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Voluntariado en Ambue Ari (CIWY), Bolivia

Soy María, estudiante de biología en la Universidad de Granada, y desde que conocí CICODE tenía la ilusión de realizar alguno de los voluntariados internacionales ofrecidos. Desde mi experiencia personal las convocatorias de septiembre dificultaban la accesibilidad de fechas para poder comprometerme a ello. Sin embargo, gracias al cambio de calendario académico este curso me decidí a solicitar una de las ayudas de voluntariado.

En general, el principal objetivo era tener la oportunidad de participar y ayudar en alguno de los proyectos independientemente de la temática o su localización. Al empezar a profundizar e informarme de la temática que seguía el tipo de trabajo realizado en cada uno, me llamaron especialmente la atención tres de ellos. Correspondían a CIWY (Comunidad Inti Wara Yassi), una organización que se preocupa de cuidar (o reintroducir en la naturaleza, en el caso de que esta opción resulte posible) animales que han tenido la mala suerte de ser los protagonistas en situaciones de tráfico ilegal de especies desde hace más de 25 años en Bolivia.


Desde España podías leer en su página wed algunas historias acerca de los animales que habían ayudado, experiencias de otras personas voluntarias y también algunos consejos sobre cosas que podrías necesitar durante tu estancia. Con esta información parecía más sencillo imaginar cómo resultaría la experiencia en terreno, también el tipo de ocupaciones demandadas por la organización. Antes del viaje los nervios, las inseguridades, pero también las ganas y la ilusión eran enormes. Es dificil preparar una maleta llena de "por si acasos" que tiene como destino un lugar al que nunca has viajado y que no se parece para nada a ningún entorno en el cual hayas estado.

Una vez allí las ideas son más claras, eres capaz de materializar todas las presuposiciones que habías imaginado desde tu país. El clima, la gente, la comida, los cuidados de los animales, incluso el idioma (ya que había voluntarios/as procedentes de todo el munto y era muy frecuente tener que hablar en inglés para poder comunicarte) evidentemente era distinto a lo acostumbrado. Es enormemente enriquecedor, pero también en ciertos momentos puedes sentirte un poco saturada, ya que tienes que acostumbrarte prácticamente de la noche a la mañana a una rutina considerada como obvia en el lugar de destino pero para tí de considerable contraste. Como en todas las situaciones existe una parte más positiva y otra más negativa, en este caso la ponderación entre las dos sin duda se tornaba más hacia la positiva.





Cuando vives en el campamento comprendes cómo esa organización sin ánimo de lucro ha conseguido perseverar durante tantos años gracias al flujo constante y continuo de voluntarios/as, quienes incluso en muchas ocasiones repiten experiencia. Ambue Ari acogía a gran diversidad de animales, desde aves como guacamayos azules, amazonas, a coatíes, un jochi, monos nocturnos y felinos como pumas, jaguares u ocelotes. Cada uno tenía un cuidado y un cuidador/a especial según sus necesidades. Ya que cada uno tenía una historia y una personalidad completamente distintas. Por ejemplo, había felinos que solo podían ser cuidados por mujeres, otros animales necesitaban la presencia de al menos un hombre durante el contacto humano-animal etc. En un principio esto puede parecer extraño, pero es realmente importante respetar sus prioridades y comprender por qué sienten lo que sienten. Estas situaciones tenían su razón de ser por anteriores experiencias traumáticas. Desgraciadamente en ciertas ocasiones algunas de las historias de estos animales quedaban invisibilizadas, tras el rescate no siempre se puede llegar a saber todo por lo que han sufrido. Personalmente sentía sentimientos muy contradictorios durante el voluntariado, pero no era estraño, ya que se trata de una problemática compleja. Era muy duro escuchar todos los malos tratos que habían vivido la mayoría de animales antes de llegar a ese centro, o simplemente pararte a pensar lo injusto que es es que por ignorancia, negligencias o insensivilidad humana se arrebate la libertad de tantos seres vivos. Por contra, ver a tantas personas involucradas de forma completamente altruista reconforta mucho, ya que gracias a cada granito de arena un proyecto semejante cobraba sentido y perduraba en el tiempo. Dandole una oportunidad a las vidas de esos animales inocentes y vulnerables.


No voy a mentir, me resultaba muy triste dejar el voluntariado, a los animales con los que había trabajado y a la gente que había conocido allí, pero por otra parte tenía ganas de llegar a España, ver a mi familia, a mis amigos ... Una vez en casa recuerdas las cosas con más perspectiva y serenidad. Podría decir que la experiencia se vive como un mundo, no cualquier día cruzas el atlántico para ir a la selva y cuidar animales que aún ni conoces durante seis semanas. Sin embargo, cada semana, en el campamento de Ambue Ari se iban y llegaban varios/as voluntarios/as, cuya estancia solía durar solamente un mes. Es normal que para cada uno/a de nosotros/as nos parezca 'la experiencia', pero allí somos 'uno/a más'. Y es precioso pensar lo insignificantes que parecemos si visualizamos la cifra que seríamos al meternos en el mismo saco, porque eso significa que la cantidad de personas involucradas en ayudar es enorme, y que sin duda los animales son los protagonistas. La razón primera y la última. La razón por la cual merecería la pena repetir la experiencia, y por la que prácticamente desde cualquier pais existen personas cooperando con el objetivo de construir juntos/as el tipo de mundo en el que quieren vivir.





Universidad de Granada
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