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Experiencia en Bogotá con Alianza por la Solidaridad

Al habla, Paula, malagueña de 26 años que, tras haber estudiado el Máster de Cooperación al Desarrollo de la Universidad de Granada, ha tenido la gran oportunidad y suerte de disfrutar de una experiencia de voluntariado en Colombia gracias a la beca del CICODE y a Alianza por la Solidaridad, la entidad que amablemente me ha acogido durante estas 8 semanas.


Colombia estuvo pasando una fuerte ola de Covid unos meses antes de mi llegada, pero en septiembre la situación ya estaba mucho más calmada y poco a poco volvía a la “normalidad”, lo cual me permitió vivir la cultura bogotense.

Mi adaptación fue muy buena, no era mi primera experiencia en el extranjero, lo cual ayuda, pero además tuve una gran suerte con las personas que se cruzaron en mi camino, que me fueron guiando hasta que más o menos comprendí el lugar que sería mi hogar por dos meses.


A pesar de que compartimos el mismo idioma, Colombia es un país con una cultura y una historia muy distintas a la nuestra.

No obstante, me sentí muy bien recibida de principio a fin y muy bien rodeada de sus gentes.

Además, a mí que me encanta pasar tiempo en la naturaleza, he encontrado en Colombia un paraíso.









Alianza por la Solidaridad es una ONG española que tiene también oficina en Colombia. Desarrolla numerosos proyectos de cooperación al desarrollo en las zonas más vulnerables del país como Tumaco, Nariño, Buenaventura... si bien se centra en proyectos de género.

Yo he estado vinculada a dos proyectos, uno de ellos en un barrio marginal de Bogotá llamado Soacha.

Allí viven muchas personas que fueron forzosamente desplazadas de sus tierras, teniendo que dejarlo todo atrás, y llegan de diversos puntos del país. La mayoría eran campesinos humildes a los que obligaron a marcharse de sus tierras, porque resultaban de interés a los grupos armados. No ven justo que siendo gente campesina humilde les obligaran a marcharse de sus tierras y les metieran en un barrio lleno de ex-guerrilleros y paramilitares, cuando fueron estos precisamente los que les echaron de sus hogares.

Tuve la ocasión de conocer a uno de los grupos de mujeres con las que se trabaja en este proyecto (en total son más de 100). Mujeres víctimas de violencia sexual, tanto fuera como dentro del conflicto armado. En uno de los talleres con estas mujeres, de la mano de una abogada, analizamos qué es justicia y qué es injusticia. Muchas de ellas son de origen campesino muy humilde y no pudieron acceder a la educación, con lo cual son cuestiones complicadas para ellas, pero al mismo tiempo son fundamentales para que comprendan que tienen derechos y cómo pueden ejercerlos.


La justicia no solo la imparten los jueces, no solo suceden en los tribunales. La justicia sucede en cualquier contexto donde se busca la verdad sobre un hecho que incumple los criterios establecidos, con el objetivo de castigar al culpable y reparar a la víctima. En una pelea de hermanos, los padres imparten justicia. En un colegio, el director también imparte justicia cuando sanciona comportamientos inadecuados. TODOS podemos contribuir a que se haga justicia y todos DEBEMOS EXIGIR JUSTICIA cuando no la hay, pues cuando una víctima es invisibilizada y se deja a su suerte para lidiar como mejor pueda con el daño recibido, no es una cuestión individual, es una cuestión de toda la sociedad que está fallando a esa víctima.

El conflicto colombiano está muy ligado a la tierra, a la lucha por poseerla y controlar los recursos que hay en ella. Sin duda, aprendí mucho sobre él y espero no dar una visión errónea, pues es un asunto de gran complejidad. Lo que aquí cuento no es más que mi humilde percepción, basada en la experiencia que yo he tenido. Una palabra que se repite constantemente es, por desgracia, inseguridad. Para nosotros, que tenemos la grandísima suerte de vivir en un país relativamente seguro, es muy difícil alcanzar a comprender qué es vivir día a día con hábitos que pueden ayudarte a mantenerte a salvo de robos y violencia. Hechos como utilizar libremente el móvil por la calle o llevar la mochila sin vigilar… allí pueden costarte un susto. Aun así, en ningún momento me sentí insegura. Todo depende de las zonas por las que te muevas y los hábitos que tengas. Hay que tener ciertas precauciones y ser consciente del lugar al que se va. Me sorprendió que en muchos sitios se ven grafitis de reivindicación sobre las personas desaparecidas o se encuentran maravillosos proyectos de emprendimientos de personas que trabajan por la paz. Me ha sorprendido muy positivamente la gran creatividad y resiliencia de los colombianos para reinventarse y salir adelante. Sin duda, ¡es de admirar! Yo me quedo con eso, con muchísima admiración y agradecimiento de haber podido disfrutar de esta enriquecedora experiencia. Deseo de corazón que el gran empeño y lucha de estas gentes les auguren el futuro pacífico que merecen después de tantos años de violencia recurrente y sufrimiento colectivo.

Paula Vera Cerezo

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Universidad de Granada
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