Pedro Torres Domingo
REVIVIENDO TODO DESDE OTROS OJOS
La tercera semana empezó con la llegada de dos nuevas voluntarias, Eva y Elena, que vinieron a arrancar un proyecto de colaboración con el centro de salud realizando labores de enfermería. Llegaron, además, en un momento en el que yo me sentía más que integrado y me ayudaron a ver todo de nuevo con ojos recién llegados. Tanto las particularidades de Gandiol como mi avance personal, todo quedó pintado con una capa transparente de nuevo comienzo.
Sus primeros días me llevaron a redescubrir la llegada a las cabañas, la forma de comer en comunidad, los diferentes lugares del campamento y del pueblo, e incluso las playas a las que íbamos algunos días. Además, al pasar su primera mañana en casa, decidieron venirse a la obra a echar una mano y también añadieron la capa a ese contexto.
En la obra ya estábamos aplicando el material al interior del esqueleto de madera, y al principio observaba cómo lo hacían en lugar de entrar. Ellas, en cambio, se pusieron directamente a hacer y me animaron a imitarles. Aunque solo estuvieron un día, su impulso ya fue permanente y pasé el resto de la semana haciendo la mezcla con los pies para aplicarla más tarde. Por cierto, no soy el de la foto.

Resultó curioso que el primer día que metí mis pies a mezclar el barro y la paja fuera el único día que un compañero, Alassane, se clavara un clavo en el pie descalzo. Le curamos en casa y luego le llevamos al centro médico, donde compramos la antitetánica que más tarde le pusieron nuestras geniales enfermeras en casa.
Durante las tardes de la semana aprovechamos para hacer más actividades. La primera fue una clase de español, en el que estuvimos dos horas practicando saludos, días de la semana y conversaciones. Otra fue intentar arreglar la bomba de agua en casa de unos amigos. Y el fin de semana aprovechamos para visitar el Parque Natural de Gueumbeung y parte de la Langue de Barbarie.
Por un lado, el primero constituye una zona enorme donde residen en libertad el oryx, un tipo de antílope, varias gacelas, facóqueros, tortugas de más de ochenta años, calaos y los llamados monos patas; aunque estos están por todos lados y entran al parque en busca de comida. Una visita más que recomendable, barata y que disfrutamos mucho.
Por otro lado, la segunda es lo que actualmente queda de lo que fue anteriormente. La Langue de Barbarie es una franja de tierra que separa el océano Atlántico del rio Senegal en su desembocadura, y durante años supuso una tierra muy fértil y querida. En 2003, ante la amenaza de inundación de Saint-Louis se decidió abrir una brecha de cuatro metros a siete kilómetros de la ciudad para aliviar la crecida. Si bien se consiguió mitigar el desastre, esa brecha ha cambiado el ecosistema.
Esa brecha se fue alargando a la vez que descendía a lo largo de la costa, ocupando actualmente más de siete kilómetros de ancho y siendo la nueva desembocadura. La anterior se cerró, y por la nueva entra agua salada que ha conllevado que esa tierra fértil ya no lo sea, que muchos pescadores hayan perdido la vida en ese punto por el choque de corrientes y que muchas familias se hayan visto afectadas.
Llegamos así a la mitad del viaje, añadiendo más y más capas de complejidad para entender una sociedad que no es la propia. Espero no haberte aburrido en todo este tiempo y que sigas con ganas de más, pues todavía queda recorrido que transmitirte. ¡Nos leemos!

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