Cuando me preguntan sobre mi experiencia de voluntariado en Senegal, rara vez, me siento cómoda hablando de ello. No porque haya sido una mala experiencia, al contrario, es una de las experiencias más enriquecedora y feliz que he tenido nunca. Lo que me hace difícil hablar de mi experiencia es que siento que por más que cuente lo vivido allí nunca llegaré a transmitir todo lo que supone. Creo que, salvo que tú mismo vivas la experiencia, difícilmente alguien podrá entender el calado que tiene cada pequeña cosa, cómo cada pequeña situación o vivencia, que podría parecer insignificante, se vuelve en algo intenso cuando estas allí.
Mi voluntariado lo realicé con la ONG Edukaolack, fundada por el sueño de un senegalés que cuando era niño, tuvo la oportunidad de beneficiarse de otras asociaciones con las mismas características, y quiso poder ofrecer lo mismo a las nuevas generaciones. No conocía mucho de esta ONG, pero he de decir que no solo he vivido junto a ellos una autentica experiencia senegalesa, en primera línea de la realidad del país (he dormido con ratones, sapos y he llegado a dudar donde terminaba la arena y comenzaba mi cuerpo, y he pasado más días a oscuras que con luz), si no que durante el mes que pasé junto a todas las personas voluntarias (locales y españoles) encontré una autentica familia con la que hacer frente una situación bastante difícil.

Edukaolack realiza actividades de diverso tipo atendiendo a las necesidades que presente el pueblo (construcción, enfermería, oftalmología, actividades para niños, enseñanza, reciclaje y concienciación…). Pero también ofrece la oportunidad de presentar tu propio proyecto siempre y cuando se ajuste a las necesidades patentes (registro de nacimiento de los niños). Además, organiza múltiples actividades y experiencias tradicionales para que las personas voluntarias no solo vayan a echar una mano, si no que ellas mismas puedan aprender y vivir esta bonita cultura.
Sin duda, la experiencia que más me ha marcado en mi estancia fue que a la segunda semana como voluntaria fui trasladada al hospital local para ser operada de apendicitis. Debido a las condiciones y los medios fue un proceso largo y difícil, pero me ha permitido ver de primera mano las condiciones institucionales a las que hace frente la sanidad en Senegal (creo que tampoco sería capaz de explicar la impresión que me lleve de todo lo vivido por esto).
No solo fue dura la estancia en el hospital, también fue dura la vuelta a la ONG porque perdí mucho peso y movilidad tenía poca, pero gracias a mis compañeros y los senegaleses, que habré visto en mi vida poca gente más amable e implicada, mis ánimos por ayudar en la medida de la posible nunca bajaron y tuve fuerzas para no abandonar mi voluntariado antes de tiempo.
Senegal es el país de la Teranga (hospitalidad), un país que me ha enseñado la importancia de trabajar en equipo, que pocas situaciones no son llevables, que se puede ser feliz con poco, que cada momento puede ser único, que siempre hay cerca quien te echará una mano, la importancia de estar agradecido, la necesidad de ser flexible, de ser empático, y que completos desconocidos pueden volverse una familia.
Este voluntariado ha sido la mejor experiencia que he vivido pese a todas las dificultades que encontré, y por ello a todo el que pueda estar interesado en aventurarse en algo como esto solo puedo decirle que no se lo piense. Porque esta experiencia no solo será única, de las pocas que marcan en la vida de una forma u otra, si no que sin duda será la mejor decisión que hayas podido tomar.
