Durante mi estancia de 3 meses en Matagalpa, una pequeña ciudad situada al noroeste de Nicaragua, he estado colaborando con la ONG CIC Batá Mesoamérica, y con su socio CEN (Centro de Entendimiento con la Naturaleza), con sede en Peñas Blancas (Jinotega), 70 km al noreste de Matagalpa (aunque debido al mal estado de las carreteras y los carros, se tardan 2 horas y media en llegar!)
En esta entrada os voy a hablar sobre una de las actividades en las que participé con Batá, en colaboración con otro de sus socios, la UNAG (Unión Nacional de Agricultores y Ganaderos). Se trata de un diagnóstico participativo que realizamos en la comunidad de Jumaiquí, 24 km al sur de Matagalpa (más de una hora de carril lleno de grava y baches), el 31 de octubre de 2017. Tras esta intervención, en los días posteriores realizamos otras dos en las comunidades de Nueva Esperanza y Totumbla, y más adelante volví a participar en otra, esta vez con el Grupo Venancias (Organización Feminista de Matagalpa) como socio, en San José de Bocay, cerca de la frontera con Honduras.
La UNAG y Batá, unieron recursos técnicos, materiales y humanos para realizar un proceso de identificación en comunidades donde la UNAG tenía demanda, por parte de las familias pequeñas productoras, de ser atendidas y apoyadas para afrontar los problemas de la comunidad y de las unidades de producción, mejorando así sus condiciones de vida en un contexto de cambio climático. Jumaiquí era una de estas comunidades: sufre un alto grado de degradación de sus suelos, producto, entre otros factores, de las prácticas agrícolas inadecuadas que realizan las familias productoras. La mayoría de los habitantes poseen propiedades pequeñas de 2.8 Ha de promedio, son familias que han habitado el territorio por generaciones, y cuando la familia crece, la tenencia de la tierra se hace más complicada. Por su ubicación geográfica en la parte alta, en transición a la zona más seca del departamento de Matagalpa, es una comunidad vulnerable a los efectos del cambio climático y es zona estratégica para la protección y conservación de los recursos naturales. Además, en el transcurso de este diagnóstico, conocimos que no existe proyecto de agua potable en la comunidad: hay 5 pozos comunales (1 artesano y 4 excavados), un río y una quebrada que abastecen a la población. En verano (época seca), la disponibilidad de agua es mínima, siendo los meses más críticos marzo, abril y mayo, cuando el río y los pozos se secan. También conocimos que no tienen centro de salud, el más cercano está a 3 km, no hay transporte colectivo y las vías de acceso están en un malísimo estado; dificultando la movilización de personas y la distribución de producción. Además, estos problemas de transporte hacen muy remotas las opciones de estudiar de los jóvenes.
Este diagnóstico consistió en un proceso de intercambio participativo de las percepciones de la población sobre las principales dificultades que padecen, donde la información principal son las voces, visiones y reflexiones de estas personas, que son las que impulsan el desarrollo social y comunitario de forma integral. El objetivo de éste es reunir la mayor cantidad de información (de cara a una posible intervención de CIC Batá y la UNAG) para conocer en profundidad, desde las propias voces de mujeres, hombres, adultos y jóvenes, qué problemas identifican en sus hogares, fincas, comunidades y municipios; qué necesidades tienen y cómo visualizan las posibles soluciones.

Para esta identificación hicimos uso de una serie de herramientas metodológicas combinadas de tipo cualitativo, pensadas para extraer la información preliminar necesaria para la formulación de un futuro proyecto que integre los temas de género y medioambiente y que tenga en cuenta especialmente a los grupos más vulnerables. La metodología se enfoca en la motivación de la población participante, para que ellos y ellas mismas describan sus comunidades desde los ámbitos social - cultural, económico - productivo, ambiental - territorial y político - organizativo; e identifiquen los problemas que sufre la comunidad en la que residen y brinden pistas para posibles soluciones. En el proceso se siguió la metodología del ASEG (Análisis SocioEconómico y de Género) y en la realización de la mayoría de actividades se hizo división por grupos: pese a que se convocó a cantidades iguales de cada grupo de población, la asistencia masculina fue menor de la esperada; por lo que finalmente se hizo un grupo de mujeres jóvenes y otro de adultas o mayores, ambos capacitados por personal femenino; y un único grupo de hombres con mezcla de edades, capacitado por personal masculino. Cada grupo estaba formado por entre 5 y 8 personas.
Hicimos uso de cuatro instrumentos metodológicos para obtener la información:
1. El mapa parlante de los recursos de la comunidad. Para este ejercicio, el equipo facilitador llevó pre-elaborado un mapa de la comunidad y figuras recortadas para que las personas participantes colocaran libremente donde se ubicaban físicamente los servicios, recursos y principales puntos de referencias existentes en la comunidad; como escuelas, centros de salud, servicios de transportes, de energía eléctrica, tomas de agua públicas, cementerios, iglesias, bosques, ríos, etc. Esta actividad, junto con la evaluación final, son las únicas en las que participaron los tres grupos juntos. El mapa parlante pretende ser una fotografía de como las familias participantes perciben su comunidad.

2. El calendario de sucesos anuales. Con esta actividad los participantes ubicaron a lo largo del año, los momentos periódicos cumbre para realizar las principales labores productivas, épocas de lluvia y de sequía, u otros acontecimientos que afecten a la vida de los habitantes de la comunidad. En este caso se cerraría el encuadre de la fotografía, captando principalmente el ámbito productivo de las fincas.

3. El reloj del día. Cada grupo de reflexión identificó y analizó, en primer lugar, lo que desde su perspectiva hacían durante cada hora de un día “común” y posteriormente lo que según ellas/os hacía el sexo opuesto. La idea era identificar los roles y tareas asignados, lo que se reconoce como trabajo, como responsabilidad u obligación y los tiempos que se dedican a cada una de las labores, analizando las diferencias entre ambos sexos. Aquí volveríamos a cerrar el marco de la fotografía, percibiendo un ámbito más doméstico, el del hogar.

4. La matriz de prioridad de problemas. Cada grupo de reflexión analizó e identificó los principales problemas que perciben en sus comunidades, fincas y hogares, identificó las posibles causas y aportó pistas para posibles soluciones.

Finalmente se realizó una evaluación de la actividad,las personas participantes de manera individual marcaron en un papelógrafo, y con el equipo capacitador ausente, su opinión sobre el evento (bueno, regular o malo) en los ámbitos de: metodología, facilitación, materiales y tiempos. Después, en plenario y de manera oral expresaron el porqué de las valoraciones a los capacitadores (que por cierto fueron muy positivas!)

Una vez terminadas las actividades, se sirvió un almuerzo para todos los asistentes y capacitadores, donde pudimos seguir platicando con los vecinos de la comunidad. El menú: arroz y frijoles (como no!!) con pollo, y jugo de pitaya! A comer!!!