Pues sinceramente no tenía ni idea de lo que me a encontrar al llegar. Y finalmente me encontré con una acogedora y cálida bienvenida por parte de Coprodeli y de las madres que al final serían las protagonistas del voluntariado. Fue un caos el tráfico del Callao ese primer día, bueno, lo es de forma habitual, pero era raro a nuestra vista occidental. Sin embargo, la cercanía y colaboración de las personas del lugar fue una maravilla desde el primer momento.
Las primeras semanas estuvimos haciendo visitas domiciliarias, es decir, entrevistas a las madres que formaban parte de los diversos clubs Promujer de Coprodeli. Era la primera toma de contacto, la recogida de datos, conocer dónde vivían y su situación actual. No obstante, la sensación de estar ayudando a las mamás y sentir que las actividades eran productivas no llegaron hasta que no empezaron los talleres grupales. En un inicio, en cada uno de los 15 clubs Promujer íbamos a hablar sobre sus derechos como mujer en estas charlas semanales. Sin embargo, también incorporamos temas como cohesión grupal para mejorar así la confianza y comunicación entre las diferentes integrantes del grupo y, por otro lado, su autoestima y autoconocimiento con el fin de contribuir a la toma de conciencia y el potenciamiento de sus virtudes. El objetivo final de todo esto era favorecer su empoderamiento como mujer en todos los sentidos: económico, familiar, sexual, social, etc.Y aunque algunas veces también hubo dolores de cabeza por la descoordinación o falta de comunicación interna, lo cual creaba malentendidos o pérdidas de tiempo, esas cosillas acabaron siendo mal menores y anécdotas graciosas que incorporar al día a día.

En la última semana, fue altamente satisfactorio hacer un repaso de lo que habían aprendido y evaluar lo que habían cambiado desde el inicio hasta ahora. Así como lo fueron las sorpresas de despedida y agradecimientos de su parte en cada club. No hay palabras para describir esa sensación y creo que eso eso es por lo que hacemos voluntariado. Pues, a pesar de ver todo lo que te llevas de ellas y lo que has aprendido de la experiencia, ves que tú también has plantado una semillita y aunque veas como muy pequeñito tu impacto, esperas que en el futuro siga germinando lo cosechado con los talleres y dinámicas grupales. Al fin de al cabo, muchas comparten las mismas preocupaciones o problemas en casa, el trabajo, con sus maridos o familias... Por eso, la meta final era promover la cohesión grupal, pues quienes han pasado por esas circunstancias ahora pueden dar mensajes de apoyo. Palabras que a ellas les hubiese gustado escuchar en su día, echar una mano como ayuda o intentar aconsejar a las mujeres que ahora mismo atraviesan por esas mismas o similares situaciones conflictivas.

Me siento profundamente agradecida a Cicode y Coprodeli por proporcionarnos la oportunidad y recursos para poder llevar a cabo este voluntariado y añadirlo a la mochila de aprendizaje y experiencias que siempre llevamos a nuestra espalda. Y no solo todo lo que el trabajar con las madres ha enseñado, sino también las personas ajenas al voluntariado que te muestran con todo su corazón sus costumbres, modo de pensar, valores, gastronomía y su cultura peruana. Por eso acabo con una frase de la canción que ha terminado siendo la banda sonora de esta experiencia.
Tiene mucho flow,
tiene mucho tempo,
tiene mucho down,
Woman del Callao
With love from Chin Pum Callao, primavera peruana del 2019
Estefanía