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Mi experiencia en Jacj Cuisi. Andrea Vallejo González

El 14 de agosto aterricé en La Paz, no tenía muchas expectativas de cómo iba a ser esta experiencia porque nunca he vivido algo parecido a irme tan lejos de los lugares donde siempre he vivido, entonces me vi subiendo al avión sin haber pensado nada en lo que estaba haciendo. Sabía que el viaje iba a ser largo, 10 horas a Bogotá, de ahí a La Paz y después un viaje largo en autobús hasta Rurrenabaque, el pueblo más cercano a Jacj Cuisi, donde iba a pasar los dos meses siguientes. Desde Rurrenabaque hasta Jacj Cuisi, las opciones son tomar un taxi colectivo desde la terminal de San Buenaventura, municipio muy cercano a Rurrenabaque, o hacer autostop.


Creo que es la primera vez en mi vida que puedo preparar bien un equipaje, sólo traje una mochila de 60 litros sin llenar del todo porque sabía que iba a comprar cosas de recuerdo en alguna de mis visitas a alguna ciudad boliviana, traje ropa de trabajo para estar con los animales que no me importara estropear o dejar después aquí, y chubasquero, además de unos cuantos libros. Fue una buena idea no llevar mucho equipaje porque el viaje es largo y es mejor no tener que cargar con más de lo necesario.


Sólo sabía que iba a trabajar con animales salvajes durante 8 semanas, pero no tenía mucha idea de cómo iba a ser exactamente mi día a día, sólo sabía que iba a estar trabajando con una ONG boliviana, para mí era importante que el proyecto fuera boliviano y no un proyecto externo y por eso decidí este voluntariado por encima de otros.


La ONG se llama Comunidad Inti Wara Yassi (CIWY) y trabaja rescatando animales salvajes y reintroduciéndolos a sus hábitats, estos animales han sido mascotas, víctimas de comercio, de caza (entre otras posibilidades igual de hostiles para estos animales) y en esta entidad se les trata de dar una vida de calidad y devolverles a su hábitat natural si eso es posible, porque algunos de estos animales han sido tratados como animales domésticos tanto tiempo antes de llegar a CIWY que ya no pueden ser reintroducidos en su hábitat. La ONG está repartida en tres santuarios: El santuario en el que estaré estos dos meses, Jacj Cuisi (La Paz), Santuario Machía (Cochabamba), aunque este santuario está cerrando sus puertas y enviando a sus animales a los otros dos y Ambue Ari (situado en Santa Cruz), en estos santuarios, las personas que se encargan de cuidar y dar una buena vida a estos animales son personas voluntarias (que pueden permanecer en el parque entre varias semanas y unos meses) y personal permanente en cada reserva que se encargan de la coordinación de cada área del parque, del mantenimiento de las instalaciones y del cuidado de los animales.


Al llegar al santuario me recibió una de las voluntarias, que es estudiante de Veterinaria y está realizando sus prácticas de la Universidad aquí durante unos meses. Me llevó hacia los coordinadores, que me dieron la bienvenida al campamento y me enseñaron las instalaciones. Mi habitación es una de las cabañas que componen el campamento (las otras son dos dormitorios, la cocina y unos baños), es un campamento pequeño y, entre voluntarias y personas empleadas aquí, somos 16 personas.


 Mis primeros días aquí han sido duros porque ha sido un cambio enorme en mi rutina y a mi siempre me cuestan un poco los comienzos, sobre todo en un lugar tan desconocido para mí. Aun así, he tenido en mente que no acostumbrarme rápido era tan normal como estar entusiasmada con la experiencia desde el minuto uno y que aún me quedaban muchas semanas por delante por vivir, además, Jacj Cuisi está a 40 minutos en coche del pueblo más cercano y sólo disponemos de un día a la semana para poder ir, por lo que me ha sido difícil adaptarse al principio, no estaba acostumbrada a pasar tiempo sola y mucho menos en medio de la selva.


