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El triunfo del sistema ante la asignación de quién es el "subdesarrollado"

Honduras, país desconocido, olvidado e invisibilizado a nivel internacional. Desde el minuto uno pude ver que no iba a ser fácil a nivel personal y profesional la experiencia en terreno en dicho país. En este post, pretendo hablar del país en sí, de mi experiencia personal y de las reflexiones personales que he experimentado.


En primer lugar, poner en contexto a Honduras. Honduras es un país centro americano y tiene casi 10 millones de habitantes. Es uno de los países más pobres de América y tiene unos índices de pobreza y violencia bastantes elevados.

Allí, la organización con la que he trabajado se llama asociación colaboración y esfuerzo (ACOES). Es una organización que tiene proyectos educativos, como son escuelas, centros infantiles, centros de desarrollo o el proyecto maestro en casa. Maestro en casa es un proyecto en el cual mandan a personas a comunidades remotas en las que no se accede a todas las etapas educativas y se realizan talleres de refuerzo de las diferentes asignaturas. Además, de buscar un refuerzo educativo, se busca mejorar el bienestar psicosocial de los chicos y chicas implicadas, trabajando de manera transversal otras áreas como, por ejemplo, las habilidades sociales.

Quisiera empezar contando la historia desde el inicio, desde que agarramos los aviones para ir para ya, una amiga ecuatoriana y yo. ¿Cuál es el motivo por empezar desde ahí?

El racismo. Durante nuestro viaje, pasamos varias aduanas y fronteras (Ámsterdam, Panamá, Honduras…) y en todas yo no tuve ningún problema, todo fueron bienvenidas cálidas para mí, y problemas para mi compañera, exigiéndole papeles y justificaciones de su estancia que a mí no. Sé, que puede ser casualidad, pero cuando pasa en 3 fronteras seguidas, te planteas que quizás tienes unos privilegios que otros no simplemente por el pasaporte del que dispones.


Al llegar a Tegucigalpa, capital, el choque visual es grande, porque te encuentras ante un aeropuerto que ya esta mas desorganizado a la imagen típica que tenemos de un aeropuerto y comienza el caos. Tegucigalpa es una ciudad enorme, que no deja de crecer y en la que el desorden y el bullicio son protagonistas. Es una ciudad que no deja de expandirse y en la que no se respeta ningún orden o estructura arquitectónica. Por otro lado, las normas viales se pueden decir que no “existen”, las nuestras, pero si tienen unas dinámicas que para nosotras serían accidentes garantizados pero que, para allí, significa una manera eficaz de conducción.


La bienvenida fue bastante cálida. Las personas de la colonia en la que he vivido saben perfectamente a que vas a su país y no pierden momento para agradecerte que hayas decidido cruzar un océano para colaborar con ellos y ellas, aunque no se den cuenta que son ellas las que realmente me han ayudado a mí.



Las condiciones habitacionales son diferentes a mis comodidades diarias en España. No es, por el hecho de compartir habitación o de no tener lavadora y lavar con pila, sino por derechos básicos como el agua. El agua en Tegucigalpa llega cada 6 días, así que, las personas tienen que llenar depósitos y administrarse de tal modo que no la gastes hasta que vuelva a llegar el agua a la ciudad. El agua es un bien básico que no podemos imaginar que falte en nuestros hogares en España, pero no somos conscientes el valor que tiene abrir un grifo.


Como he citado antes, la organización en la que he estado, se centra en la educación y aunque podría centrarme en todo lo que hice a nivel de colaboración (dar talleres, llevar comida, apoyar en los refuerzos educativos, ir a comunidades…) prefiero centrarme en las reflexiones personales. Al centrarse en proyectos educativos, el problema de esto, es un poco la idealización que existe hacia España y los/as españoles.

Nos consideran l@s “desarrollados”, l@s que son listos, saben mucho más y vienen a enseñarles. Esto es algo con lo que he luchado desde el minuto uno. Por el simple hecho de pertenecer a Europa nos ponen en una posición de poder y eso crea relaciones verticales. Ante esto, he desarrollado un conflicto interno, ya que creo en las relaciones horizontales, en las que la colaboración tiene que ser mutua y no por el simple hecho de venir de lo considerado “desarrollo” sé más que tú, sino que ambos aprendemos.

De esta manera, pienso que ha sido un triunfo del sistema, el cual ha conseguido que los siempre etiquetados como “subdesarrollados” se denominen así mismos subdesarrollados. Puedo afirmar, que con el 80% de personas con las que hablamos y trabajamos, consideran a España un paraíso y saben que, aunque el camino sería difícil, el emigrar a España podría ser la solución de su pobreza y malestar, además de, como he dicho antes, agradecernos a nosotras las voluntarias que estuviéramos allí para “desarrollarlos”. Con esta situación, lo único que podíamos hacer es explicarles la realidad española para que si elegían el camino de la migración estuvieran seguros y no dejarles de repetir lo capaces que son, lo luchadores que son y lo mucho que valen. Allí las familias tienen pocos recursos, numerosos hijos y casi todos trabajan de la agricultura. Son profesiones difíciles, desde niñ@s trabajan cosechando maíz, frijol, sacando arena de los ríos… las mujeres se levantan muy temprano para moler el maíz y hacer tortillas y pan para vender, y todo esto mientras estudian en la escuela y universidades.

Sabemos la importancia de la educación, para que puedan elegir que camino quieren escoger, pero sino se potencia la capacidad crítica y no empoderas a la población, da igual que sepas hacer ecuaciones de segundo grado, ya que no vas a confiar en ti.

En mi estancia he conocido a personas increíbles, luchadores/as natos, que buscan el bien para su familia y su comunidad.


Sin embargo, pocas personas creen en un cambio, porque saben que el sistema es corrupto y que, a nivel internacional, por ejemplo, Estados Unidos gobierna en Honduras. Aunque sea una realidad conocida por tod@s, no se hace nada para cambiarlo y ese es el triunfo del sistema que antes he comentado.


Vengo de Honduras cambiada a nivel personal y profesional. Cada una de las experiencias y personas me han hecho cuestionarme mi filosofía y forma de ver las cosas. Ejemplos como: la utilización de la copa menstrual o desodorantes de piedra como alternativa ecológica en un sitio donde no hay agua y eso imposibilita su utilización, o, la búsqueda de nuevas formas de desarrollo cuando existe una dependencia absoluta a otros estados u otras ONG como métodos de subsistencia. Es decir, en un lugar donde no hay comida y agua, ¿Qué se trabaja primero? ¿Quién soy yo para decirles a personas que no han tenido nada, que no deberían de tener el Desarrollo de los países del Norte global cuando yo lo he tenido y ahora decido que no lo quiero? Son preguntas que voy a preguntarme y que espero encontrar respuesta.

Lo que sí tengo claro es que veo que la movilización y organización son necesarias en general, pero en Honduras son una necesidad.

Los pueblos están despertando y el malestar es la mecha que va a abrir la compuerta.



Araceli Catalán Usero

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