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Totonicapán guarda su cultura e historia. Ana Karen Ayala Moreno.

Primera entrada:


Los colores del paisaje y las vestimentas, los olores y sabores de la gastronomía, el viento frío en mi cuerpo, los sonidos de los altavoces en las avenidas y, sobre todo, las sonrisas y la calidez del saludo casual en las calles me transportaron, inmediatamente, a casa. Soy ecuatoriana y las similitudes entre latinoamericanos es palpable. Por ello, desde mi llegada a Guatemala he identificado las semejanzas que tenemos, tanto en lo positivo como en lo negativo.


No obstante, en este breve texto me enfocaré en describir mi primera impresión al pisar Totonicapán, un municipio perteneciente al departamento homónimo, que se ubica en la región suroccidental del país centroamericano, en el que realizo un voluntariado en el área de comunicación de la Municipalidad. Ya tendré el espacio en dos entregas posteriores para hablar sobre el mismo.


La primera impresión que un nuevo sitio deja en sus visitantes no radica solo en sus paisajes o arquitectura, sino en su cultura. Para saber sobre ello, mantuve un diálogo cargado de sabiduría con un totonicapense de corazón, Miguel Antonio Vásquez, director de la Casa de la Cultura, quien labora en este sitio hace 19 años. "Uno debe querer mucho a su pueblo, debe conocer mucho de su tierra y hablar de lo bonito y bueno que tiene", es una de las primeras frases que pronuncia, mientras me invita a recorrer las instalaciones.

Totonicapán es un baluarte de la cultura y la historia indígena que ha resistido el paso del tiempo. Fundada hace 51 años, la Casa de la Cultura de Totonicapán es mucho más que un simple edificio; es un espacio donde el pasado y el presente coexisten, aquí se encuentra la Morería Nima K'iche', que guarda más de 400 trajes que forman parte del patrimonio cultural del municipio, utilizados en danzas tradicionales que reflejan la diversidad del departamento. Entre estos se encuentran los trajes ceremoniales y aquellos utilizados en la representación de los moros y los españoles durante la conquista, una tradición que ha perdurado gracias a dicha Morería, fundada hace 75 años por Francisco Gutiérrez.


Además, en la Casa de la Cultura se ofrecen una serie de actividades para el desarrollo de las artes y la educación. Con el apoyo de la Municipalidad, aquí se imparten clases de estimulación temprana, lectura comprensiva, artes, enseñanza de quiché -idioma perteneciente a la lingüística maya predominante en esta región-, y, de manera especial, marimba, el instrumento nacional de Guatemala. "La escuela de música ha tenido mucha aceptación y éxito. Varios jóvenes que han estudiado acá tienen ahora sus propios grupos y aquí han crecido, ha sido su cimiento", comenta con orgullo Miguel.


Máscaras de representación de los españoles en la conquista

Morería Nima K'iche' que alberga más de 400 trajes


La historia de Totonicapán no estaría completa sin mencionar a Atanasio Tzul, uno de los líderes indígenas más venerados de Guatemala, quien perteneció al pueblo maya k’iche’. En 1820, Tzul lideró un levantamiento en contra de los tributos impuestos por los españoles, una revuelta que culminó el 12 de julio con su coronación como rey, junto a su esposa Felipa Tzoc.


Monumento de Atanasio Tzul ubicado en el Parque La Unión


El Teatro Municipal de Totonicapán es otro tesoro cultural que enriquece la historia de la ciudad. Su construcción, que comenzó en 1913, fue impulsada por el entonces alcalde Manuel Ricardo Espada, un amante de la cultura que, con gran visión, seleccionó a los mejores artesanos y arquitectos para llevar a cabo esta obra.


Miguel comenta que, aunque el arquitecto original, José León Arriola, falleció antes de que la obra comenzara, el totonicapense Manuel Trinidad Mesa tomó las riendas del proyecto, asegurando que los planos originales fueran interpretados fielmente.


El teatro, completado en 1922, fue finalmente inaugurado en julio de 1924, después de que las butacas y el mobiliario, donados por Juan Florencio Calderón y traídos desde Alemania, llegaron tras dos años de espera. Las butacas de la luneta, que aún se conservan en su estado original, son un testimonio del esmero y dedicación que se invirtieron en la creación de este espacio cultural.


Actualmente, esta construcción emblemática -con detalles neoclásicos, ubicada en el Parque San Miguel- tiene capacidad para unas 300 personas, en el que se planifican un sinnúmero de actos. Para celebrar su centenario, la Municipalidad ofreció a los totonicapenses una sucesión de eventos culturales durante el mes de julio, entre los que figuraron la participación de escuelas de marimba en el frontispicio del teatro y la presentación del Ballet Nacional de Guatemala.