Mis tareas como voluntaria en CIWY comenzaron el 16 de septiembre, un día después de llegar a la reserva. El santuario se divide en varias áreas, dependiendo de lo animales que se encuentren en el parque en ese momento y de las necesidades de cada uno. Hay varios áreas: “Pequeños animales”, “Cielo”, “Parati” y “Negros”. El área que me asignaron a mí fue “Pequeños animales”, área compartida por nueve coatíes y una taira: Rosco (el más mayor de todos los coatíes), Roddy, Pancho, Begoña, Emili, Cristina, Sheldon, Berlin, Cyrano e Iván (la taira). Estos animales llegaron habiendo sido durante muchos años animales domésticos, por lo que no pueden ser reintroducidos ya a sus hábitats y viven en grandes jaulas. Se les saca de las jaulas todos los días a la selva mediante un método de “runners”, que son largas cuerdas atadas en varios árboles por la selva, por las que los coatíes pueden avanzar atados a ella; es decir, pueden recorrer un área de la selva todos los días, aunque no puedan ser libres. Mis tareas en el área son, junto con mi coordinador, dar el desayuno, comida y cena a los animales, sacarlos y recogerlos de los runners y limpiar sus jaulas.


Mi rutina es esta:

·         De 7:00 a 7:30 realizo una de las tareas de limpieza diarias de la reserva, que nos vamos turnando entre todas las personas que vivimos aquí.

·         De 7:30 a 8:30 es la hora de desayuno y descanso del personal.

·         8:30 es la hora de ida al área y de desayuno de los animales.

·         De 9:00 a 12:30 son las horas de ida a los runners, limpieza de jaulas (con agua y jabón todos los días) y preparación del almuerzo de los animales.

·         A las 12:30 se les da la comida y hasta las 14:00 hay tiempo para el almuerzo del personal y un pequeño descanso.

·         De 14:00 a 17:00 se realizan pequeñas tareas del área que van cambiando diariamente según las necesidades, se prepara la cena de los coatíes y de la taira y se les alimenta. Se realiza una comprobación de que todo esté bien, las jaulas cerradas y los coatíes han podido comer, y se abandona el área hasta el día siguiente.

·         A las 17:00 acaba la jornada y se regresa al campamento para descansar, cenar y tener tiempo libre antes de dormir.


Por ahora sólo llevo una semana en el santuario y siento los días muy largos porque comienzan muy pronto y hacemos muchas cosas, pero cada día que paso aquí me siento mejor y sé que el resto de las semanas se pasarán mucho más rápido.


Este es el comienzo de mi quinta semana en el santuario Jacj Cuisi, donde aún me quedan 4 semanas más. Todo este tiempo he estado en el área de “Pequeños animales” cuidando de los coatíes y la taira. Al principio me resultó un poco duro adaptarme a la rutina, pero me he sentido muy afortunada de poder pasar 4 semanas en ese área, aprendiendo cómo son y qué necesitan los coatíes y la taira y encariñándome con ellos cada día más.


Es importante, como mínimo, diferenciar entre sí a los animales para poder conocer qué necesidades tiene cada uno, cómo se comportan entre sí y con la presencia de humanos y cómo es su carácter con ciertas cosas. Es importante conocer cómo reacciona cada uno de ellos al darles la comida, ya que hay que tener cuidado con los que pueden ponerse más nerviosos y pensar que quieres quitársela, igual que es importante saber cuáles de ellos pueden haber sufrido maltrato por parte de humanos porque podrían resultar más agresivos con otros coatíes o con humanos o tener comportamientos más imprevisibles, por lo que conociendo a cada uno de ellos y sabiendo sus posibles respuestas podremos cuidarlos y protegerlos mejor en todo momento.


Estos animales están en su jaula toda la noche, toman su desayuno ahí e inmediatamente después comienza la hora en la que pueden ir a sus runners. En este área, mi tarea es acceder a la jaula de cada coatí que presente señales de querer salir a su runner (está andando por su jaula en dirección a la puerta o se muestra interesado de alguna forma en que me acerque a su jaula), ato una correa a su collar y les acerco a su runner correspondiente. Es importante no tirar nada de la correa, simplemente vamos caminando a su lado dirigiéndole a su runner sin presionarle a ir más rápido porque este momento para él es de disfrute y, aunque no dejaremos que se vaya por otro camino distinto al que se dirige al runner, le dejaremos oler y jugar lo que quiera por el camino, sin prisa por llegar al runner.

