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LA SITUACIÓN POLÍTICA EN NICARAGUA: INESTABILIDAD Y RESISTENCIA CIUDADANA

Ana López Valero


  1. Historia política


La República de Nicaragua es una nación cuya cultura política ha estado marcada por una serie de regímenes represivos alejados del estilo de las democracias europeas.


El gobierno dictatorial de Anastasio Somoza García (1936-1979) dio paso a un periodo denominado “Somocismo” o “Dictadura Somocista” y fue caracterizado por una etapa de dominación que sometía a la población civil a una represiva opresión política, económica y social.  Sin embargo, dicho gobierno no estuvo libre de revueltas y tuvo que enfrentarse a un fuerte ejército de guerrilla liderado por Augusto C. Sandino inspirado por sublevaciones de carácter marxista como la Revolución Cubana. La intensidad y organización de la guerrilla nicaragüense forzaron la formación de una guardia nacional por parte de Estados Unidos con el objetivo de crear un ejército de defensa para combatir los ataques, ya que la potencia norteamericana tenía grandes intereses en la continuidad del Somocismo.


Tras el asesinato de Sandino, varios comandantes inspirados por el precursor de la revolución crearon el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN). De esta manera, se conformó un escenario político en el que, por un lado, la dictadura somocista contaba con el respaldo estadounidense y, por otro lado, el FSLN contaba con el apoyo de las guerrillas izquierdistas influyentes en la América Latina de los años 70.

Fotografía tomada por mí en el Museo de la Revolución, ubicado en la ciudad de León, Nicaragua


Finalmente, los campesinos y las personas provenientes de clase obrera e industrial, cansados de la dictadura de Anastasio Somoza, se sumaron a la revolución, convirtiéndose en una pieza clave para la victoria de la misma, que finalmente consiguió triunfar el 19 de julio de 1979, provocando la destitución del dictador y su abandono del país.



Por consiguiente, el FSLN entró en el gobierno ese mismo día con el objetivo de comenzar un cambio radical en Nicaragua desde una concepción ideológica de corte socialista e influencia de la teología de la liberación. Así pues, el nuevo gobierno trajo consigo medidas que pretendían dar respuesta a problemas relacionados con la sanidad, la educación y el sistema agrario. Sin embargo, la existencia de un gobierno revolucionario y las reformas que acompañaban al mismo, potenciaron la creación de un grupo contrarrevolucionario el cual comenzó una lucha armada contra los sandinistas. 


Asimismo, las acusaciones de abuso de poder por parte del FSLN así como de las violaciones de los Derechos Humanos, unidas al importante gasto de dinero público que tuvieron que destinar a la defensa del gobierno en lugar de a las medidas sociales mencionadas con anterioridad, determinaron el fracaso en las elecciones de 1990 por parte de Daniel Ortega, líder del Frente Sandinista de Liberación Nacional.


Tras dicha derrota sandinista y la victoria del partido disidente, la Unión Nacional Opositora (UNO) trató de introducir políticas neoliberales con el objetivo de “salvar” un país prácticamente arruinado debido a las guerras civiles. Nicaragua en 1990 sufría de una sociedad débil, un estado subordinado política y económicamente a EEUU, dependiente de la cooperación exterior y con unos salarios que sometían a la mayor parte de la población a la pobreza. En aquel momento, la líder del UNO, Violeta Barrios, inició el rumbo hacia una economía de libre mercado, caracterizada por una serie de medidas liberales como la reducción de los gastos sociales, la eliminación del subsidio a los alimentos y productos básicos, el aumento de tarifas de los servicios públicos… Posterior a dicho gobierno, ganó las elecciones el régimen de Arnoldo Alemán, sin embargo, este mismo provocó gran desconfianza para la población debido a la grave corrupción que lo acompañó de forma sistemática al igual que al resto de gobiernos.


Las medidas liberales llevadas a cabo tuvieron muy graves consecuencias para la población, traducidas en grandes tasas de pobreza (el 80% de la población se encontraba bajo el umbral de pobreza), más de la mitad de los ciudadanos se encontraban sin empleo y una millonaria deuda externa a la que se enfrentaba en aquellos momentos la República de Nicaragua.


