ACOES: MECANISMO DE ENGRANAJES
Antes de empezar con mi proyecto quería tener una idea más completa del funcionamiento de ACOES por lo que cada área de la ONG me estuvo explicando cómo se organizaban, cómo se distribuían el trabajo y qué función tenían. Me di cuenta que todo aquello era más complejo de lo que parecía, ya que tiene que cuadrar todo perfectamente para que ACOES siga adelante, alcanzando metas y creando nuevos proyectos. Es como un sistema de engranajes: si una de las ruedas falla eso afecta al resto de ruedas y por tanto al producto final. Es por eso que cada uno de los proyectos de ACOES tiene que tener una buena comunicación y coordinación entre sí y con el resto de los proyectos, para que todo funcione. Lo más sorprendente es que todo eso es llevado por jóvenes de mi generación que aparte de eso llevan sus estudios adelante en el Instituto o la Universidad y hacen las tareas de casa. Entre los proyectos que coordinan está el de Becas, centros de Desarrollo, Fiscalía, Maestro en casa, Escuelas, Centros Infantiles…entre muchos otros.
MI PROYECTO - CENTRO INFANTIL VIRGEN DEL PINO

Antes de ir a Honduras tenía claro que aunque conociera y estuviera de apoyo en otros proyectos, quería realizar yo uno propio centrado en un Centro Infantil de allí. Elegí el centro Virgen del Pino que
está a 15 minutos de la residencia en la que yo vivía y que contaba con tres clases, una con niños/as de 3 años, otra de 4 y otra de 5. Yo estuve trabajando con los más mayores; mi proyecto consistía en la enseñanza de inglés a través del juego. Allí apenas se fomenta el aprendizaje de un idioma extranjero así que pensé que yo era capaz de hacerlo y me puse a ello. Recibí mucho apoyo de las maestras de allí, cosa que me animaba mucho incluso los días que los niños estaban más revoltosos. Empecé por lo básico, enseñándoles a decir “Hello. My name is…” y poco a poco fui añadiendo contenido. Todos los días repasábamos lo de los días anteriores para afianzar los conocimientos y por supuesto, todo lo que les enseñé era jugando: mediante juegos de movimiento, manualidades, canciones, etc. De esta forma aprendieron a un nivel inicial los sentimientos, los números, los colores, los animales, las figuras geométricas y las partes del cuerpo en inglés. Ellos se lo pasaron muy bien y aprendieron mucho, pero yo aprendí más todavía pues cada pequeño/a tenía un mundo de cosas que aportarme.

En mi clase había casi 30 niños/as, de los cuales muchos de ellos tenían problemas familiares y eso se notaba en el aula a través de su comportamiento y pensamiento, por eso dar clase allí era un reto mayor, pero un reto que estaría dispuesta a enfrentar durante el resto de mi vida, pues el cariño que me dieron esos niños/as es algo que me ha dado vida, me ha llenado el corazón.
A parte de las clases de inglés estaba de apoyo allí durante toda la mañana hasta el mediodía; ayudaba a la maestra a revisar las tareas y explicarle a los niños/as cómo debían hacerlas, también los acompañe en las salidas que hicieron, como un día que fuimos a observar y coger insectos. Poco antes del mediodía les servían el almuerzo y yo comía con ellos, especialmente al lado de una niña que nunca quería comer, pero cuando estaba a mi lado sí que lo hacía.
Cuando me dieron la beca, encontré un vuelo bastante barato, por lo que sabía que parte del dinero lo podía invertir en materiales y así hice; compré lápices, gomas, sacapuntas, rotuladores, ceras, lápices de colores, etc. para los niños/as de allí y he de decir que no me arrepiento de eso pues eran materiales imprescindibles en un Centro Infantil y que escaseaban.
