Si me pongo a recordar qué concepción de voluntariado tenía antes de solicitar la beca del CICODE, me doy cuenta de lo mucho que se ha abierto mi perspectiva en lo relacionado con el tema. Para comenzar, mi idea de voluntario era exclusivamente de tipo social, sin considerar otras posibles formas. Y esto se rompió de pleno cuando conocí la asociación con la que finalmente tuve la suerte de realizar mi estancia.
En un rincón aislado de la Península de Nicoya, rodeado de espectaculares playas y selva desbordante, se erige de forma disimulada una asociación creada por ticos preocupados por la increíble biodiversidad de su país. ASVO lleva años trabajando en Costa Rica, llevando a cabo diversas labores, pero siempre con un objetivo principal, proteger a la tortuga marina.

Las tortugas marinas en la actualidad son una especie amenazada, y el impacto que las actividades humanas y la contaminación generan hacen que su situación sea cada día más crítica. Por eso desde ASVO se trabaja para incrementar al máximo las posibilidades de supervivencia de estos animales a través de diferentes tareas.
Entre todos los voluntarios hacíamos turnos de trabajo nocturno. Esta fue una gran sorpresa que me llevé al llegar, ya el trabajo de mayor importancia se daba por la noche. Esto tiene una explicación sencilla: es el momento de mayor actividad de las tortugas y cuando sucede el desove (casi siempre, a veces alguna tortuga nos sorprendía viniendo de día). Estos turnos nocturnos podían ser de vigilancia del vivero o de patrulla.
Las patrullas eran sin duda la principal actividad a realizar. Por parejas, debíamos caminar por las playas cuya extensión correspondía a nuestra organización (había otras en la zona) con el objetivo de encontrar tortugas. La principal pista de que había una tortuga, si no la veíamos directamente a ella, era el rastro que dejaba en la arena, el cual debíamos seguir, hasta que nos condujese a la tortuga. Recuerdo vívidamente la primera vez que vi a una. Me quedé asombrada por todo, por el tamaño, la precisión a la hora de preparar todo…era como un documental en directo. Al verla hacer el nido y depositar en él los huevos, me di cuenta de lo perfecta que es la naturaleza.

Debido a las pocas probabilidades de supervivencia, nuestro trabajo era poner esos huevos en un lugar más seguro y controlado, por lo tanto los recogíamos del nido original, y creábamos otro nuevo en el vivero, donde los depositábamos. Además de la vigilancia en el vivero y las patrullas, se hacían trabajos de mantenimiento del vivero, limpieza de playas…
En general, he de decir que estoy increíblemente agradecida de haber tenido la oportunidad de vivir una experiencia como ésta. Hasta el momento nunca había hecho un voluntariado de tanto tiempo, en el cual se me permitiera no solo realizar un trabajo con un gran impacto medioambiental, sino sentirme inmersa en una cultura completamente diferente.
Si es cierto que durante mi vida he tenido la oportunidad de viajar mucho, y desde pequeña he tenido interés por conocer culturas diferentes a la mía. Antes de cada viaje, intentaba leer un poco sobre el país o aprender un par de frases en el idioma local. Sin embargo, debido a las cortas estancia, solo apreciaba y descubría los aspectos más superficiales de dicha cultura.
Esto ha sido completamente diferente en el voluntariado.
He tenido la oportunidad de rodearme de locales, que conocer sus valores, forma de vida, de bailar al ritmo de los costarricenses, de vivir la “Pura Vida”. Esto sin duda ha cambiado mi forma de ver aspectos como el turismo, tan dominante en ese país. Nos preocupamos más por comprar un llavero un imán Made in China que por conocer las raíces y singularidades del sitio en el que estamos y de las personas que nos rodean.
En general, por lo tanto, siento que ha sido una experiencia gratificante y enriquecedora. Realmente he podido ver el impacto que tenía las actividades que llevábamos a cabo. Mi estancia coincidió con la temporada alta de desove, y pudimos poner muchísimos nidos en el vivero, pudimos retirar muchísima basura de las playas, evitado así que llegasen al mar, mejoramos las condiciones de infraestructuras del vivero…
Por ello recomendaría a cualquier persona que se aventurase a solicitar la beca y realizar el voluntariado, ya sea uno relacionado con nuestra materia de estudio, o completamente fuera de la zona de confort.
Te da la oportunidad de ver realidades diferentes, de convivir con personas que enriquecen y enseñan, y de descubrir nuevos mundos, que de primeras parecen lejanos, y luego se sienten más cercanos que nunca.
Paula Iglesias Sigler
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