Tras 16 años de gobiernos con medidas neoliberales, Daniel Ortega, líder del FSLN ganó las elecciones en 2006 frente a una derecha muy fraccionada en el contexto de un país sumido en la pobreza y la desesperación. Las políticas de Ortega estuvieron muy dirigidas a la eliminación del analfabetismo, tanto de menores como de personas adultas y en eliminar las tasas de escolarización impuestas por los gobiernos liberales. Sin embargo, todas aquellas medidas que, en un principio, suponían grandes avances en la consecución de garantías de bienestar para la población civil, pronto comenzaron a contrastar con toda la corrupción llevada a cabo por el gobierno sandinista. Ortega debilitó aquellos controles institucionales que fueran en contra de su poder, compró el apoyo de los líderes de la oposición a través de sobornos y amenazas, benefició a los dirigentes que le apoyaban a través de negocios privados o evasión de impuestos y eliminó el poder judicial a aquellos jueces que desafiaban al líder. Sin embargo, uno de los hechos más destacables fue el soborno de Ortega al Consejo Supremo Electoral, el cual le ayudaba a fraudar el voto electoral de los ciudadanos. Desde entonces, el FSLN se ha posicionado en el poder durante todas las elecciones siguientes asegurándose de que la oposición no constituía una amenaza.


Uno de los episodios más sangrientos y represivos sucedió durante las protestas estudiantiles en abril de 2018, cuando miles de personas salieron a la calle en contra de los recortes en la Seguridad Social. Así pues, estudiantes, trabajadores de bajos ingresos y algunas empresas se organizaron para exigir un sistema democrático y la renuncia de Ortega. Sin embargo, la reacción del líder del gobierno fue la violencia, la represión y la tortura contra la población civil, causando más de 300 muertes de manifestantes y miles de heridos. Finalmente, la represión sufrida por la población civil unida a la tragedia humanitaria causada por la Covid-19 destrozó la economía nicaragüense.


  1. Situación socioeconómica actual y el contexto de la Fundación Hogar Luceros del Amanecer.


En la actualidad, Nicaragua se encuentra en una situación muy empobrecida y devastada a causa de la inestabilidad política, las guerras civiles y los regímenes represivos. Además, el crecimiento a largo plazo se encuentra muy limitado debido a un bajo nivel de capital humano, a un notable déficit en cuanto a infraestructuras y carreteras y al débil entorno empresarial. Así pues, Nicaragua se constituye como uno de los países más pobres de Latinoamérica. 


Por consiguiente, una vez analizada la situación política reciente, podemos comprender el contexto en el que desarrollé mi actividad de voluntariado internacional con niños y niñas en situación de extrema pobreza. Este se ubicaba en Camoapa, un municipio situado en el departamento de Boaco a 120 kilómetros de Managua, la capital.


En primer lugar, como ha sido mencionado con anterioridad, la falta de desarrollo económico ha provocado graves problemas en cuanto a la creación de infraestructuras. Este hecho es fácilmente percibible si nos centramos en las viviendas de la mayoría de la población, sin embargo, se agrava en lo relativo a las casas de las personas que tienen bajos recursos en Camoapa. Falta de agua potable, de suministro energético, de muros estables y aislantes, así como de higiene, son algunas de las condiciones a las que niños, niñas y adolescentes usuarios/as de la asociación tenían que hacer frente en su día a día. Además, la falta de calles y carreteras asfaltadas provocaba que dichos menores se vieran obligados, en algunos casos, a recorrer largos caminos de tierra solos/as y sin iluminación.


Por otro lado, la falta de empleo sumado a las escasas oportunidades que Camoapa brindaba a su población para trabajar de forma digna, tienen como resultado una gran tasa de desempleo, así como una alta ocupación en trabajos mal remunerados y que pertenecen a la economía sumergida. Así pues, numerosos niños y niñas que asistían a la asociación donde realicé el voluntariado admitían levantarse de madrugada para ayudar a sus padres y madres en su ocupación o labores de cuidado, o incluso, abandonar la escuela para comenzar a trabajar. En los casos más extremos, dichos niños y niñas eran utilizados para la mendicidad como última forma de intentar sobrevivir.


El papel de la Fundación Hogar Luceros del Amanecer en medio de esta complicada situación era la de brindar apoyo escolar, psicológico, atención individualizada y recursos materiales a aquellos niños, niñas y adolescentes de Camoapa que se encuentran en una situación vulnerable. Esta forma de intervención provoca un gran impacto en el bienestar y la protección de la infancia de la comunidad, sin embargo, dicha ayuda no está exenta de numerosos diques que impiden realizar una intervención que realmente dé respuesta a todas las problemáticas a las que se enfrentan los y las menores. La falta de recursos humanos, financieros y materiales son, entre otros, parte de los obstáculos a los que Luceros del Amanecer tiene que hacer frente. Este hecho sumado a que esta constituye una asociación sin ánimo de lucro dependiente de financiación externa proveniente de particulares o empresas provoca que los recursos de la asociación carezcan de la estabilidad propia de aquellas financiadas de forma estatal.


