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Red de abastecimiento de agua potable en Chota (Perú). Conclusiones sobre nuestra estancia con Haren

Tras haber pasado un mes desde que acabó la experiencia de voluntariado con Haren Alde en Perú, las sensaciones son un poco fuertes al regresar a España. Los estilos de vida entre ambas sociedades son tan diferentes en algunos aspectos y parecidas en otros que hacen plantearse todo el esquema mental que uno tiene construido consigo mismo y hacia la sociedad.

He de reconocer, que las primeras dos semanas fueron duras en cuanto a la adaptación, uno sabe que iba a vivir en un lugar más desfavorecido y con una cultura distinta, la teoría es bonita y comprensible, pero hasta que no llega la práctica y no lo ves, no eres capaz de saber realmente como es. La alimentación de Chota y la higiene en las poblaciones de la provincia fueron al principio los dos choques más importantes, que por supuesto, uno poco a poco va aceptando y adaptándose a esa realidad. El virus con fiebres, escalofríos y diarreas motivo de la alimentación que tuve la primera semana fue un momento de dudas con uno mismo para tirar adelante con ese objetivo que me había marcado de conocer, vivir y ayudar en todo lo posible a la población andina. Sin embargo, la hospitalidad, cercanía y preocupación de los compañeros de Haren Alde hicieron que se superara fácilmente y tuviera ganas de seguir adelante con el proyecto. Las semanas pasaron y finalmente me sentía como uno más en esa pequeña ciudad andina y tener ganas de ayudar con mi trabajo en la ONG.


La falta de infraestructuras y comodidades esenciales en esa zona de los Andes peruanos es muy notoria, tales como el acceso al agua apta para el consumo humano, la higiene o la posibilidad de transportarse y no estar aislado entre distintos puntos de la región. Aun así, los pobladores de Chota y su provincia no saben otra cosa que robarte una sonrisa constante con su hospitalidad desmesurada y su forma de ver la vida afrontando problemas, que, en occidente tenemos superados. Te das cuenta que muchos problemas que tenemos los españoles no son motivo de hundimiento sino de motivación para seguir luchando y de superarse. La fortaleza de los peruanos ante las adversidades me ha servido como una de las lecciones de vida más importantes que he tenido.


Mi valoración de la obra que hace Haren Alde en Chota no puede ser más que positiva, los habitantes de la zona tienen a la institución en muy buena estima, y es que, es las pocas que hace por desarrollar en infraestructuras básicas una región totalmente olvidada por el estado de Perú. El acceso al agua potable, un derecho tan básico e indiscutible, es posible en esa región gracias a Haren Alde. Aun así, hay tantas poblaciones, que es muy difícil abarcar a todas salvo con un trabajo duro y continuado durante décadas. El cariño y cercanía que trasmiten los compañeros que trabajan en Haren Alde Chota hace que las poblaciones más deprimidas de la zona se sientan cómodas con ellos y se pueda abrir un diálogo en el que se planteen soluciones y compromisos por parte de la ONG y las poblaciones.

Mis únicos puntos negativos serían externos a la ONG, como ya he comentado antes, toda esta región necesita mucho por hacer, tales como represas pequeñas para asegurar el agua para la agricultura en épocas de sequía (que cada vez más afectan a esta región peruana), acceso universal a agua clorada y de calidad en todas las comunidades, gestión de residuos de una manera más amigable con el medioambiente (salvo Chota, el resto ni siquiera tiene recogida de basuras), caminos y carreteras que posibiliten el acceso de las poblaciones alejadas a los servicios básicos tales como educación, sanidad o comercio. Y además no todo es infraestructura, también la educación y concienciación en temas medioambientales y en motivar a los propios habitantes de que muchos aspectos están en sus manos, son fundamentales. Pero para todo ello, hace falta más inversión extrajera en este tipo de proyectos para que la ONG pueda acometer todo lo necesario.


Un punto muy destacable fue la búsqueda de la viabilidad de un proyecto en cuanto a que sea sostenido en el tiempo su vida útil. La ONG mismo se encontró con una población (Matibamba) a la cual le había levantado una red de agua pocos meses antes de nuestra llegada, que actualmente se encontraba sin agua de nuevo por culpa de problemas internos entre toda la población el dueño de los terrenos donde se encontraba la captación de agua. Este hombre exigía ahora más dinero de pagado y firmado y había desviado el agua, dejando a toda la población sin ella. Las juntas administradoras de servicios de saneamiento (JASS), son las responsables (por ley peruana) de la administración de sus propias redes, pero me da la sensación que, a pesar de las capacitaciones y el esfuerzo que hace la ONG en formarlos para ello, no sea suficiente. En este caso, la JASS de Matibamba no estaba haciendo nada para solucionarlo, sino esperar a que volviera alguien de la ONG a la población para que les resolviera los problemas. Creo que en cuanto a gestión y capacitaciones la ONG debe hacer mucho más, ya que las poblaciones con las que trabaja en muchas ocasiones no tienen ni intención ni interés luego de gestionar bien una infraestructura. Pero para ello, la ONG necesita más personal y financiación externa. No es una crítica a la ONG, sino a una falta de recursos para poder gestionar y inspeccionar los proyectos una vez levantados de una manera más eficiente y segura.


Mis conclusiones finales son por lo general positivas como he comentado ya unas líneas más arriba, esta experiencia me ha hecho despertar en mí una inquietud más consciente actualmente y la cual, espero poder seguir alimentando ayudando en diferentes proyectos futuros. Por todo esto, agradezco a Haren Alde, a la Universidad de Granada y a la Comunidad de los Agustinos por haberme brindado esta oportunidad de vivir esta experiencia.


Universidad de Granada
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