Una receta gastronómica, histórica y resiliente de Senegal.

El Thiéboudienne, conocido también como "Ceebu jën" en wolof, es el plato emblemático de Senegal, un verdadero símbolo de identidad cultural y de la resiliencia del país, el cuál me ha acompañado durante toda mi estancia de voluntariado.
Su origen se remonta a la ciudad costera de Saint-Louis en el siglo XIX, una región histórica que fue la capital del África occidental francesa y muy cercana a Gandiol, lugar dónde se encuentra la entidad que me acogió, Hahatay. Este plato no es solo el plato nacional, sino una manifestación viva de la historia, la cultura y las resistencias de las comunidades senegalesas frente a la colonización y sus impactos. Este guiso, que combina arroz, pescado y una variedad de verduras y especias locales, es una receta que cuenta como una comunidad ha logrado preservar y transformar su patrimonio en el contexto de las imposiciones coloniales. El origen del Thiéboudienne está profundamente entrelazado con las adaptaciones forzadas que las comunidades africanas tuvieron que hacer durante la colonización, pues el comercio de ingredientes y la gastronomía europea predominaban, obligando a las comunidades locales a reinventar sus tradiciones.
La creación del Thiéboudienne se atribuye a Penda Mbaye, una cocinera de Saint-Louis que, enfrentándose a la escasez de ingredientes importados durante la colonización, desarrolló esta receta utilizando productos locales. El pescado, omnipresente en la dieta costera, se combina con arroz, zanahorias, repollo, yuca, tomates y una mezcla de especias que crean un equilibrio perfecto de sabores. Este plato ha cruzado fronteras y es conocido en gran parte de África occidental, pero su preparación y presentación varían ligeramente según la región, destacando la diversidad cultural del continente.

El Thiéboudienne también es una muestra de la conexión entre la gastronomía y el medio ambiente. Al ser un plato que depende de ingredientes locales, su preparación pone en valor la importancia de los recursos naturales y promueve prácticas sostenibles. En un mundo cada vez más globalizado, este plato es un recordatorio de la riqueza que puede encontrarse en lo local, en lo tradicional, y en el respeto por el entorno. La receta en sí misma es una lección de paciencia y dedicación, ya que cada paso requiere tiempo y cuidado.
Durante mi estancia se celebró la segunda edición de la Semana Culinaria de Saint-Louis, en la cuál 3 chef senegaleses se reunieron en la ciudad para trabajar sobre la codificación del plato nacional. Gracias a este evento descubrí que este plato fue inscrito en la lista del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO en el año 2021. Este logro refuerza la importancia de los conocimientos y prácticas tradicionales en la cocina. Además, la preparación del plato es una actividad profundamente comunitaria, en la que las familias y las comunidades se reúnen para cocinar y compartir, reforzando los lazos sociales y celebrando su patrimonio común.


Más allá de su sabor, es un puente cultural, un plato que une a las personas a través del tiempo y el espacio. Es un elemento central en las celebraciones y reuniones familiares tanto en el país como en la diáspora, una forma de compartir no sólo comida, sino también historias, tradiciones y valores. Además, me gustaría terminar rescatando las palabras de Aliune Badian, crítico de arte y ex-funcionario del Ministerio de la Cultura, en las cuales explica una de las leyes no escritas a la hora de comer el Thiéboudienne:
Al igual que su preparación, su consumo está reglamentado. Primero, se recomienda comer lo que está frente a uno; está mal visto tomar la porción del vecino. Sin embargo, por respeto, tradición y cortesía, a menudo se verá a la cocinera empujar trozos de pescado o verduras hacia las personas mayores o los invitados.


*Más información:
https://youtu.be/QlLxWJcSInw VIDEO UNESCO
https://www.jeuneafrique.com/1094533/societe/serie-le-tieboudiene-plat-de-resistance-et-de-resilience-1-5/ NOTICIA THIEBOUDIENNE
https://www.au-senegal.com/sortie-du-long-metrage-intitule-ceebu-jen-l-art-de-penda-mbaye,16332.html DOCUMENTAL THIEBOUDIENNE
Biennal Dakar 24’: The Wake, L’éveil, Le sillage, Xàll wi.

Cartel oficial de la Biennal de Dakar 2024.
Mi experiencia en la Bienal de Dakar 2024 comenzó con un recorrido por el emblemático Antiguo Palacio de Justicia, un edificio monumental que en esta edición acogía un recorrido escenográfico único diseñado por Salimata Diop, la directora artística de la bienal. Este evento en su 15ava edición, que tuvo lugar entre el 7 de noviembre y el 7 de diciembre, reunió a casi 70 artistas de todo el mundo en su sección oficial y otros tantos en su programa paralelo "off". Tuve la gran suerte de visitar la exposición permanente y acudir a algunos de los eventos enmarcados en la programación de la Bienal, además, es la primera vez que acudo a un evento artístico de tal magnitud. Me contaban que inicialmente estaba planeada para mayo, pero el contexto político y presupuestario obligó a retrasarla. Dakar se transformó en un vibrante epicentro del arte contemporáneo africano.