La taira que está en el santuario, Iván, no sale de su jaula porque es mayor, tiene muchos problemas de movilidad y cuando llegó al santuario se le examinó y se consideró que lo mejor era que permaneciera dentro, pero en una jaula doble más grande que las de los coatíes y con acceso a un jardín privado en el que puede estar todo el día hasta la hora de la cena y al que ningún coatí puede acceder (la taira es depredadora de los coatíes, por lo que esos animales no tienen ningún tipo de contacto dentro del santuario).


Todos los días, la coordinadora del área elige el runner al que irá cada coatí basándose en el tiempo que lleve sin ir a ese runner concreto y en los runners que hay alrededor. Es decir, pondremos en dos runners cercanos a coatíes que tienen buena relación e intentaremos que los coatíes que no se llevan bien no tengan ningún tipo de contacto. Rosco y Roddy, dos de los coatíes, tienen muy buena relación, así que siempre están en runners cercanos que les permita tocarse.


Los coatíes permanecen en sus runners hasta la hora de cenar, momento en el que los coatíes son trasladados a sus jaulas de la misma forma en la que los llevamos, sin estresarles e indicándoles el camino con paciencia. Intentamos que Pancho, uno de los coatíes más activos y nerviosos, salga el primero de su jaula y entre el último. Pancho siempre quiere salir, al igual que Cyrano y Begoña, pero hay otros coatíes que no siempre quieren salir y se quedan en su casita, construida dentro de su jaula, por lo que permanecen ahí hasta que muestren señales de querer ir a sus runners.


La dieta de los coatíes y de la taira es muy variada. Son animales omnívoros y su dieta está reflejada en un cuadrante escrito en una pizarra del área, por lo que todos los días al llegar a su área y darles sus suplementos y medicinas (a los que tienen que tomarlos), les preparamos el desayuno que toque. Algunos días, el desayuno es comida de perro (para Rosco, Iván y Roddy remojada porque no tienen dientes) y plátano para Iván; otros días, el desayuno es pepino rayado muy fino y plátano machacado. A la hora del almuerzo, toman carne con alguna fruta y se les hace algún tipo de enriquecimiento, esto es darles la comida de forma que tengan que invertir energía física y mental en alcanzarla, como harían en su hábitat natural. Esto les estimula y los acerca a la vida que podrían tener fuera de cautividad.


Un tipo de enriquecimiento que tenemos en el área y que usamos todos los días para el almuerzo son unas hojas grandes en las que envolvemos la carne y atamos para que el coatí tenga que romper la hoja o desatarla y así poder acceder a la carne. En el caso de las cenas, los enriquecimientos van variando según el día, uno de ellos es enterrar la comida en sus jaulas para que ellos tengan que excavar y poder acceder a ella. Otro enriquecimiento es usar juguetes donde les escondemos la comida y eso les estimula mucho más que si les diéramos la comida simplemente en su plato. Con Iván (la taira) hay que tener cuidado porque no tiene dientes, al igual que hay algunos coatíes con más limitaciones que otros: Algunos escalan mucho y muy rápido y otros no, lo mismo ocurre con otras habilidades, por lo que es importante tener en cuenta las necesidades y limitaciones de todos los coatíes y la taira a la hora de planificar y llevar a cabo los enriquecimientos. Si no tuviéramos en cuenta las limitaciones de cada uno, podríamos estresarles mucho por no poder acceder a la comida.


El día a día en la reserva es el mismo siempre durante 6 días a la semana, uno de ellos descansamos. Cada persona tiene un día libre distinto de forma que todos los días haya una persona, al menos, encargada de cada área; siempre estará la persona coordinadora del área (en el caso de que sea su día libre, otra coordinadora le sustituye) con los animales cumpliendo con el horario.


