En chapa por Mozambique
- Laura González Armas
- 16 dic 2019
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 11 may 2023
Soy Laura González Armas, alumna de Ingeniería Civil en la Universidad de Granada. Desde finales de junio hasta mediados de septiembre (seis semanas), estuve en Mozambique para realizar actividades con el fin de elaborar el TFG.
Desconocía todo del país, solo sabía que era uno de los más pobres del mundo, que se habían independizado de Portugal y que después se vieron inmersos en una cruenta guerra civil durante varios años.
Residí en Inhambane, una ciudad costera al norte de Maputo, la capital y justo enfrente de Maxixe, donde estaba la universidad.
La gente viaja en chapas (pequeñas furgonetas) en muy mal estado y con una capacidad máxima de pasajeros que nunca se respeta.

Con un grupo de alumnos recogíamos datos de los recorridos de las chapas (número de paradas, número de pasajeros en cada una de ellas, etc) para hacer una base de datos. Mediante un programa informático y con dichos datos se simulaba el tráfico en la ciudad.

Sé, que de entrada, no parece el “típico” voluntariado.
Mi tutor y yo hemos trabajado para intentar abrir una nueva línea de investigación motivadora y muy práctica para el alumnado, introduciendo el uso de programas informáticos novedosos para ellos. Esta línea de investigación va a hacer posible que el alumnado de la universidad pueda realizar sus TFG y tesis ahondando más en el tema y ampliándolo con otras consideraciones como la necesidad de una pequeña estación de chapas en la ciudad, la construcción de una vía de circunvalación porque el tráfico que soporta la ciudad es excesivo, etc.
En Maxixe las chapas no tienen un sitio donde estacionarse a la espera de pasajeros e invaden varias calles.
El nivel del alumnado no es muy alto, aunque no les falta motivación, así que realizar proyectos prácticos y cercanos les acerca a la realidad laboral y es una forma de hacerles ver la utilidad de los estudios que están realizando.

La experiencia en la universidad fue increíble, me trataron como a una de ellos, colaboraron en todo los que se les proponía y aportaban otros enfoques. Eso sí: había que darles su tiempo porque allí el ritmo de trabajo y el nivel de organización es más pausado.


Difícil resumir esos viajes en chapas que me permitían tomar el pulso a la gente local, hablar con ellos, ver en qué condiciones vivían. Aún más complicado es explicar lo bien acogida que me sentí entra esa gente hospitalaria que te ofrece lo poco que tiene con una sonrisa. Cuesta hablar de todos los prejuicios, miedos e inseguridades que ni sabía que llevaba conmigo y que se quedaron olvidados por el camino.

Todo esto comenzó como una aventura loca, después se tornó en algo más serio y académico y al final acabó siendo un torbellino de emociones, de amistades, de música, de risas sinceras, de la satisfacción de un trabajo bien hecho.

Gracias por la oportunidad ofrecida, gracias a todas aquellas personas de las que pude aprender y gracias a Mozambique, “La Tierra de la Buena Gente”. Hay tanto por hacer allí que sé que volveré en un futuro cercano.

Por último, pero no menos importante, mi gratitud a mi tutor allí, D. Gorka Solana, por integrarme en la vida universitaria pero también en el día a día mozambicano, por su paciencia, por sus enseñanzas y por ofrecerme un nuevo punto de vista del mundo y una nueva forma de vivir, que no es poco; gracias también a mi tutor de la Universidad de Granada, D.Javier Ordóñez, por su apoyo ante los proyectos que le presenté y por su incansable energía para introducir la cooperación al desarrollo, en la ingeniería civil, porque necesitamos más profesores como él en la Universidad, y más ingenieros como ambos.
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