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Derechos Humanos e Infancia: Voz y participación protagónica de menores en contextos de vulnerabilid

Para comenzar, creo importante decir que el objetivo de este artículo es contar mi experiencia como voluntaria y, en segundo lugar, dar visibilidad a las diferentes iniciativas de lucha contra la vulneración de los Derechos Humanos en Colombia, siendo concretamente el artículo basado en proyectos de Fundación Creciendo Unidos. en Bogotá.

La semana que confirmaron la adjudicación de la convocatoria de ayudas para la realización de actividades de voluntariado internacional de CICODE, hubo un estallido social en Colombia, en el contexto de las manifestaciones del paro nacional.


El paro nacional ha sido una respuesta de reivindicación en el marco de gobernanza de Iván Duque, algunas de las cuestiones que han desencadenado el descontento social general han sido: la reforma tributaria, corrupción, desigualdad social y económica, vulneración de Derechos Humanos o la brutalidad policial durante las marchas de la población, estas marchas han estado activas desde finales de abril hasta la actualidad en diferentes lugares del país. Al conocer este difícil momento por el cual se veía atravesado el país, sentí mucha inseguridad con respecto a mi próxima experiencia de voluntariado. Como bien sabemos, el imaginario social de América Latina, y en concreto de Colombia, está impregnado de estereotipos en torno a la peligrosidad y violencia del país. A pesar de ello, decidí partir hacia Bogotá y todo fue mucho más sorprendente de lo que esperaba.


Fotos propias tomadas en la marcha nacional del 20 de Julio de 2021, Bogotá.


Mi voluntariado se dió en la Fundación Creciendo Unidos, la cual trabaja desde hace más de 30 años con el fin de de crear una nueva cultura de infancia, que trata de abandonar las prácticas adultocéntricas y crear formas de incidencia política a través de la voz de niños y adolescentes, que se consideran agentes activos en la lucha por los Derechos Humanos, algo tan importante por la dificultad de su contexto, la cual se ha visto radicalmente agravada después de la pandemia Covid-19. El contexto del paro nacional y mi experiencia en la fundación han sido cruciales para entender nuevas formas de resistencia y creación de luchas que nunca antes podría haber imaginado. Desde la Antropología Social y Cultural mis intereses se han decantado por el ámbito de la pedagogía, por este motivo mi interés era trabajar con menores en contextos de educación no formal y, en base a las necesidades de la fundación y mis intereses, se decidió que mi voluntariado consistiría en el apoyo y acompañamiento psicosocial de tres de los proyectos de la fundación vinculados entre sí. El objetivo principal es promover el goce efectivo de los derechos de los niños y aportar herramientas que fomenten la incidencia política a través de la voz de los niños y adolescentes.


Uno de los puntos fuertes de la fundación es su trabajo en el sector de Caracolí, en Ciudad Bolívar. La situación es muy difícil para la población que forma parte de este sector, la pobreza y violencia son las principales problemáticas, asentamientos marginales compuestos por familias y población infantil víctimas del desplazamiento económico o forzado, es interesante destacar la gran diversidad etnocultural del sector, todas estas cuestiones han sido un choque

muy importante para mí, pero a la vez una forma de enriquecimiento enorme, teniendo la oportunidad de acompañarles en la fomentación del derecho a la educación así como la elaboración de un proyecto de vida que favorezca el papel activo de los niños y niñas con respecto a la dificultad de su contexto. En este sector ha sido crucial la atención psicosocial y pedagógica debido a la situación de vulnerabilidad que viven los niños, a través de talleres de autoestima, resolución de conflictos, iniciación musical o talleres de manualidades . Todos estos talleres complementan el apoyo y refuerzo educativo con el fin de lograr un mayor bienestar en los niños, logrando también un espacio de socialización comunitaria, algo que ha sido una necesidad muy específica después del confinamiento y la escasa efectividad de la educación formal, que se ha adaptado a la modalidad virtual tras la pandemia, siendo esto un impacto fuerte en cuanto al derecho a la educación de los niños.

