como parte de la solución a la actual crisis climática
Magdalena Astruc López
‘’Mi bienestar sólo es posible si reconozco mi unidad con todos los pueblos del mundo’’ León Tolstoi.
Durante mi estancia en Perú, visité distintas comunidades a lo largo de todo el país, muchas de ellas dentro de la elaboración de mi TFG de cooperación de ‘’Promoción del emprendimiento de mujeres cusqueñas en riesgo de exclusión social’’, que como su propio nombre indica, consistía en la promoción del emprendimiento de mujeres cusqueñas con el objetivo de darles herramientas para mitigar la exclusión social a través del empoderamiento económico. Elegí este tema debido a las altas tasas de violencia de género existentes en esta zona, ‘’habiendo sido 8 de cada 10 mujeres del departamento de Cusco las que afirman haber sufrido violencia en algún momento de sus vidas por parte de su esposo o compañero’’ (INEI, AÑO 2018).
Al margen de lo que pude aportar durante las capacitaciones y asesoramiento técnico a las emprendedoras cusqueñas de bajos recursos, tengo que decir que fue un intercambio, algo recíproco. Tuve la oportunidad de contemplar de cerca una realidad muy distinta a la que estoy acostumbrada, con la riqueza que esto conlleva. Dentro de los aprendizajes que pude obtener de este intercambio, fue el poder apreciar de cerca la Cosmovisión Andina, que tanto se ha popularizado en la última década en Europa y que algunos movimientos de pensamiento ecologistas llevan por bandera.

La Cosmovisión Andina es una manera determinada de ver el mundo, es decir, de interpretar la realidad caracterizada por la relación dual entre el runa (ser humano) y la Pacha Mama (madre tierra). Este pensamiento otorga derechos a la naturaleza como si de un ente igual se tratase, y así se puede ver plasmado en la Constitución de Ecuador de 2008, que entiende a la Naturaleza como sujeto de derecho.
Foto 1: -Moray, Valle Sagrado.
Es característico asociar la Cosmovisión Andina al Imperio Inca o a la Civilización Quechua, los cuales acumulaban una gran cantidad de conocimientos sobre diversos campos como la ingeniería, la arquitectura o la agricultura, entre otros, pero que por lo que sabemos hasta ahora, no siguen una lógica cartesiana, sino que se basan en la experimentación a través de la observación de la naturaleza.
Partiendo de este planteamiento de la realidad, surgen los ‘’Sumak Kawsay’’ (‘principios del Buen Vivir’’ en quechua), como crítica totalitaria decolonial por parte de los pueblos indígenas de Ecuador al Informe Brundtland de 1986 en el que se acuñó el concepto de desarrollo sostenible. Este movimiento ha sido, desde mi punto de vista, utilizado por algunas corrientes de pensamiento ecologistas, desarrollando los llamados ‘’Objetivos del Buen Vivir’’ como alternativa a los Objetivos de Desarrollo Sostenible propuestos por la ONU y que se basan en la búsqueda de una armonía con uno mismo, con la sociedad y con la naturaleza. El principal argumento de los OBV es la crítica a la visión neoliberal, occidentalizada y antropocéntrica de Desarrollo, es decir, al contrario de la corriente de pensamiento ambientalista, en la que no se ve necesario un cambio en la estructura y valores fundamentales del sistema actual.

Los defensores del Sumak Kawsay identifican la necesidad de llevar a cabo grandes reformas de carácter político, social y económico que garanticen el cuidado y respeto a la naturaleza.
Foto 2.-Casa tradicional en Chincheros con simbología andina.
La primera vez que oí hablar de la Cosmovisión Andina me impresionó enormemente por su notable diferencia con respecto a la manera en que percibimos la realidad en Europa. Además, la idea de crear unos objetivos de desarrollo acordes a estos valores de armonía y respeto a la naturaleza en un contexto de crisis climática como alternativa a los tan cuestionables ODS me parecían una propuesta bastante interesante. Sin embargo, a lo largo de mi estancia en Perú, tuve la oportunidad de ver las cosas de cerca y reflexionar de manera más crítica e informada.
A continuación, compartiré una serie de vivencias que me llevaron a la reflexión y a la conclusión que se presenta más adelante.

Aclarando que no tengo intención de extrapolar y reducir el siguiente relato personal a la gran complejidad que representa el dilema de los valores del Buen Vivir dentro de la actual Sociedad Andina, sino simplemente compartir pequeños acontecimientos que llevan a la reflexión del desarrollo de estos principios en el contexto actual.
Foto 3. Mujeres de Chincheros produciendo chuños.
Durante mi estancia en las comunidades del Ausangate llamaba mi atención el relato que mi compañero Abraham, historiador y encargado de la ONG en terreno, me contaba acerca de la destrucción de biodiversidad ocurrida en las lagunas cercanas promovida por las comunidades debido a la introducción de truchas de manera artificial para su autoconsumo. Igualmente, en esa misma visita me impactó la inexistente cultura del residuo, viendo cómo sin ningún pudor arrojaban plásticos al suelo sin intención de recogerlos en el futuro y con su consecuente acumulación.
De la misma manera, me quedé impresionada cuando durante la visita a la Reserva Nacional de Tambopata, en Puerto Maldonado, vimos a unos hombres realizando una actividad muy ruidosa en el río y le pregunté al guía qué era eso. El guía con una mezcla de tristeza y resignación me explicó que esas personas, en su mayoría locales, estaban realizando minería ilegal para la extracción de oro y el ruido era el menor de los inconvenientes, ya que el mayor perjuicio se producía al introducir el mercurio que usaban en el proceso de extracción dentro del mismo río que abastecía a la ciudad.

