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Dos meses de vida en Honduras

Soy beneficiaria de una de las becas conducentes a la elaboración del Trabajo Final de Grado (TFG). Gracias a la cual he elaborado un pequeño estudio de valoración del estado nutricional y un plan de alimentación para un hogar de menores con desnutrición de la orden de Santa Teresa de Calcuta. Está ubicado cerca de donde me alojaba y algunos miembros de mi ONG también realizaban voluntariado allí. En este centro acogen a niños/as y, para que la recuperación sea efectiva y duradera, en algunos casos también a sus madres. La mayoría son mujeres y niños/as de zonas rurales que se ven condenados a un círculo de pobreza-enfermedad del que es muy complicado salir si no se les brinda asistencia sanitaria y educación.



















Fotos de la valoración del estado nutricional de los menores del hogar con algunas con las trabajadoras y la colaboración de las tres nutricionistas que hacían su año de servicio social en ACOES.

Llegué a Tegucigalpa sin crearme expectativas, con algo de miedo por el viaje haciendo escala en países que me eran completamente desconocidos pero con una confianza plena en la organización de destino “ACOES Honduras”. La “Asociación Cooperación y Esfuerzo” lleva trabajando más de 25 años por la educación de niños y jóvenes de colonias conflictivas de la capital y ya se ha extendido a gran parte del país. Como dice el padre Patricio, siempre buscando darle una opción de vida a los/as niños/as más pobres de entre los pobres. Este granadino inició el proyecto con un pequeño grupo de apenas 10 personas y ahora se atiende a más de 11.000 niños/as y en muchos modos también a sus familias.


Formar parte de un proyecto tan amplio, ver de primera mano cómo se maximiza la ayuda que se envía y con qué implicación trabajan las cientas de personas voluntarias hondureña fue todo un torbellino de vivencias. Así, me iba llenando de emociones: culpa por vivir en España tan cómodamente, presión por cumplir expectativas, agradecimiento por el afecto regalado, satisfacción por aportar por poco que pareciera y una enorme admiración por tantas personas que radicande su vida a cuidar de esos niños “invisibles”.





















Cría de animales en la Escuela Santa María. Comedor y Clínica de la Escuela Santa Teresa donde se ve colaborando a una de las universitarias en prácticas y un estudiante de bachillerato becado por ACOES (populorum). En total hay 4 escuelas construidas por ACOES en la periferia de Tegucigalpa.

Primera reunión de voluntarios en julio. 😊

Del curso de formación del CIDODE y las conversaciones que allí mantuvimos llevé muy presente: ir con los ojos y oídos bien abiertos -y la boca más bien cerrada-; conocer sin juzgar; no asumir el papel del europeo salvador y; adaptar el proyecto que preveía realizar a las circunstancias locales que me encontrara.



Ahora que puedo hacer el balance de esta experiencia sé que me ha hecho crecer y la recomiendo sin ninguna duda:


  • Pierdes el miedo a sentirte vulnerable y exponerte pues todos a tu alrededor lo hacen cada día sin ningún tipo de amparo jurídico, político ni social.

  • Vives la importancia del asociacionismo como soporte personal y profesional de los jóvenes y como motor de desarrollo social de un país, desde cada pequeña comunidad hasta la enredada capital.

  • Compartes tiempo, experiencias, comida, inquietudes, juegos, injusticias, cariño y multitud de conocimientos.

  • Aprendes a convivir. Te vuelves más flexible a la vez que dedicas tiempo a lo que sabes que lo merece y más tolerante al no parar de desmontarse en tu cabeza tantas ideas preconcebidas.

  • Agradeces por todo lo que te rodea y reconoces más profundamente su valor. Además cada momento está cargado de oportunidades que se perciben cuando nos detenemos y apagamos el ruido exterior. Esto se aprecia muy bien gracias al ritmo de vida pausado de Centroamérica.

  • Además al viajar sola se desarrolla al máximo la intuición, percibes detalles que te aportan mucha información del ambiente y te descubres conversando con personas que te sorprenden y enseñan con su experiencia.


El organizarme yo misma mi trabajo me ha permitido participar en distintos proyectos de ámbito social y cultural y enriquecerme de voluntarios/as y residentes de una calidad humana abrumadora. Además he podido visitar distintas zonas del país, conocer realidades cotidianas y luchas de gigantes que allí suceden como la que lideró Berta Cáceres, asesinada impunemente, en defensa del medio ambiente y un modo de vida que respeta profundamente la naturaleza.


En definitiva, han sido dos meses llenos de vida en Honduras. Y he tenido la “dicha” de compartirlos con personas valiosísimas que siempre llevaré en mi corazón.



Foto en una de las pequeñas comunidades de Opatoro (Departamento La Paz).




Universidad de Granada
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