Pedro Torres Domingo
OTRA PARTE DE ESTA REALIDAD
Esta vez no voy a hablar de los avances de la obra, nuestro progreso con el wolof y demás actividades, sino que lo voy a hacer de un solo acontecimiento. Esta semana en la costa de Gandiol han fallecido unas veinte personas que intentaban llegar a España en cayuco, y eso es todo lo que voy a contar.
Entre ellas estaban Fatou Mbaye, Médoune Diop, Maman Fary Sall, Thioro Ndiaye, Astou Faye o Makhtare Ndire, y creo que es importante saberlo porque, a fuerza de ver los números, es fácil deshumanizar las cifras tanto de quienes consiguen llegar como de quienes no. Detrás de cada nombre hay una familia rota que pierde una hija, un hermano, un padre o una prima, personas cuyo único delito es querer una vida mejor para los suyos.
La noche del miércoles al jueves un cayuco iba a llevar a más de ochenta personas hacia las Islas Canarias, pero algo salió mal. El barco no podía acercarse a la costa porque encallaría, y una barca pequeña llevaba a las personas al grande en grupos de unas treinta personas; el último viaje no llegó a su destino. La llegada de la policía, con disparos al aire incluidos, propició una desbandada general que acabó con muchas vidas. Personas jóvenes que quizá en otro contexto hubieran salvado la distancia a la costa, pero para quienes el miedo, el nerviosismo y la prisa por escapar supusieron una carga excesivamente pesada.

Estando en el campamento de Hahatay apenas me enteré de que los perros ladraban durante más rato que el habitual, pero no le di mayor importancia. Fue al día siguiente cuando nos contaron que algunos de los que habían conseguido huir entraron en el recinto, y que la policía llegó a capturar a Laye, el guardián y jardinero, pensando que también estaba involucrado. Él salió a ver qué pasaba y al rato de que le detuvieran se consiguió zafar y volver corriendo a casa sin que nada más le sucediese, aparte de algunos comentarios indizcadores1 en la cena del día siguiente.
Este hecho, que podría parecer aislado, es la realidad migratoria de Senegal y muchos otros países. Se percibe a España como un paraíso que puede cambiar la situación de toda su familia, y es una idea reforzada por quienes lo consiguen y no cuentan las penurias; sino solo lo bueno. Las redes sociales, la televisión y el dinero que, efectivamente, consiguen enviar las personas migrantes terminan de reforzar ese pensamiento colectivo.
Me parece importante entender la idea de comunidad que se vive aquí para poder comprender la situación. Muchas personas realizan el viaje, y el hecho de no hacerlo puede ser percibido con una cierta deshonra, lo mismo que contar las dificultades que sobrevienen al llegar: evitar ser deportado y malvivir tres años de manera ‘ilegal’, trabajando en unas condiciones deplorables para sobrevivir y enviar dinero a casa. Pasado ese tiempo es posible regularizar la situación y volver al país de origen.
Desde Hahatay se defiende la libertad a viajar de manera legal, a la par que se realiza un trabajo increíble para hacer más atractiva la vida en el lugar de origen; pero no vale para todo el mundo. Contándolo así solo quiero comunicar lo que hemos vivido estos días y transmitir esta otra parte de la realidad como la percibo; con lo que puede ser diferente para cualquiera. En lo que sí me gustaría que estuviéramos de acuerdo es que un origen diferente nunca puede convertirte en una persona ilegal.
1: Indizcar es un verbo que se utiliza en Aragón y que viene a significar chinchar o pinchar a
alguien con cariño
Comments