Teatro Municipal. Un legado con 100 años de historia.


Totonicapán no solo es un rincón pintoresco de Guatemala sino un bastión de la cultura, la historia y la identidad. Cada rincón de este lugar está impregnado de un legado que sus habitantes han sabido preservar. Y en ‘Toto’ todavía hay mucho por contar.


Pinturas identitarias que engalanan la ciudad


Segunda entrega:


Esfuerzos en Seguridad Alimentaria y Nutricional en Totonicapán

 

Desde 2016, la Oficina de Seguridad Alimentaria y Nutricional (OMSAN) de la Municipalidad de Totonicapán ha trabajado arduamente para mejorar la calidad de vida de sus comunidades. Encabezada por Yésica García, coordinadora de la Oficina, junto a un equipo de cuatro técnicos de campo, se dedica a garantizar el acceso a alimentos, atendiendo una necesidad en un departamento donde el 48.2% de los niños y niñas sufren de desnutrición crónica.

 

“La desnutrición es invisible, pero se refleja en el bajo rendimiento escolar, poca energía para sus actividades, poca retención, etc., que influye en los bajos índices de desarrollo. A través de la Comisión Municipal de Seguridad Alimentaria, el área de salud presenta una sala situacional de desnutrición aguda y para lo que va del 2024, registra 50 casos, respecto al 2023 que presentó 61 casos, es decir que la cifra puede aumentar” explica la funcionaria.

 

La seguridad alimentaria -según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés)- existe cuando todas las personas tienen, en todo momento, acceso físico, social y económico a alimentos suficientes, inocuos y nutritivos que satisfacen sus necesidades energéticas diarias y preferencias alimentarias para llevar una vida activa y sana. Para ello, se plantearon cuatro dimensiones primordiales: la disponibilidad física de alimentos, el acceso económico y físico a los alimentos, la utilización de los alimentos y la estabilidad en el tiempo de las tres dimensiones anteriores.

 

En Totonicapán, muchas familias poseen tierras, pero carecen de los recursos económicos y los insumos necesarios para producir alimentos. La falta de trabajo y la preferencia por productos menos nutritivos, como refrescos, agravan la situación. Además, la calidad del agua es un tema delicado y tabú en las comunidades, lo que dificulta los esfuerzos para garantizar agua potable segura. “Se han querido realizar estudios del agua, pero los habitantes no lo permiten porque temen que se les quite el agua, que se disminuya el consumo o que se les cobre más. Es una idea suya, pero que no sucede”, manifiesta.

 

La OMSAN ha adoptado un enfoque integral para combatir los desafíos, promoviendo cuatro pilares: disponibilidad, acceso, consumo y aprovechamiento biológico de los alimentos. Entre las iniciativas destacan la creación de huertos familiares y escolares, la producción de hongos ostra (variedad con alto valor nutricional, fuente de proteína y fibra), la implementación de granjas de gallinas ponedoras, invernaderos de tomate, donación de alrededor de ocho semillas certificadas. Estos esfuerzos buscan no solo mejorar la disponibilidad de alimentos, sino también generar ingresos económicos para las familias.


 



Para realizar estas actividades se cuentan con diez Comités Comunitarios de Seguridad Alimentaria (Cocosanes), muchos de ellos liderados por mujeres. “Lamentablemente, las autoridades comunitarias no ven como prioritaria a la seguridad alimentaria, piensan más en las infraestructuras, que está muy bien que se gestionen, pero se debe pensar más en el acceso a los alimentos y la nutrición de la comunidad. Por ello, se trabaja principalmente con lideresas comunitarias que son las que nos apoyan para identificar las necesidades”, explica Yésica. 

 

En las Cocosanes se promueven charlas de salud, higiene del hogar, higiene personal, higiene de alimentos, el cuidado del consumo de los alimentos, etc.; además de talleres de cocina en colaboración con el proyecto Ixmucane, que apoya en la financiación de actividades como pastelería, chocolatería, recetas tradicionales impulsando así pequeños emprendimientos locales.


 

Asimismo, se gestionan y se entregan alimentos a las familias que más lo necesitan. “Sabemos que con alimentos no podemos erradicar ni combatir totalmente la problemática, pero al menos viene a aliviar un poco la situación de algunas familias que no tienen suficientes recursos”, menciona García.

