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Perú desde otra perspectiva

¡Hola! Mi nombre es Adrián Ogallar y os voy a contar un poco mi experiencia en Cusco como voluntario.


Siempre me ha interesado muchísimo Sudamérica y desde hace unos años la cooperación internacional. Es por eso, que cuando me enteré del programa de Voluntariado Internacional del CICODE sin duda postulé a una de las becas.


Todo empezó en febrero, cuando el CICODE lanzó la convocatoria, yo no podía estar más entusiasmado cuando vi los proyectos que ofertaba pero por otro lado no quería hacerme demasiadas ilusiones ya que imaginaba que muchísima gente iba a postular con las mismas ilusiones que yo. Y es cuando descubrí ese proyecto, el proyecto que iba a cambiar mi vida y mi manera de ver las cosas; “Promoción del acceso a un ambiente saludable y a los servicios de agua y saneamiento en comunidades indígenas de la Mancomunidad Valle Sur del Cusco”. Yo como casi ambientólogo y un enamorado del Perú pensé que me venía como anillo al dedo y sin ninguna duda opté por él.


Un 21 de agosto pisé por segunda vez tierras peruanas, pero esta vez con otros planes muy diferentes. Llegué al Cusco, esa antigua capital del Imperio Inca, la cual me dejó enamorado hacía un año y me encontraba muy entusiasmado y afortunado de volverla a pisar de nuevo tan pronto. Pero a la vez me comían los nervios, me preguntaba si iba a estar a la altura de lo que esperaban de mí en la Fundación ya que mi mayor miedo es que todo fuese en vano.



Ese mismo lunes llegué a la oficina y me encontré con quien iban a ser mis compañerxs de proyecto y que se iban a convertir en mis amigxs en nada de tiempo. Justo ahí, me reuní con mi tutora, la cual me mandó mil cosas para hacer, ahí me di cuenta que las próximas 4 semanas iban a ser movidas.


Entre mis tareas estaba realizar talleres en colegios con niñas y niños desde 3 a 11 años,

¡YO NUNCA HABÍA TRABAJADO CON NIÑXS! Dije. Pero todo fue acostumbrarse y al final me terminó encantando la experiencia.


Otra de las tareas que me encargaron hacer fue ir con trabajadores y trabajadoras del Ayuntamiento de San Jerónimo a realizar mediciones sobre la calidad del agua y otros parámetros a los reservorios de las comunidades rurales.


El Centro Guaman Poma de Ayala, con el cual tuve la suerte de trabajar, tenía un maletín con un pHmetro y reactivos para realizar las medidas pertinentes y las comunidades disponen de un medidor de cloro digital, gracias al Centro, para que los fontaneros controlen la cantidad de cloro que tiene el agua en todo momento y no haya riesgos.




Me encantaría explicar lo que se siente cuando un niño o niña de esas comunidades que tanto cariño cogí te da las gracias por venir y por ponerles vídeos o cuando un presidente de una comunidad te agradece el ayudar a su pueblo en temas de agua, un bien escaso y que tanto aprecian y necesitan. Es algo que hay que vivir y que una vez lo haces solo esperas a la próxima oportunidad de repetir :)


Aprovecho esta sección para agradecer de todo corazón a todas las personas que han hecho posible que viva una de las mejores experiencias de mi vida.


Universidad de Granada
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