Lienzo con celebridades africanas y de la diáspora.
Gracias a la entrevista de Laura Feal, periodista e investigadora independiente, a Salimata Diop, he podido conocer un poco más sobre la primera mujer que ha dirigido la Bienal de Dakar. Salimata Diop es la visionaria detrás de esta edición, quien aportó una dirección artística profundamente influenciada por su amplia trayectoria y su sensibilidad interdisciplinaria. Nacida en Dakar, con raíces senegalesas y francesas, Diop se formó en literatura en la Sorbona y en historia del arte en la Universidad de Warwick. Su carrera incluye hitos como la dirección del Africa Centre de Londres, la feria AKAA en París, y la fundación del Museo de la Fotografía de Saint-Louis en Senegal. También es compositora y pianista, y en esta bienal integró la música como un hilo conductor, lo que enriqueció la experiencia sensorial de las exposiciones.
Bajo el tema The Wake: Awakening, Xàll wi', Salimata imaginó un recorrido conceptual que invitaba al público a reflexionar sobre los naufragios simbólicos que enfrenta nuestra sociedad, desde crisis políticas hasta ambientales. Junto con la escenógrafa Clémence Farrell, diseñó un circuito innovador que incluía cuatro capítulos temáticos: Nager dans le sillage (Nadar en el estela), Plonger dans la forêt (Sumergirse en el bosque), Flotter dans le nuage (Flotar en la nube) y Brûler (Arder). Las obras expuestas en estas secciones, muchas de ellas instalaciones inéditas, combinaban lo poético y lo urgente, marcando un tono casi punk que desafiaba la pasividad del espectador.

Entre los aspectos que más me impactaron estuvo la presencia del afrofuturismo, un movimiento que reimagina futuros posibles desde perspectivas africanas. Varias obras exploraron las tensiones entre la tradición y la modernidad, utilizando medios como realidad aumentada, esculturas lumínicas y narrativas transmedia. Además, las conversaciones con artistas y críticos enriquecieron mi entendimiento del rol del arte como herramienta de resistencia y transformación.


Obras digitales de la exposición Afrofuturismos.
La Bienal de Dakar 2024 no fue solo una celebración del arte, sino un espacio de reivindicación y esperanza. Gracias a figuras como Salimata Diop, este evento sigue siendo un hotspot para el arte africano y una plataforma para cuestionar, imaginar y construir futuros. Mi visita no solo me dejó impregnada de arte, sino también inspirada por el compromiso de aquellos que trabajan para mantener este evento como un faro cultural y político en el continente.
*Más información:
https://elpais.com/planeta-futuro/2024-11-30/salimata-diop-directora-de-la-bienal-de-dakar-quiero-que-la-juventud-se-acerque-al-arte-aunque-sea-para-hacerse-selfies.html ARTÍCULO LAURA FEAL
Festival Ecofeminista Kimpa Vita Dakar.

Cartel oficial del Festival Kimpa Vita 2024
La 5ta edición del Festival Kimpa Vita coincidía con la última semana de mi voluntariado en Senegal por lo que aproveché para poder pasarme por este evento. Este año el país elegido cómo epicentro del festival fue Marruecos, por lo que su enfoque ecofeminista y el análisis de este movimiento en el islam en Marruecos resonó profundamente conmigo, no solo por la relevancia de los temas tratados, sino también por cómo dialogan con mi propia herencia araboamazigh. Una de las figuras destacadas en esta edición fue Fátima Al-Fihriya, fundadora de la Universidad Al Quaraouiyine, reconocida como la institución educativa más antigua del mundo. Su historia de dedicación a la educación y a la comunidad la convierte en un símbolo poderoso del impacto de las mujeres africanas en la construcción de sociedades inclusivas y sostenibles.
Kimpa Vita es una plataforma de encuentro e intercambio creada por el Collektif Sankarista, cuyo objetivo es sensibilizar a la sociedad a través de la cultura. Busca crear espacios para la reflexión, la incidencia y el activismo en favor de la igualdad de género y la promoción de las mujeres, siguiendo una perspectiva feminista y eco-responsable en Senegal. Desde 2021, organiza el festival cultural panafricano, feminista y eco-responsable, difunde un pódcast sobre feminismos africanos, realiza proyecciones de películas temáticas y organiza conferencias y debates feministas en el espacio público. A partir de 2023, ha implementado un think tank de investigación y ampliado sus actividades hacia zonas rurales de Senegal, así como en escuelas y universidades.
La programación del festival fue rica y diversa, con paneles, proyecciones y debates que invitaron a reflexionar sobre el papel de las mujeres en contextos islámicos y su lucha por la igualdad. Entre los momentos más significativos para mi estuvo el espacio de lectura dedicado al libro Femmes et Islam de Asma Lamrabet, un texto que aborda la intersección entre género y religión desde una perspectiva crítica e histórica. El libro analiza las contribuciones y desafíos de las mujeres en el islam a lo largo de los siglos, ofreciendo herramientas para comprender mejor las tensiones y oportunidades actuales en la búsqueda de justicia de género. Personalmente, comencé a leer este libro 2 semanas antes del festival, de pura casualidad, fue muy enriquecedor compartir con las participantes nuestras conclusiones sobre algunos textos extraídos del libro. Sin embargo, muchas de nosotras esperábamos el encuentro con la autora y no asistió al festival.

Fotografía libro Islam et Femmes de Asma Lamrabe.
Elena Bougaire y Chloé Ortolé, cofundadoras del festival, han conseguido dinamizar un evento que combina activismo, arte y pensamiento crítico. Las proyecciones de cine, que destacaron el trabajo de cineastas panafricanas, fueron especialmente conmovedoras, subrayando el papel del cine como herramienta para comprender y transformar nuestra realidad. En cada actividad, se percibía un compromiso con la promoción de los derechos de las mujeres y la sostenibilidad, pilares que guían la visión del festival.
El Festival Kimpa Vita es un ejemplo vivo de cómo la cultura puede servir como catalizador para el cambio social, ofreciendo no solo un espacio para el análisis, sino también para la acción colectiva. Participar en esta edición ha sido una experiencia transformadora que reafirma la importancia de iniciativas como esta en la construcción de un futuro más justo y equitativo.

Fotografía Cineforum en Gandiol.
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