Además, Nicaragua en general se enfrenta a diversos retrasos de índole social que dificultan aún más la consecución de la igualdad y dignidad de los colectivos más oprimidos. Más concretamente, nos encontramos gran opresión en lo que respecta a movimientos sociales como el feminismo, la reivindicación de los derechos LGTBQ+ así como otros aspectos relacionados con la sexualidad. En el caso de la fundación, existía un gran tabú en lo que respecta a tratar con los niños y niñas temas relacionados con la identidad y orientación sexual, no porque los profesionales se posicionasen en contra, sino por el miedo de la reacción ciudadana aún sumida en los valores religiosos más tradicionales. En este sentido, una de las problemáticas sociales más latentes de Camoapa era el alto porcentaje de adolescentes embarazadas. Así pues, la asociación en la que realicé el voluntariado contaba con un programa específico de atención y acompañamiento a embarazadas a edades tempranas, el cual contaba con usuarias desde los 11 a los 17 años. El objetivo principal de dicha iniciativa es el de reducir la cantidad de niñas y adolescentes en esta situación, aspecto que a priori parecía esencial. Sin embargo, las técnicas para lograrlo radicaban más en el prohibicionismo excusado dentro de la moralidad cristiana en el que se alentaba a las niñas a no practicar relaciones sexuales hasta que no comulgasen el matrimonio. Este hecho choca con la idea de prevención llevada a cabo en numerosas partes de Europa, en la que se considera mucho más eficaz para la misma, el hecho de comunicar a los y las adolescentes los riesgos de un embarazo temprano, así como los diferentes métodos anticonceptivos con el objetivo de prevenir riesgos para su salud. Sin embargo, también es cierto que, a pesar de encontrar ciertos límites, los y las voluntarios tuvimos la oportunidad de hablar sin tapujos a los niños, niñas y adolescentes acerca de abuso sexual infantil, consentimiento, ciberbullying, los riesgos de compartir fotos íntimas por internet… y demás aspectos que parecían muy complejos de hablar abiertamente


Además, la Fundación Hogar Luceros del Amanecer ofrecía una labor muy importante en cuanto a la estimulación y desarrollo de los niños y niñas. Fomentar un espacio en el que los mismos pudieran jugar libremente, recibir afecto por parte de los y las profesionales, descubrir nuevas habilidades y talentos a través de las clases de música, baile o pintura, así como realizar un seguimiento individualizado con el fin de prevenir el absentismo escolar suponía una gran ayuda para conseguir el bienestar de los y las usuarios/as atendidos, aunque claramente estas suponen medidas insuficientes debido a la falta de recursos anteriormente citada.


Como conclusión, la deficiencia de unas políticas sociales que garanticen que las necesidades de la población sean cubiertas y la escasa acción gubernamental provocan que las asociaciones nicaragüenses encargadas de intervenir en situaciones de riesgo social sean de carácter residual. Por otro lado, en este sentido es importante recordar el desastre ocurrido en 2018, el cual ha supuesto una paralización masiva de toda acción ciudadana en forma de manifestación, protesta o demanda de sus propios derechos. Es por ello que, actualmente los ciudadanos y ciudadanas no tienen ninguna soberanía para potenciar un cambio social y se ven obligados a subsanar sus carencias con “parches” ante las heridas provocadas por una violencia estructural.


Fotografías tomadas por mí durante dentro de la Fundación Hogar Luceros del Amanecer


Fotografías tomadas por mí de Camoapa


REFERENCIAS


Colaboradores de Wikipedia. (2023, 17 octubre). Historia de Nicaragua. Wikipedia, la enciclopedia libre. https://es.wikipedia.org/wiki/Historia_de_Nicaragua


Anderson, L. E., Dodd, L. C., & Park, W. H. (2021). Aquiescencia y resistencia: el régimen de Ortega en Nicaragua. América Latina hoy, 87, 151-170. https://doi.org/10.14201/alh.20295 


Nicaragua: Panorama General. (s. f.). World Bank. https://www.bancomundial.org/es/country/nicaragua/overview




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