 

Las alianzas son vitales en el trabajo de la Oficina, tanto a nivel estatal como privado. Karina Pretzantzin, técnica en Desarrollo e Implementación de Políticas de Catholic Relief Services (CRS), organización que trabaja aliada a la Municipalidad en seguridad alimentaria, comenta que fue muy favorable la actualización de la política, ya que en su implementación caben todas las actividades. Esta organización realiza seguimiento de la implementación de la política, también un impacto en educación y en alimentación escolar, en 415 escuelas del Departamento de Totonicapán. De igual manera, se capacitan sobre buenas prácticas higiénicas, se han promovido que productores locales lleven alimentos a las escuelas para generar circuitos económicos locales. 

 

A pesar de los desafíos que existen a nivel departamental como municipal, García señala que los esfuerzos han dado frutos, con una mayor cobertura en las comunidades y un creciente reconocimiento del trabajo de la Oficina. "Antes, nosotros teníamos que ir a buscarlos; ahora, las personas vienen directamente a nosotros", comenta, subrayando el impacto de los proyectos en la comunidad.


¿Cómo se prepara Totonicapán para aplicar la política de gestión de residuos sólidos?

 

En Guatemala se producen un promedio de 0.505 kg/hab/día de residuos y desechos sólidos, de acuerdo a un estudio realizado por el Ministerio de Ambiente y Recursos Naturales, por lo que el país centroamericano se ha comprometido a mejorar la gestión de los desechos a través de la clasificación obligatoria con la implementación del Acuerdo Gubernativo 164-2021.

 

Este Acuerdo establece las normas para evitar el deterioro ambiental, reducir la contaminación y mejorar la salud. Es así que obliga a todos los municipios de Guatemala a clasificar los residuos sólidos para lograr una incidencia local y nacional que arrancará en febrero de 2025.

 

A propósito, Juan Alvarado, director de Servicios Públicos Municipales de Totonicapán, explica que en este municipio el mandato se está implementando a través de una colaboración interinstitucional que ha establecido una Mesa Técnica cuyo enfoque es la concientización en la población y la creación de una planta de tratamiento. Esta Mesa cuenta con la participación del Centro de Salud, Medio Ambiente, la Junta Directiva de Recursos Naturales, las alcaldías de las cuatro zonas del municipio y la representación de los 48 Cantones.

 

Alvarado enfatiza que la educación es clave para cambiar esta realidad. En respuesta, la municipalidad ha destinado a educadoras ambientales que trabajan en las escuelas del área urbana para impartir charlas sobre la clasificación y manejo de residuos. El proceso de concientización no se detiene en las aulas, ya que la Mesa Técnica prepara campañas informativas a través de diversos medios, incluyendo spots publicitarios y redes sociales.

 

Pese a ello, un reto significativo es la construcción de la planta de tratamiento, puesto que la clasificación de desechos es esencial, pero no puede lograrse sin contar con la infraestructura adecuada para manejar los materiales clasificados. “A nivel de recursos económicos es una gran inversión. Según algunos estudios que se han realizado, necesitamos alrededor de 13 millones de quetzales y también un predio de al menos cuatro manzanas, donde se pueda construir esta planta”, explica el director.

 

Los datos de la Guía Práctica para la Formulación de Planes Municipales para la Gestión Integral de Residuos y Desechos Sólidos del Ministerio de Ambiente y Recursos Naturales, mencionan que hasta 2018, en Guatemala, el 41.86% de los hogares utilizan servicio de recolección para eliminación de residuos, sin embargo, es superado por un 42.79% que practica la quema de residuos; además se identificaron que 6.82% practica la abonera o reciclaje, el entierro en 3.50% y arrojarlos en ríos, quebradas o en el mar en un 1.43%.

 

En el caso de Totonicapán, mediante un estudio de caracterización, se sabe que más del 50% de los residuos recolectados son orgánicos, lo que abre una oportunidad para la creación de compost y la reutilización de estos desechos en la agricultura local, tomando en cuenta la composición geográfica del sector que aún guarda extensiones de campo.

 

Alvarado señala que la implementación de una gestión efectiva de los residuos no es solo una cuestión de cumplimiento legal, sino una necesidad urgente para mitigar los efectos del cambio climático. También pone gran esperanza en el potencial de Totonicapán para adaptarse a los planes nacionales de gestión de residuos puesto que cuenta con la organización de los 48 Cantones, cohesión social que puede ser la clave para lograr una gestión efectiva.


La población (42,79%) practica la quema de residuos.



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