Tiempo después, hablando con unos amigos peruanos, les contaba esta anécdota y para mi sorpresa, no era algo que les sorprendiese, de hecho, me contaron que existían pueblos enteros en Perú que habían dejado de ser habitables a consecuencia de la excesiva contaminación del río que les abastecía producida por la minería ilegal.
Foto: 4.-Minería ilegal de oro en Puerto Maldonado.
En esa misma visita a la Selva Amazónica, Allan, un chico joven que nos hacía en ese momento de guía, nos empezó a contar acerca de las distintas comunidades que vivían en los alrededores, sus costumbres y los distintos grados de integración en nuestra sociedad. Me resultó muy interesante el hecho de que algunas de esas comunidades nunca hubiesen tenido contacto con nuestra sociedad, estas estaban protegidas bajo la ley, aunque no era tan simple como eso, ya que a veces existían conflictos de intereses. Un ejemplo de conflicto de intereses es el hecho de que existen unas tortugas en peligro de extinción, las cuales están a su vez protegidas por la ley, sin embargo, existen algunas tribus protegidas que tienen por costumbre consumir como alimento los huevos de estas tortugas, y según comentaba el guía, no atienden a ningún tipo de razón.
En Perú se encuentra uno de los lagos más impresionantes del mundo, caracterizado por su altura, su navegabilidad y por la existencia de diversas islas habitadas en su interior, es el Lago Titicaca. Tuve la suerte de poder conocer a algunas de las comunidades que habitan tanto en las Islas flotantes de los Uros, como en la Isla de Amantaní y la Isla de Taquile. Afortunadamente, su consumo de agua se basa en las fuentes naturales de agua dulce que se acumulan en sus mismas islas. Digo afortunadamente porque la contaminación de este lago va aumentando cada año debido a la minería ilegal, el vertido de aguas residuales y de residuos sólidos de la región peruana de Puno.
Allí mismo, en la visita a Puno, conocí a una pareja de chicas limeñas con las que compartía la tristeza de ver el poco cuidado que se empleaba en gestionar adecuadamente los residuos y así preservar el Titicaca. Ellas estaban de acuerdo en esto, pero al mismo tiempo, me contaban que no les extrañaba y que en Lima aún era peor la conciencia sobre generación y gestión de residuos, llegando a superar en algunos casos los 2 kg de residuos por habitante al día.
Estas vivencias y otras más que podría relatar, me hicieron reflexionar sobre mi perspectiva inocente, idealizada y occidental de lo que representan los valores andinos en la actualidad. Una parte de mí, quería creer que el hecho de que en las comunidades se preservase una gran tradición, en lo que a rituales se refiere, hacía que los valores siguiesen presentes. Vi que esta percepción era una idealización bastante naif por mi parte; evidentemente partiendo del carácter reducido y sesgado de mi experiencia. Sin embargo, no pude evitar quedarme con el sabor de boca de que actualmente lo que queda de los valores andinos son mayoritariamente costumbres arraigadas, que muchas veces podría parecer que carecen de un trasfondo consistente.
Quiero dejar claro que soy consciente de que Perú se encuentra en un mundo globalizado y convive dentro de una economía capitalista. Soy consciente de que probablemente el impacto ambiental de los actos descritos no tenga ni punto de comparación al que generamos en nuestro día a día en países del Norte Global como en España.

Y también quiero recalcar que en mis relatos hay personas peruanas que critican y denuncian los escenarios que doy a conocer.
Lo que vengo a decir, es que al fin y al cabo todos somos seres humanos y no somos ni ideales ni perfectos y por lo tanto cualquier sistema de convivencia o solución a los problemas que se nos plantean, como podría ser en este caso la crisis climática, debe de contemplar esto y no intentar meter ciertos ideales con calzador.
Foto 5: Faldas del Ausangate.
Aunque he de reconocer que la Cosmovisión Andina es una gran fuente de inspiración y que debe generar debates, al mismo tiempo pienso que es contraproducente aspirar a que el mundo entero se movilice para alcanzar los ‘’Objetivos del Buen Vivir’’ cuando podría parecer que ni siquiera en las comunidades andinas se es plenamente consciente de ellos. Más aún teniendo en cuenta el hecho de que éstos carecen de una estrategia de implantación y se presentan en una sociedad globalizada, industrial y capitalista, regida por la reglas del mercado. Esto hace muy difícil el desarrollo de una hoja de ruta que represente los valores de los ‘Objetivos del Buen Vivir’ más allá del plano de las ideas .
Definitivamente, los ‘’Objetivos del Buen Vivir’’ tienen sus fallos, a sí mismo los Objetivos de Desarrollo Sostenible planteados por la Organización de las Naciones Unidas también los tienen, pero el tiempo no perdona y las consecuencias de la crisis climática ya están causando innumerables externalidades negativas que no harán más que crecer a un ritmo exponencial en los años venideros.
Necesitamos dejar de ser tan idealistas y adoptar una visión más realista y pragmática acorde a nuestra condición humana, el contexto neoliberal en el que hemos crecido y a la gravedad y urgencia de la crisis climática a la que nos enfrentamos.
Referencias:
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