En el mercado del 20 de Julio, el Proyecto Natsper de apadrinamiento se centra en los chicos trabajadores que venden en el sector de la economía informal, hay diversas problemáticas que se han visto reforzadas por la pandemia y con las cuales lucha la fundación por mejorar, como la educación a través de un plan de apadrinamiento educativo así como la inclusión de los niños y jóvenes en incidencia política se consiguen a través de la recreación y las asambleas en la calle. Hay gran controversia con el trabajo infantil, pero es necesario reconocer el trabajo como valor cultural, como un derecho que garantiza el resto de derechos, el trabajo apoya las formas de alcanzar otras posibilidades en contextos complejos. A nivel personal esta experiencia me ha hecho cambiar muchas de las creencias basadas en el trabajo infantil, entendiéndolo como posible en el marco de los derechos humanos. El objetivo es respetar esta visión del trabajo y promover la educación así como la participación activa de los niños en la lucha por la tranformación social.


Por último, el proyecto Participación e incidencia. Garantía de derechos de los niños, niñas y adolescentes contenidos en la Agenda Territorial de la FCU en Bogotá, une a los chicos de los diferentes sectores a través de asambleas, en las cuales se eligen delegados representantes de los diferentes sectores para representar y abogar por las necesidades y derechos que los niños detectan en los diferentes lugares de Bogotá. Esto genera una comprensión de la realidad del país que afecta a cada niño, obteniéndose en las asambleas que favorecen el avance mediante la comprensión de los mecanismos de control social, la construcción colectiva y activa en la lucha por la garantía de derechos. El proyecto también forma a las familias para que sean conscientes de su papel como garantes de derechos, generando un impacto social comunitario importante. En todos los sectores se trabaja fomentando la necesidad de ejercicio de resistencia crítica frente a la situación política, social y económica que atraviesa el país.

Poder trabajar en los diferentes sectores y proyectos ha sido en todo momento muy intenso, por la dificultad de la situación en sectores como Caracolí o el 20 de Julio, pero he conseguido obtener una visión general del trabajo de la fundación, a pesar de ello la pandemia ha dificultado la estancia así como la falta de tiempo. El choque cultural ha sido fuerte, aunque me ha ayudado a romper el imaginario que tenía previamente construido sobre Colombia.


Cuando comencé esta experiencia nunca pensé que el tiempo pasaría tan rápido y que quedarían tantas inquietudes en mi cabeza, a pesar de ello creo que esta visión de la infancia ha generado en mí un gran impacto a nivel personal y profesional. En primer lugar, ha sido una experiencia transformadora, ya que he conseguido entender la realidad del pueblo colombiano, que me ha dado un gran ejemplo de resiliencia a pesar de las dificultades. Poder conocer la situación desde dentro y participar en diferentes formas de lucha ante estas adversidades me ha conmocionado enormemente. A su vez, la necesidad de entender el impacto del conflicto social y la vulnerabilidad económica-política en la infancia es totalmente indispensable, romper con la visión de la infancia pasiva genera empoderamiento y capacidad de acción. Ha sido imposible desvincular la situación del paro nacional con el trabajo de la fundación, era increíble escuchar a niños hablar de forma crítica sobre su realidad y la situación del país a tan temprana edad, lo cual me daba una gran sensación de esperanza en que esos niños están consiguiendo luchar por sus derechos en un marco social y político muy difícil. Esto ha inspirado en mí la necesidad de transportar modelos que rompan el adultocentrismo y aporten la capacidad de participación activa en menores que habiten dentro de la vulnerabilidad en otros países. La pobreza y la violencia se retroalimentan entre sí, pero creo muy importante entender el papel del capitalismo en la situación de los países del Sur global. Como he aprendido durante este tiempo, tenemos mucho que aprender desde Europa de estas formas de resistencia política, que no entienden de edades. Los niños se ven afectados por la vulneración de derechos y, es por esto que debemos acompañarles en el ejercicio de reclamo de los mismos. Por último, creo que este tipo de experiencias favorecen la ruptura de estereotipos y la comprensión de las diferentes realidades socioculturales, contribuyendo el apoyo solidario a las formas de resistencia que crean los pueblos frente a un mundo que, tras el coronavirus, no ha hecho más que evidenciar las diferentes formas de crisis: política, climática, económica, etc. En tiempos de pandemia, he podido encontrar en un rincón del mundo un pequeño rincón donde las personas tienen mucho que aportar y enseñar para favorecer un camino mejor.

Gracias a la Fundación Creciendo Unidos por dejarme estar presente en su lucha, sobretodo, gracias de corazón a cada uno de los niños que me han llamado profe aún a pesar de haber sido ellos los que me han enseñado tanto.


Andrea M.C.

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