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Voluntariado de intervención social en el Callao, Lima, Perú. ONG: FUNDACIÓN COPRODELI


Animación clown sobre inteligencia emocional. Barrio Sarita Colonia, Callao, Perú.

Cada vez que hago memoria para integrar en mi todo lo aprendido durante el voluntariado, numerosas imágenes de mi misma y de lo que me rodeaba me vienen a la mente, y me recuerdan que la cooperación al desarrollo para mí, ha sido observar y estar, siendo nosotras mismas y aportando nuestras ganas e historias, pero sobre todo ha sido aprender a escuchar, escuchar las realidades en las que intervenimos, las realidades donde se trabaja y donde hay personas (voluntarios, locales, profesionales…) que diariamente, luchan por llenar de sonrisas, luz y vida los espacios grises y vacíos. Ha sido una experiencia muy rápida pero muy intensa de aprendizaje.


A mi llegada al Callao, la carrera a toda velocidad por conocer el contexto, moverme en él e identificar allí donde tiene cabida mi presencia y acciones fue lo más difícil. Los espacios donde me movía están llenos de potencialidades, lo que los hace fuente de puro desarrollo. Conocer tantas historias, grupos, contextos en poco tiempo fue complicado, y establecer un modo de acción que se adaptara a las necesidades y a nuestra tarea era realmente difícil. El objetivo que la ONG del terreno nos establecía era acercar los Derechos Humanos y de la Infancia a los niños y niñas del Callao, población considerada en riesgo por las amenazas y situaciones estructurales conflictivas que existen en el contexto cercano. Pero mi primer aprendizaje, al conocer todo el mundo de intervención de la ONG Coprodeli y permitirme hacerlo, fue lo siguiente: INVOLÚCRATE ALLÁ DONDE TE DEN UN ESPACIO Y TE MUEVAN LAS GANAS, YA QUE NUESTRA MERA PRESENCIA Y PARTICIPACIÓN ES SIEMPRE MÁS QUE LA AUSENCIA DE ACCIÓN.


Aunque mi proyecto era sólo enfocado a los niños y niñas en riesgo del Callao, la ONG nos abrió todos sus recursos para que decidiéramos dónde queríamos situarnos. Así, comencé a intervenir en el Centro de Salud Mental de Gambetta, un barrio del Callao con una situación estructural muy difícil.


Barrio de Gambetta. A la derecha, Centro de Salud Mental “San Juan de Dios”, de COPRODELI


Todo lo que realicé allí fue en coordinación con el psicólogo que trabaja en ese grupo. Un grupo con numerosos diagnósticos diferentes, situaciones y procesos totalmente diferentes, unidos en un mismo espacio donde compartir, aprender, alimentarse y mejorar su calidad de vida. Es un espacio en pleno desarrollo, donde queda mucho por avanzar para poder atender con calidad y de forma personal a cada integrante, pero que, uniendo fuerzas, se convierte en un espacio donde con muy poco, se hacen cosas muy grandes. Talleres, actividades, salidas y experiencias adaptadas, donde cada persona que integrábamos el Centro poníamos todo nuestro amor para llevarlo a cabo. Esta experiencia, corta e intensa, también me sirvió para dar un punto de vista externo, para procesos de evaluación para mejorar los servicios que ofrece la ONG.


Actividad realizada en el Centro de Salud Mental “San Juan de Dios” de Gambetta (Callao, Perú)


En relación al proyecto oficial, la intervención con niños y niñas en riesgo del Callao, tengo que decir que mi mayor aprendizaje ha sido el pensar y repensar la infancia desde otras perspectivas y el aprender a trabajar desde el propio interés de los grupos donde intervenimos, para así aumentar su motivación y experiencia vivencial. La proactividad en este proyecto ha sido una habilidad clave, ya que aunque fuera un proceso acompañado, tenía que tomar decisiones por mi misma para llevar a cabo el objetivo de realizar los talleres. Aunque numerosas ideas me venían a la mente, eran muy difícil de aplicar, debido a que apenas me daba el tiempo para conocer cómo se movía lo que me rodeaba y sobre todo, cuáles eran las motivaciones y el interés de los grupos para trabajar desde ahí, ya que nuestra postura era clave e independiente en la impartición de talleres.


De manera personal, estoy en desacuerdo con la idea de trabajar en grupo sin conocer a éste. Necesitamos una cosmovisión para poder actuar de manera ética, adaptada y fundamentada, y para ello necesitamos tiempo. En este sentido, he tenido que sacar una habilidad que no conocía de moverme rápido por el terreno para conocerlo. Trabajar los derechos es hermoso, pero si la parte vivencial no se puede llevar a cabo, corremos el riesgo de que se pierda el valor y el significado de éstos y sean solo palabras. Así, amparada por numerosos recursos y apoyo moral de la ONG, hice un pequeño estudio del contexto donde más se necesitaba mi apoyo, coordinando con profesores y profesionales, y llevé talleres sobre derechos desde una perspectiva del teatro y el juego.


Después de unas semanas, cuando fui conociendo más el contexto, comencé a darme cuenta de la importancia de la educación emocional en esas aulas, y quise traer algo diferente. Algo que me llenó el corazón y trajo sonrisas al colegio y a los Centros de Acción Externa del Callao. Reciclando experiencias pasadas como animadora, rescaté aprendizajes y creé una pequeña animación clown titulada “El gran mundo de mis emociones”, combinando educación emocional y en derechos, garantizando y acercando de manera vivencial uno de los derechos fundamentales de la infancia: el derecho a ser feliz. Es un hecho que el desarrollo adecuado de las capacidades emocionales y el conocimiento de los niños y niñas como seres emocionales produce un aumento de la motivación, la curiosidad y las ganas de aprender, mejorando sus capacidades de autocontrol, comunicación, cooperación y gestión de conflictos, además de para afrontar los retos que la vida les presente de una manera más integrada y, sobre todo, resiliente.


Animación clown sobre inteligencia emocional. Barrio Sarita Colonia, Callao, Perú.


Aunque mi tiempo de estancia ha sido corto, esta experiencia me ha servido para adquirir habilidades proactivas para la intervención, así como un empujón a tomar confianza para dar forma y poner en marcha pequeñas ideas propias, que me han enseñado que cada persona tenemos un mundo interior dentro, sin depender de edad, género, etnia o religión, y que basándonos en el respeto y en la cooperación, entre todos y todas, transformaremos el mundo.


Animación clown sobre inteligencia emocional. Barrio Sarita Colonia, Callao, Perú.



Universidad de Granada
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