Conocí este centro buscando información sobre la etnia matrilineal Makua que vive en el norte de Mozambique. Conseguí ponerme en contacto por medio del e-mail con el responsable del Centro y comenzamos a hablar. De manera que él me invitó a ir a conocerles y participar de las actividades que se realizan. En la misma época me enteré de que el CICODE dispone de ayudas para hacer voluntariado en diferentes lugares del mundo y vi que sería una buena oportunidad también para crear lazos en esta región de Mozambique tan aislada, a la cual no llega casi ninguna ONG. Durante este proceso, además de conocer la labor que hace el CICODE, participé del curso de formación que nos proporcionó claves fundamentales sobre cuál es nuestra labor como voluntarias, cómo podemos participar, cómo debemos comportarnos, etc. La preparación previa es fundamental. En mi caso, sabía muy poco de lo que encontraría, sólo que la última carretera visible en un mapa acababa a 150 km de mi destino. Afortunadamente desde el Centro programaron mi llegada y fueron a buscarme en coche al aeropuerto más cercano a 500 km de Maúa.
Maúa es un pequeño distrito, cuyo pueblo principal se llama Maúa también, al norte de la provincia de Niassa. Está en medio de un gran bosque entre arboles y “capim” en las áreas desbravadas para el cultivo. Al rededor de Maúa hay comunidades que están relativamente distantes, pero el centro administrativo y escolar se encuentra en Maúa.
El Centro de Investigación Makua Xirima tiene varias líneas de trabajo, las principales son: en primer lugar centro de acogida u “hogares” para adolescentes que estudian la escuela secundaria. Como sólo hay escuela secundaria en la capital del distrito, todas las personas que viven en las comunidades y que quieren/pueden estudiar en la escuela secundaria necesitan vivir fuera de sus casas para poder frecuentarla. Hay dos “lares” (en portugués) uno de chicas y otro de chicos. En total son más de 70 adolescentes, cerca de 20 chicas y 50 chicos. Aquí ya se puede ver la gran diferencia que hay entre el acceso a la educación de chicos y chicas. Además de eso, las chicas son sometidas a diferentes presiones, principalmente sexuales por parte del profesorado de la institución pública que lleva a sucesivas demandas y amenazas por parte el Centro para que las chicas no se vean obligadas a mantener relaciones. Relacionado a esta cuestión también se destaca la labor de intentar contener el aumento de las mujeres que se dedican a la prostitución. El aumento de la renta de los hombres mediante la venta del tabaco que cultivan está teniendo como consecuencias principales el alcoholismo y el aumento de la prostitución (aunque no se explicite como tal). Una de las preocupaciones principales del Centro es la prevención del embarazo de estas jóvenes, que suele tener como consecuencia el abandono de los estudios, o que no se hagan prostitutas. En relación a esto, dentro del centro, se planifican actividades dirigidas a las chicas para evitar de que se vean atrapadas en esta dinámica y se las procura mantener ocupadas y se les corta el acceso al “mercado”, principal área de prostitución. Así pues, durante el periodo que estuve allí di clases de refuerzo de inglés y portugués para las chicas y chicos de los lares. Inglés es una asignatura obligatoria que tienen en el colegio pero nadie habla nada. Portugués principalmente trabajábamos comprensión lectora y vocabulario. Además de eso solía acompañar a las chicas en las otras horas que aprendían a coser y aprendí a coser a máquina (un poco) y les enseñé a hacer pulseras de macramé con el material que tenían allí. Además de eso hay un grupo de teatro abierto a todxs lxs jóvenes de Maúa y equipos de fútbol tanto femeninos como masculinos.
En segundo lugar, además de las actividades para jóvenes, otra de las funciones principales del Centro es el curso semanal de alfabetización para madres. Este curso esta dirigido principalmente a las mujeres que viven en comunidades fuera de Maúa y que se desplazan a pie entre 10-50 km para poder asistir al curso. Éste se realiza durante una semana al mes y las madres duermen en el “lar” de las chicas. Por las mañanas se hace el curso de alfabetización en Makua a cargo de 3 monitoras que les enseñan a leer, escribir, sumar y restar. Depende del trabajo que haya en la machamba (terreno de cultivo de autosubsistencia) vienen entre 50-100 mujeres con lxs bebés que todavía toman el pecho. Por las tardes se aprende a coser a mano y a máquina. También se proporciona una máquina de coser en cada comunidad. Esta semana, no sólo es un espacio de encuentro y de descanso para ellas sino que, también es una liberación de las cargas cotidianas, por las noches cantan y bailan hasta tarde. Durante este tiempo también se hacen talleres de puesta en común de conocimientos y medicamentos naturales para diferentes enfermedades puesto que, el servicio de salud no llega a las comunidades. Participé de estas puestas en común con ayuda de una de las monitoras que me traducía del portugués as makua y pude aportar mi granito de arena. Expliqué cómo hacer suero fisiológico y lavar heridas, como hacer el tratamiento contra parásitos intestinales con ajo y como curar la tiña (unos hongos de la piel que están extendidos en la población) a base de ajo y limón.

El tercer y último lugar, el Centro tiene una activa labor de traducción de textos makua/portugués/makua (en la cual no pude participar) así como documentación de la memoria oral Makua (en la que pude trabajar un poco). Debido a los cambios que se están dando por causa de la globalización cada vez la memoria oral del pueblo se transforma más. Durante el tiempo que estuve allí procuré rescatar la voz de las mujeres en lo relacionado a la maternidad y menstruación con la ayuda de Mariana, una mujer que habla makua y portugués, y me ayudó a conversar con algunas de las mujeres más mayores que me explicaron partes de sus conocimientos. El material lo puse a disposición de Centro de Investigación. Mi aportación como antropóloga al Centro se basó más en un aporte teórico crítico de análisis del material que ya habían recogido. La labor del Centro es fundamental para rescatar toda la tradición oral Makua y darle el contexto y relevancia que merece como una de las culturas más antiguas y con escasa interferencia colonial que ha habido.
La experiencia fue increíble de muchas maneras. Creo que cada experiencia es un mundo porque cada persona va a un lugar distinto y vive unas cosas diferentes. Lo que más me ayudó fue escuchar las experiencias de otras personas que habían ido en años anteriores en el curso de preparación. Este es un trocito de la mía. Hay experiencias con más o menos carga de trabajo pero lo importante es tener siempre presente que es un intercambio de “dones” lo que recibimos. Recibirnos es también un trabajo que hacen las organizaciones desde el cariño, cuidado y ganas de conocer y compartir. Durante las 8 semanas que estuve allí aproveché al máximo para colaborar en todo lo que yo pudiese aportar, de todas las maneras posibles y de la misma manera que yo me esforcé por conocer, escuchar y trabajar, las personas respondieron recíprocamente. Eso es lo más importante y precioso de esta experiencia, ir con el corazón abierto para dejarte atravesar por una cultura, unas personas, una realidad social y vital muy diferentes, llena de dificultades pero también llena de compromiso y solidaridad de unas personas con otras.