dinero necesario para pagar los tratamientos y las operaciones hasta conseguir un equilibrio entre vivir sus primeras experiencias románticas y sexuales en un contexto en el que el patriarcado y la desinformación acerca de los métodos anticonceptivos existentes es total. Como dije en otras entradas, llegué a Santa Cruz sin muchas expectativas y sin saber demasiado acerca de la fundación, pero con muchas ganas de ver qué podía ofrecerme y qué podía aportar yo, me voy con un muy buen recuerdo y una muy buena visión de Hombres Nuevos y agarrada de la mano de muchas amistades y anécdotas...
Comments