Sería imposible describir e incluso contar todo lo que hemos vivido en este mes en Bolivia. Ha sido un mes para descubrir, para mirar más allá, para creer, para pensar; un mes, de esos que pasan muy rápido, pero que lo cambian todo.
Nuestra primera semana en Bolivia fue en Kami, un pueblo minero, donde apenas hay agua, ni luz. Allí, las religiosas del Jesús María tienen un internado, en el cual los/as niños/as pasan la semana de lunes a viernes. Nuestra tarea en el internado era el apoyo escolar, tanto por las mañanas como por las tardes. En Kami, un pueblo al que para llegar supone todo un reto y en el cual te expones bastante debido a los caminos para acceder a él, conocimos una realidad totalmente distinta a la que estamos acostumbradas y conocimos a personas que siempre estarán en nuestro corazón.

Las siguientes semanas las pasamos en Arani, donde se encontraba la casa hogar de las religiosas del Jesús María, y donde pudimos hacer de todo; desde pintar y lijar hasta hacer talleres y charlas, siempre respaldadas por las responsables, que nos dieron mucha libertad a la hora de poder hacer todas las actividades que propusimos. En Arani, vivimos en una burbuja de felicidad, donde el cariño, los abrazos, los besos estaban siempre patentes. Un hogar lleno de amor y de amistad en el que encajamos perfectamente y donde nos hubiera encantado quedarnos para siempre.

Bolivia nos ha enseñado a ver la vida como si estuviéramos en un semáforo en verde, que te invita a cruzar sin miedo, a querer estar en el otro lado, que te crea consciencia de donde estás y donde quieres ir, que te invita a involucrarte con el mundo. Bolivia ha creado en nosotras un vínculo de responsabilidad social que ya no se va a poder romper jamás.

Llegas con tantas ganas de dar, que al final lo único que haces es recibir.
Tantas ganas de descubrir cosas nuevas, que al final lo que haces es conocerte mejor a ti mismo.
Tantas ganas de explorar lugares nuevos, que al final no sabes cómo; pero son ellos los que llegan a ti.
Tantas ganas de estar allí, que al final te podrías quedar para siempre.
Tantas ganas de aprender, que al final te reinventas a ti mismo.