Al aterrizar en Lima el día 20 de septiembre, nos encontramos en un aeropuerto, como otro cualquiera, es difícil percibir las diferencias en un lugar tan similar en todas partes del mundo. Pero al dirigirnos a la estación de autobuses en taxi, nos percatamos de la locura del tráfico en una enorme ciudad como Lima, que solamente pudo recordarme a otra ciudad de enormes dimensiones como es Estambul. Luego vino un largo viaje de más de mil kilómetros, contemplando hermosos paisajes, hasta la que sería nuestra nueva ciudad de acogida, Arequipa.
Ahí tuvimos nuestro primer contacto con la asociación de acogida CIRCA, en la cual nos brindaron toda atención y apoyo. En el primer día únicamente nos explicaron el funcionamiento de la organización y sus funciones, explicitando que esta consta de 8 sumac wasi (casa bonita en quechua) en la que viven menores en riesgo de exclusión social, y 34 escuelas repartidas por la ciudad. Posteriormente nos dirigimos a la casita de Santa Rosa, donde residiríamos los próximos meses, y así fuimos conociendo a las niñas que ahí viven.
En los siguientes días fuimos familiarizándonos más con el entorno, y ayudando en todo lo que fue posible. Realizamos una excursión a escalar cerca de un río, en la cual disfrutamos todas muchísimo, pero a la hora de adentrarnos en el río sufrí lo que se suele denominar choque cultural, el primero y probablemente más duro durante toda mi estancia. Y es que le río estaba repleto de basura, bolsas y botellas de plástico por todas partes, y las niñas no tenían problema alguno en echar más basura, sin que a nadie de las personas responsables le llamase la atención. Y es que la gestión de residuos es un tema muy joven aún, y queda mucho por trabajar en ese aspecto.
Al día siguiente acudimos a las olimpiadas de las casitas, en las que participaban todas las niñas y niños que residen en las mismas. Con las niñas de Santa Rosa, nos vestimos todas a juego y preparamos un baile. Fue hermoso sentirme tan incluida desde el primer momento, no me queda duda de que son personas con mucho amor que dar, que no juzgan ni discriminan a nadie. Realmente me parece una lección muy importante que aprender, que deben darse buenas bienvenidas a cada persona, dejando que se sientan como en casa, pues así es como nos gustaría ser tratadas.