Hay un tiempo mínimo de estancia en el santuario para cada área, desde un mes para el área de “negros” para poder tener tiempo suficiente de conocer a todos los monos, hasta un par de semanas en el área de “para ti”. Cada área tiene un tiempo mínimo de estancia acorde a las necesidades de los animales del área. En mi caso, estaré un mes en el área de coatíes y me trasladarán a otro de los áreas al finalizar el mes.


Mis cuatro últimas semanas en Jacj Cuisi


Mi último mes en Jacj Cuisi ha sido en el área de “Para ti”, que está a unos 15 minutos del

campamento. Este área está destinada a 17 monos capuchinos, uno de ellos, Cleo, es libre y

puede campar a sus anchas por el área, dos de ellas, Punki y Camila, tienen su jaula siempre

abierta y se encuentran atadas al runner, pero pueden entrar y salir cuando quieran; el resto de los monos viven en sus jaulas por las noches y por las mañanas salen para pasar el día en sus runners.


Al contrario de lo que se hace en el área de “Pequeños” con los coatíes, no hay contacto físico directo con los monos, sino que su runner está atado a su jaula y ellos salen de esta directos al runner sin necesidad de llevarlos con una cuerda. En el caso de tres de las hembras (Franca, March y Totita), estas están en sus jaulas por las noches como el resto de monos pero por las mañanas sí se les lleva a sus runners, cada día uno distinto para que puedan tener variedad de espacios. Para llevar a las hembras a sus respectivos runners, vamos a la jaula de cada una de ellas, abrimos la puerta que está cerrada con carabina y esperamos a que ella se suba sola a nuestro hombro. Una vez se sube, quitamos la carabina que une su cuerda a su jaula y andamos con ella en el hombro (o en nuestra cabeza, dependiendo de la mona) hasta su runner. Una vez en el runner, colocamos la carabina en la cuerda de este y dejamos ahí a la mona hasta que volvemos a por ella por la tarde para volver a llevarla a su jaula.


Para el manejo de las hembras, es importante haber estado ya unos días trabajando en el área y acercándonos a las monas, para que ellas se sientan cómodas con nuestra presencia y seamos familiares con el área, es decir, debemos conocer un poco ya a cada una de ellas, estar atentas de sus reacciones y conocer bien todos los caminos desde las jaulas a los runners para poder ir directas y con seguridad una vez tengamos a las monas encima.


Mi rutina en el nuevo área es similar a mi rutina en “Pequeños”, nos despertamos a la misma hora y las actividades hasta las 8:30h son las mismas. Para ir al área, las personas voluntarias y la coordinadora del área nos reunimos para ir juntas con las mochilas cargadas con la comida que los monos comerán ese día. A las 8:45 (aproximadamente) llegamos al área y les servimos agua fuera de las jaulas, al lado de su runner, para que puedan estar hidratados durante el día. A la vez, alimentamos con un puré de fruta a algunos de ellos que necesitan más suplementos con su comida.


Después de esto, preparamos y les servimos el desayuno fuera de sus jaulas, cuando hacemos esto, abrimos la puerta trasera de sus jaulas, la que da a su runner, para que cada mono salga a tomar su desayuno y a pasar el día en su runner. En el caso de Cleo, que está libre, le servimos su puré en un plato y su desayuno y le llamamos para que venga a recogerlo. Es una monita bastante asustadiza así que suele esperar a que nos vayamos para pasar a recoger su desayuno.


Una vez que los monos están fuera de sus jaulas, nos dividimos el trabajo entre la encargada y las voluntarias que estemos en ese momento para limpiar las jaulas de todos los monos. En mi primera semana, éramos dos voluntarias y una encargada, así que nos dividíamos en tres: una persona limpiaba las jaulas de las hembras, más pequeñas, otra limpiaba una de las filas de jaulas de machos y la otra limpiaba otra de las filas. Es importante limpiar bien las jaulas a menudo para que no haya demasiados restos orgánicos que atraerían muchos animalitos, entre ellos cucarachas. Una vez por semana (suele ser los sábados), la limpieza que se hace en las jaulas es más profunda que el resto de días para acabar mejor con toda la suciedad, y usamos jabón y desinfectante.


