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¿Cuál es mi responsabilidad ahora?

Eduardo Galeano dice: “Y hoy, más que nunca, es preciso soñar. Soñar, juntos, sueños que se desensueñen y en materia mortal encarnen”. En Colombia se sueña, se lucha, se trabaja por un fin. Colombia es su gente, su historia, su esperanza.


Durante dos meses, hemos sido participes de una sociedad desigual, con diferencias e injusticias sufridas día a día por la población. El más rico norte; el más pobre sur, plasmado a la perfección en una sola ciudad: Bogotá.


Esta experiencia comenzaba al sur de esta ciudad, en la zona llamada Ciudad Bolivar. La llegada a un país como Colombia no es fácil. Aunque nuestra predisposición era bastante buena y neutral, es inevitable caer en ocasiones en los falsos mitos que nos “bombardean” sobre este país. Violencia, drogas, armas, robos, secuestros y una interminable lista de palabras negativas se vienen a la cabeza de quienes te rodean cuando das a conocer tu próximo destino. Todo comienza con la frase: me voy a Colombia. Todo son caras asustadas, lamentos, advertencias... Pero nadie habla de la vida, de la energía que se respira, de la esperanza y la lucha que se siente, de la fuerza de los movimientos sociales y la implicación para la mejora de las situaciones más adversas.



La Fundación Creciendo Unidos hace un trabajo crucial para el futuro de las niñas, niños y jóvenes de Colombia. En el barrio de Caracolí (Ciudad Bolivar) se viven situaciones extremas. Se respira historia, se observa la naturalidad de la violencia, pero también se escuchan sueños, objetivos de vida, ganas de cambio y esperanza. Durante el tiempo de voluntariado he tenido la oportunidad de conocer de primera mano la situación de estos sectores populares de la ciudad de Bogotá; algo de lo que tanto se habla fuera de sus fronteras, pero tan desconocida y equívoca es la imagen plasmada. El trabajo con las niñas, niños y jóvenes es muy enriquecedor, y la insuficiencia de apoyo para recursos tanto humanos como económicos a la fundación, hace del trabajo de las personas voluntarias, algo imprescindible y valioso. Este era un de mis mayores miedos antes de llegar al terreno: ser un estorbo para el trabajo diario de la fundación. Resultó no ser así, viéndose los frutos de nuestro trabajo al hacer balance final de trabajo.



Terminó esta experiencia, que me ha permitido aprender desde el primer momento. Me traigo buenos recuerdos, malos, aprendizajes, valores, técnicas, experiencia, etc. En Colombia se respira lucha, ansias de justicia, fuerza... Lo más importante que traigo, es una RESPONSABILIDAD. Ahora, es mi responsabilidad hablar, contar lo que vi, eliminar esa única visión negativa que cruza las fronteras de Colombia hacia fuera. Ha sido maravilloso conocer este país, y descubrir su realidad de la mano de las más bellas personas que habitan este lugar.



Esta responsabilidad de la que hablo es bidireccional. Y es que al hablar de España o Europa, incluso allá piensan que es algo mejor, algo superior y esto es totalmente falso; una creencia sin fundamento. El trabajo que se desarrolla, las organizaciones, los estudios, etc. tienen un alto nivel muy poco reconocido frente a la palabra “Europa”. Es también responsabilidad nuestra eliminar esas barreras creadas para separarnos. Nos queda mucho de aprender, es hora de romper las barreras y conocernos para conseguir un buen aprendizaje tanto profesional como de la vida.


Animo a cualquier personas que se plantee la opción de participar de programas de voluntariado. No hay nada más real que ver la realidad de primera mano. Podemos leer, informarnos, acudir a eventos, charlas, etc. pero nunca conoceremos la verdadera realidad si no es desde dentro.

Universidad de Granada
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