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Azul, amarillo, verde y negro: colores que enamoran

Llevo un buen rato delante de la pantalla con la página en blanco sin saber muy bien qué escribir, no porque no tenga nada que decir sino porque todo lo que he vivido y sentido no se puede describir. Pero empezaré diciendo que cogí mi equipaje y me marché a 9000km de distancia para llegar a Tanzania. Me fui con la ilusión de vivir mi primer voluntariado y dar todo lo que pudiese de mí. Tras 17h de viaje llegué a la ciudad de Moshi, ciudad que se convertiría en mi hogar durante los dos meses que iba a durar el voluntariado.


Volviendo de la comunidad con el Monte Kilimanjaro de fondo

La ONG con la que iba a colaborar durante los meses siguientes se llama TATU PROJECT. Esta ONG se encarga de varios proyectos: empoderamiento de la mujer, medioambiente, salud (AFYA en swahili), etc. Dentro de este último se encontraba el programa de KUCHEZA NI AFYA (promoción de la salud a través del deporte) que es en el que yo iba a trabajar.


Durante la primera semana intenté adaptarme y aprender de lo que los/as compañeros/as que habían estado antes que yo habían realizado para poder ponerme manos a la obra.


Mi semana de trabajo tenía 5 días, 3 de ellos los pasaba en la oficina y los otros dos me encargaba de ir a tres escuelas: Msitu wa Tembo, Kikwete y Londoto. Mi función consistía en monitorizar e intentar que tanto los/as niños/as y profesores/as adquirieran poco a poco hábitos saludables, así como el lavado de manos e hidratación, durante los entrenamientos deportivos. También me ocupaba de la realización de distintos plannings con diferentes ejercicios y juegos para que los/as niños/as desarrollaran nuevas habilidades y herramientas, y sobre todo, jugaran todos a la vez. Esto era un reto muy importante ya que hasta ese momento todos/as los/as niños/as habían estado jugando a deportes en los que solo jugaban muy pocos a la misma vez y la idea era que todos y todas pudiesen realizar ejercicio al mismo tiempo. Aunque a veces la cantidad de niños/as, el terreno de juego que no era el más adecuado, las lluvias que hacían que la carretera que iba a la comunidad se inundara y no podías ir para dar las clases, etc., hacía que todo lo que preparabas se resistiera para ponerlo en marcha.


En el cole los niños/as hablaban swahili, yo solo sabía decir las típicas palabras que aprendes para la vida diaria, y por tanto el poder comunicarme con ellos/as se convirtió en un mayor desafío. Pero ahí estaban los/as profesores y profesoras para ayudarme, ya que ellos/as hacían de traductores/as en todo momento. Yo les transmitía los entrenamientos en inglés y ellos a su vez se lo transmitían a los niños/as en swahili. Conforme fueron pasando las semanas me iba dando cuenta que tanto los niños/as como profesores/as estaban contentos con lo que se estaba haciendo. Todo salió adelante y bien gracias a la gran implicación que tenían.


Clase en la escuela de Msitu wa Tembo con el profesor Masawi

En Moshi me he sentido como en casa y todo gracias a la gente con la que me he encontrado a lo largo de este camino. No se puede ser más generosos/as que como son allí. Echaré mucho de menos el pole pole (despacio despacio) con el que la gente marca sus vidas y que tanto ha cambiado mi perspectiva del tiempo. Echaré de menos los bajaijs, los dala dala, los boda boda, el que te llamen mzungu (así es como llaman a las personas que somos extranjeras), el respeto que se tienen unos a otros aunque pertenezcan a distintas religiones. Es increíble lo tolerantes que son. También echaré de menos la confianza que te dan cuando te dejan sus cosas para que se las cojas o incluso te dejen a sus hijos/as para que se los sujetes aunque no te conozcan de nada. Echaré de menos su música y sus bailes que tanto disfrutaban estuvieran donde estuvieran porque en eso no hay nadie que disfrute más y lo haga mejor que ellos/as.


Echaré de menos tantas cosas que ahora que acabo de volver me doy cuenta de lo feliz que he sido allí. Creo que llegado a este punto puedo admitir que me he enamorado de Tanzania. Solo espero y animo a la gente que tenga la oportunidad de ir que vaya y disfrute de la experiencia como yo lo he hecho. Yo solo espero volver más pronto que tarde y poder seguir impregnándome de todo lo que Tanzania y sus colores pueden ofrecer.




Universidad de Granada
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