top of page

Distintas palabras para una misma ilusión: que tu futuro no esté marcado por el lugar en el que nace

Nos pide Laura, nuestra compañera del CICODE, que escribamos algunas líneas sobre nuestra experiencia como voluntarios internacionales. Tanto el antes, como el durante, como el después. Pues allá va, Laura; espero no enrollarme mucho y no ponerme más sentimental de la cuenta. Soy por naturaleza melancólico y al pensar en lo que viví en Cusco no puedo evitar que se me escape una sonrisilla.


Empecemos presentándome y por el antes del voluntariado. Yo soy Álvaro, recién graduado en Ciencias Políticas por nuestra Universidad de Granada. Gracias al CICODE, pude volar allá por principios de julio hasta Cusco (Perú), donde me esperaban los compañeros de Guaman Poma de Ayala, mi ONG de acogida. Pero esto fue por julio. Ya desde mayo, cuando me comunicaron que me habían concedido una beca para hacer el voluntariado, se sucedieron muchos “calentaderos de cabeza” sobre el vuelo, las maletas, la ropa, la moneda…


Primero, ponernos de acuerdo algunos de los que trabajaríamos en Cusco para fijar un día en el que volar y que para pagar el vuelo no tuviéramos que vender un riñón. Segundo, la eterna duda de si llevarme o no una maleta para facturar. Eldi, la responsable del proyecto en Cusco, me dice que hace en el mismo día mucho frío (de chaquetón gordo) y mucho calor (de camiseta de manga corta). ¡Cómo va ser eso, Eldi! ¡O hace mucho frío o hace mucho calor! Me retraté nada más llegar. Eldi llevaba razón y la altura a la que se encuentra Cusco hace que pasemos de estar helados a las 9 de la mañana a tener muchísimo calor pleno sol de las 2 de la tarde. Tercero, que si llevarnos euros en metálico, que si cambiar dinero antes, que mirar qué tarjeta de débito usar, que si la comisión del banco… Madre mía, qué de cosas. Y todo eso sin mencionar la que teníamos que formar para alquilar una casa en la que dormir nada más llegar desde el otro hemisferio. Poquito a poco fuimos cerrando frentes. No sin acordarnos de las familias de más de uno, lo conseguimos, llegamos a Cusco sanos y salvos con un techo en el que dormir y con ropa suficiente como para no pasar demasiado frío.


Pasemos ahora a lo más interesante, el durante. Como decía, mi voluntariado se fraguó en la ONG Guaman Poma de Ayala. Dentro de ella, existen en la práctica dos grandes áreas de trabajo: los de Hábitat y los de Escuela de Gobernabilidad. A mí, por mi formación, me tocó aportar en la segunda. Es difícil de explicar cuál es la labor de Escuela si no se conoce un poquillo la ciencia política. De manera muy simple: tenemos que partir de que en Perú la mayoría de empleados públicos, funcionarios grosso modo, no acceden al cargo por oposición, sino por una contratación mucho más discrecional que la de un examen o un estricto concurso de méritos. Esto configura en la gran mayoría de casos unas instituciones públicas con funcionarios poco conocedores del Derecho, las Ciencias Políticas (gestión pública, políticas públicas basadas en la evidencia científica, comunicación política, filosofía política…) y la Economía. Este problema se acentúa en las instituciones del ámbito local.

Sabido esto, la función que actualmente realiza la Escuela de Gobernabilidad en el marco del proyecto financiado por la Agencia Andaluza de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AACID) es la siguiente. Por un lado, en relación con los funcionarios locales: 1) una parte práctica, pues los asesora sobre cómo aplicar nuevas herramientas de gestión pública, centrándose sobre todo en la planificación estratégica y 2) una parte teórica, pues los forma (“capacita”, en palabras peruanas) en la doctrina vigente del Derecho, las Ciencias Políticas y la Economía. Por otro lado, en relación con la sociedad civil: 1) asesora y forma a los grupos sociales vulnerables que son objeto de los programas sociales del país sobre el funcionamiento de estos y sus propios derechos como ciudadanos y 2) asesora y forma a las organizaciones sociales que presionan y/o colaboran con las instituciones para una realización plena de los derechos sociales, políticos y civiles.


La primera semana en Cusco estuvimos tanteando todas las actividades que realizaba nuestra ONG para ver en qué apartado podrían sacarnos más provecho. Tanto los dirigentes de la ONG como yo estuvimos de acuerdo en que realizara talleres de formación para los funcionarios locales. Me sentía más cómodo tocando temas que conocía en mayor medida por ser “universales” o compartidos con el Derecho español, que hablar de Derecho peruano. De este modo, realicé doce talleres de formación en diferentes Ayuntamientos o Gobiernos provinciales (o “municipalidades” en palabras peruanas) de la región de Cusco, un taller de formación para los trabajadores de Guaman Poma y otro para jóvenes de diferentes organizaciones sociales del Cusco. Mis talleres tenían dos grandes bloques: el más teórico y el más aplicado. En el primero, hablábamos de varias cosas: el modelo teórico de Administración pública al que aspira el Estado peruano, los fundamentos políticos del Estado peruano (Estado de Derecho y Estado social) junto a la filosofía que los inspira y los fundamentos (principios más importantes) del Derecho administrativo del Perú. En el segundo, presentábamos tres herramientas de gestión pública que ya se aplican en las Administraciones públicas más avanzadas: la evaluación ex-ante de políticas públicas, una gestión de recursos humanos basada en las necesidades de una buena gestión pública y la colaboración masiva online entre funcionarios y/o expertos en gestión pública.


Mi parte preferida: cuando explicábamos el porqué de los servicios públicos que tenían que prestar los funcionarios locales. Se trataba de explicar el por qué existen servicios como los defensores del niño (DEMUNA), las oficinas de atención a discapacitados (OMAPED) o los programas sociales que corrigen desigualdades de origen social (Vaso de Leche o Beca 18, por ejemplo). Es importante no solo saber cómo implementar una política, sino por qué existe.

Estuvimos dando los talleres en Ccorca, Lucre, Ccatca, Ollantaytambo, Anta, Urcos, Taray, Saylla, Chinchero, Santiago de Cusco, Oropesa, Poroy y Cusco capital. A cada uno de ellos me acompañaba uno de los compañeros de Guaman Poma vinculados al proyecto más uno de los conductores de la ONG. No puedo olvidarme de Raúl (mi tutor y, como decimos en mi tierra, “un cacho de pan”), de Eldi (la jefa de todos los de Escuela), de Walter (un “capo” con el que es imposible no reírte), de Ruth (tímida pero encantadora), de Brian (un “pata” de Miami que se hace pasar por cusqueño), de Betsi y de Vicky (una delicia escucharlas hablar quechua a las dos), de Vanessa (nadie sabe más que ella de contratación y gestión de proyectos), de Anani y de Nathaly (puro cariño ambas), de Ingrith (pese a que crea que estoy cercano a la vejez) y de Igor (otra vez, como decimos por Cádiz: “más chulo que un ocho”). Tampoco quiero olvidarme de los mejores conductores de todo Cusco: Eduardo (¡no se pierdan esos “cañazos” después de almorzar!), Mateo (no hay trayecto que se le resista), Josué (pura risa), Eduardo (el primero que vi nada más llegar a Cusco), Mario (siempre amable y cercano) y Clemen (mi maestro de la cumbia por descubrirme “Ada y la Nueva Pasión”). Hablando de Ada, voy a escucharla mientras escribo. Es una manera barata de teletransportarme al Cusco.


Gente buena y cercana. Lo dije en su momento al despedirme y lo repito ahora. Dan un calor humano y un cariño que agiliza enormemente la integración. Qué bien nos trataron. Igual de bien que nos trataron nuestros caseros Wildbert y Celia. Nos enteramos de casualidad que alquilaban un piso encima del suyo y no pudimos estar mejor. Frío pasamos muchísimo, pero eso es algo típico cusqueño, no podíamos perdérnoslo. Wildbert nos trató como hijos suyos, dando facilidades desde el inicio. Si vas el año que viene para Cusco tienes que contactar con él. ¡Te echamos de menos Wildbertito!


Para terminar con el “durante”, solo comentar que no todo es preparar talleres y darlos. También hubo tiempo para intercambiar comidas típicas, realizar ofrendas a la Pachamama, asistir a algún concierto y visitar a los cariñosísimos niños de la nueva escuela de educación infantil que ha abierto la ONG. Pero todo lo que comienza, acaba. Así que, tras hacer algo de turisteo una vez terminado nuestro voluntariado, volvimos rumbo a Madrid.



Ya termino, Laura, de verdad. Solo comentar un poquito por encima el después. Llegamos el 9 de septiembre a Madrid a las 6 de la mañana siendo las 12 de la noche en Perú, así que imaginaros el lío de horarios que tenía el cuerpo. Más todavía después de haber hecho noche en el aeropuerto de Lima. Historias para contar a nuestros nietos cuando seamos abuelos y estemos anclados a una mecedora. Tras llegar, no se me olvida la sensación de encontrarme totalmente descolocado y extranjero en la puerta de una discoteca con chavales encamisados y mirando por encima del hombro. Qué de tonterías… Será que habíamos visto mucha autenticidad y cariño por los pueblecitos del Cusco que ahora estas imposturas y apariencias me parecían surrealistas.


En definitiva, la experiencia es más que recomendable, totalmente positiva. Tenemos que aprovechar que hablamos la misma lengua que casi todo un continente. Eso es un regalo de la lotería biológica. Compartimos mucho más de lo que nos separa, ¡aprovechémoslo!




Universidad de Granada
Logo_AACID_positivo_050322.jpg
  • Instagram
  • Facebook
  • Youtube
CICODE(COLOR)_edited.jpg
bottom of page