Después de la limpieza, preparamos la comida y realizamos alguna tarea que haga falta ese día. Cada monita tiene una hamaca hecha con una manta en cada jaula, a veces estas hamacas se descuelgan y cada semana las cambiamos para limpiarlas, así que a veces una de las tareas diarias es hacer esto. Otras veces, es arreglar o renovar las estructuras de los monos en los runners (les colgamos lianas entre los árboles o les construimos estructuras para que puedan subirse y pasar de árbol en árbol con más facilidad o para que jueguen).


Al preparar la comida, muchas veces se hace con enriquecimientos, como en el caso de los coatíes y la tayra. En el caso de los monos, un enriquecimiento muy frecuente es usar pequeños tronquitos con agujeros donde metemos su comida para que ellos tengan que esforzarse un poco en conseguirla y a la vez les estimule más que ponerla directamente en el plato.


Después de darles su almuerzo, las voluntarias bajamos al campamento a comer y descansar y la coordinadora se queda comiendo en el área para asegurarse de que alguien puede proteger a los monos en el caso de que pase algo en esa hora y media. A las 14h, las voluntarias subimos de nuevo al área y les damos su snack a los monos (aquí es donde solemos hacer el enriquecimiento porque disponemos de más tiempo, y el snack suele ser plátano, entre otras cosas). Después del snack, seguimos haciendo las tareas que no pudimos terminar por la mañana y a las 16h les servimos agua y les damos su cena dentro de la jaula, abrimos su puerta trasera para que entren y nos aseguramos de que su puerta delantera está bien cerrada para la noche. Después de hacer esto, vamos a los runners de las tres hembras que he mencionado antes y las llevamos a sus jaulas, donde ya hemos dejado su cena y su agua preparadas para la noche.


A las 17:30 bajamos al campamento, dejando a todos los monos (excepto a Cleo, Camila, Punki y algún mono que no quiera entrar, que suele ser Murdock metidos en las jaulas hasta la mañana siguiente.


Es importante conocer el carácter de cada mono para trabajar con ellos, ya que, dependiendo de este, nos acercaremos o no a cada mono, y de una forma distinta. Hay algún mono, como Conejo, que no se lleva muy bien con las personas e intenta lanzarse contra mi cada vez que paso al lado de su jaula, por lo que es importante estar alerta y no acercarme mucho a la zona donde él puede agarrarme. Hay otros, como Jorge o Lemmy, que buscan más el contacto con las personas y no tienen las reacciones que puede tener Conejo con nuestra presencia. Igualmente, ninguna reacción es mala y son animales salvajes, entonces no deberían tenernos aprecio, sino huir de nosotros. En el caso de las monas, empecé llevando a March desde su jaula a su runner y, una vez que pasó el tiempo y estaba más segura, pude comenzar a llevar a Franca. En el caso de Totita, el manejo era de la coordinadora, porque esta monita tiene reacciones más impredecibles para nosotras y es importante tener mucha confianza con ella y mucho tiempo en el área para poder acercarse tanto como me puedo acercar a March y a Franca.


Ahora que esta experiencia ha llegado a su fin y tan sólo me quedan tres días en Jacj Cuisi, puedo decir que ha sido una vivencia muy bonita de la que me llevo muchos aprendizajes y recuerdos. Nunca había experimentado algo parecido, para mi muchas cosas eran nuevas: trabajar con animales (que, además, no me eran familiares porque nunca los había visto), vivir en la selva, lejos de los estímulos que daba por hecho antes de venir aquí (acceso a wifi, estímulos sociales, vivir en una ciudad). Aún no he asimilado mucho todo lo que he vivido y siento que hasta que no me vaya y pase un tiempo, no me daré cuenta de cómo me ha cambiado vivir aquí estos dos meses, pero puedo decir que me ha aportado mucha tranquilidad y que me siento muy bien con mi decisión de venir aquí.

 
 
 

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