Conociendo otras realidades: Cusco (Perú)
- Pablo Ortíz García
- 25 oct 2019
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 26 abr 2023
Me llamo Pablo y estudié Economía en la Universidad de Granada.
Siempre me había llamado la atención todo lo relacionado con la cooperación internacional para el desarrollo. Realicé un curso virtual sobre el tema en el que pude tener una primera toma de contacto sobre este ámbito, aunque de forma más teórica. Tras concluirlo, pensé que era el momento de pasar a la acción. De vivir sobre el terreno una experiencia de este tipo. Así que decidí solicitar una de las becas que ofertaba el CICODE para la participación en un proyecto de cooperación.
Fui seleccionado para realizar mi voluntariado en el Centro Guaman Poma de Ayala, situado en la ciudad peruana de Cusco, antigua capital del imperio inca, con un montón de historia, lo que permitió que esta experiencia no solo me enriqueciera profesional y personal, sino también culturalmente. La ciudad se alza a 3400 m.s.n.m., una circunstancia que hace que muchas personas que acuden allí sufran, durante sus primeros días, el conocido como mal de altura. En mi caso, sin embargo, este apenas hizo mella en mí, permitiéndome disfrutar desde el principio de maravillosos paseos por la ciudad, subiendo por las empinadas e inspiradoras calles del barrio de San Blas sin apenas esfuerzo.
Trabajé en dos proyectos. El primero de ellos versaba sobre asesoramiento a las municipalidades (las instituciones que aquí equivalen a los ayuntamientos) en materia de protección de la infancia, igualdad de género e interculturalidad. La zona serrana del Perú, donde se encuentra la región del Cusco, adolece de altos índices de maltrato infantil, violencia machista y discriminación hacia los habitantes de comunidades rurales. Guaman Poma de Ayala se encarga de sensibilizar a la población sobre estas problemáticas a través de talleres de capacitación dirigidos a todos los segmentos de la población, desde los mismos funcionarios hasta los niños en las escuelas, pasando por los residentes en comunidades agrícolas. Precisamente, la visita a alguna de estas durante mi estancia allí fue lo que me permitió darme cuenta de la enorme desigualdad existente entre los grandes núcleos de población y estas áreas, que se encuentran, en muchas ocasiones, a varias horas de distancia a través de caminos entre las montañas de no muy fácil acceso.

El otro proyecto trataba sobre desarrollo de turismo rural comunitario: una modalidad turística que se encuentra en auge y que trata de que el visitante se relacione de una forma más directa con el nativo y sus costumbres, comiendo con ellos, durmiendo en sus propias viviendas y realizando las actividades propias del día a día en las comunidades como, por ejemplo, aquellas relacionadas con la agricultura. El área de actuación se encontraba en los alrededores de la laguna de Piuray, en el conocido como Valle Sagrado de los Incas, sin lugar a dudas un marco inigualable que confiere al proyecto de amplias posibilidades de éxito. El proyecto se encontraba en fase inicial, pero ya se habían planeado capacitaciones para los miembros de las organizaciones en materia de atención al cliente, gastronomía y fortalecimiento organizacional, entre otros asuntos. En aquel momento, se estaba elaborando la línea de base para conocer cuál era la situación inicial de las organizaciones al principio de la ejecución del proyecto. Para ello, participé en el recojo de información, desplazándome junto con el resto del equipo a las comunidades y entrevistando a sus habitantes (en su mayoría, mujeres) acerca de los servicios que ofrecían a los turistas en materia de artesanía y hospedaje. Este trabajo me permitió mantener un contacto más directo con los nativos, lo cual resultó realmente enriquecedor. Además, los miembros de mayor edad de estas comunidades solo hablaban quechua, idioma hablado de forma mayoritaria en la zonas rurales y que desde Guaman Poma se trabaja en pro de su fomento y difusión.

Esta experiencia me ha permitido conocer la realidad del Perú de primera mano y ver cómo existen peruanos y peruanas que se resisten a que la situación en materia de igualdad de género, oportunidades y derechos permanezca en el mismo punto y que trabajan día a día en conseguir una sociedad mejor. Sin lugar a dudas, me emociona haber conocido sus relatos y formado parte de este proyecto, aunque haya sido durante apenas dos meses. Eso es lo principal que me llevo: la amistad y el cariño tanto de los trabajadores de la ONG como de mis compañeros de voluntariado.
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