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WANKAMSNA. ROMPIENDO ESTEREOTIPOS.

El día doce de julio del 2017 comenzó mi viaje a la temerosa y aterradora Honduras. Un país asolado por la violencia.


Si pensamos en Honduras se nos viene a la cabeza esos grupos violentos, llamados maras, que tienen el control, la capacidad de atemorizar y de coaccionar la libertad. Parece que vas a estar encerrada en casa, asomándote a la ventana con cuidado para no ser herida, o que nunca vas a poder pasear por las calles de la ciudad con tranquilidad.

Las maras nacieron en EEUU y fueron llegando poco a poco. Esa enorme violencia, ese control del país por los grupos mareros. Todo eso, pasa. Podemos culpar los desastres ocasionados por el Huracán Mitch en 1998, que destruyó casas y ciudades dejando enormes estragos y una notable pobreza que provocó un aumento de la violencia. Podemos culpar a la corrupción que asola el país desde sus inicios. Podemos culpar a los privilegiados o incluso a otros países. Podemos culpar a aquellos que se llevan la riqueza y podemos culparnos a nosotros mismos.


Sin embargo, el pueblo hondureño, a diferencia de otros países de Centro América que han tenido guerras civiles muy sangrientas, ha sabido levantarse de forma más pacífica.


Durante mi estancia pude vivir una de las mayores luchas políticas enfrentadas hasta el momento. Las elecciones generales de Honduras del 2017, celebradas el 26 de noviembre. Tardaron más de una semana en transmitir los resultados, se escuchaban rumores de que el partido nacional, encabezado por Juan Orlando Hernández (JOH) quería reelegirse. A pesar de que el pueblo cansado de sus irregularidades optase en su mayoría por el partido libre La Alianza, en oposición a la dictadura, con su presidente Salvador Nasralla. Un notable fraude en el recuento de papeletas, que semanas más tarde a 18 de diciembre dio como ganador a Juan Orlando. Durante todas estas semanas, y como consecuencia; un pueblo cansado que ha sido continuamente castigado por sus dirigentes. Un pueblo que tiene numerosos recursos de los que se apropian sólo unos pocos. Un pueblo que salió a la calle. Conocí el famoso “cacerolazo”, ese toque de queda que propició el presidente nacional que ostenta el control militar, amenazando de llevar preso o herir a cualquier persona que estuviese fuera de casa más tarde de las seis, con el objetivo de parar la protesta. Ese toque de queda que el pueblo vulneró, saliendo a la calle con cacerolas, haciendo ruido, hablando, gritando “fuera JOH”, cantando: “el pueblo unido, jamás será vencido”.



Algo parecido pasó en el año 2009 con el Golpe de Estado que sufrió Honduras. Objeto de varios meses de crisis política en la cual el presidente Manuel Zelaya también intentaba modificar la Constitución para reelegirse. Transcurrieron diversas manifestaciones y huelgas. Este pueblo callado, lleno de pena (vergüenza), se levantó y consiguió parar esta violación de los Derechos Humanos.


Estábamos ante un suceso parecido, algunos hondureños que tuvieron la oportunidad de vivir ambos, decían que lo que estaba ocurriendo era más fuerte que el Golpe de Estado del 2009. