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Memorias desde La Habana. Día 2

Día 2. A 11.09. Clases de economía para andar por la calle.

No sé si confiar en la rotundidad con la que se me presenta este pensamiento; a pesar de ello, lo enuncio. Dice así: siempre ha habido clases (de lo que se sigue: y las seguirá habiendo). Mira quién habla. Un extranjero europeo, universitario y blanco. Sin embargo, esto le da la razón al pensamiento, a la vez que le confiere a la razón una ironía demasiado cruel. La Habana, centro neurálgico de Cuba, es una provincia que recibe sus rentas principalmente del turismo; es la más pequeña de las catorce provincias del territorio cubano, a la vez que la más poblada. Es este recibimiento de moneda extranjera lo que permite a Cuba salir al mercado internacional, vaya, el poco al que tiene acceso debido al bloqueo comercial que sitia la isla, para poder abastecerse con lo estrictamente necesario.


En Cuba existen dos monedas, producto de una obra de ingeniería económica a la altura de los mejores negocios: sencilla pero efectiva, rotundamente operativa a las necesidades del momento y que, más tarde, se sostiene gracias a la inercia de las cosas y al ingenio de quienes las mantienen. La obra consiste en lo siguiente, obvio, explicado de forma sintética por una persona que ni es cubana ni tiene formación en economía: actualmente existen tanto el peso cubano o moneda nacional (cup en adelante) como el peso convertible o dólar (cuc, en adelante). El mercado internacional funciona en dólares, es la moneda que mensura los intercambios comerciales; la economía norteamericana ocupa el lugar que dejó el ya pasado patrón oro: es el valor de referencia. Antes, la salud o la potencia de una moneda nacional venía respalda por las reservas de oro de las que dispusiera tal país. Se podía imprimir y poner en circulación tanta moneda como subdivisiones admitiera dicha cantidad de oro; éste era el valor de referencia y se consideraba estático, no susceptible a fluctuaciones. Con una cantidad de oro X, a más cantidad de moneda, menor era su valor: más fácil resultaba vender y más complejo era comprar.


Sin embargo, cuando el volumen económico internacional sobrepasó con mucho las reservas de oro de las que disponían los estados, junto con el desastre, también económico, de la primera o segunda guerra mundial -ahora mismo no recuerdo bien cuál- la economía estadounidense y el dólar ocuparon el lugar central del orden económico mundial. De ahora en adelante la potencia económica de un estado dependería de la confianza (un valor casi tan ficticio como el del oro) que se atribuía a la economía de tal país, y la confianza se derivaba de la salud que presentaba dicha economía atendiendo a una serie de indicadores (inflación, producción, volumen y balanza comercial –importaciones y exportaciones-, liquidez y endeudamiento, PIB, etc). Bien, al ser Cuba uno de los enemigos públicos número uno de los Estados Unidos desde la caída del bloque soviético y siendo los Estados Unidos el que parte el bacalao en el orden internacional, ¿qué confianza se le iba a dar a la economía cubana? A ello hay que sumarle las obvias limitaciones de cualquier isla en lo que a la obtención de materia prima se refiere.


Así pues, no es de extrañar que el peso cubano o cup no valga nada en el mercado internacional, lo cual implica la imposibilidad de comprar con el peso dólares, para poder jugar al juego del comercio internacional. Así que la estrategia del Estado residía en retener la mayor cantidad de divisas extranjera que entrara en el territorio por vía del turismo y que estas divisas no las almacenara la población, pues así el Estado podía salir a comprar al mercado con moneda extranjera que sí gozaba de la confianza internacional necesaria para poder comerciar con ella, por lo que se inventaron el cuc o el peso convertible, que equivale 1 a 1 con el dólar estadounidense. Así, cuando uno entra a Cuba a de cambiar sus monedas por cuc, que es la moneda con la que va a funcionar en su cotidianidad junto con el peso cuc, dependiendo del tipo de producto o servicio que vaya a comprar y el acento cubano o extranjero que le delate como turista o residente, pues 1 peso convertible equivale a 24 pesos cubanos, 25 centavos cuc (o 0’25 cuc) equivale a 6 pesos, es decir, el cuc vale más y es el que la población intenta retener cuanto puede. Recuerdo que, en Marruecos, podía pagar con dírham, la moneda nacional de allá, pero los euros y las libras inglesas también eran bien recibidas. Aquí, por el contrario, la moneda oficial que funciona como funcionaría la moneda extranjera en países como el ya citado, es el peso cubano convertible.




Universidad de Granada
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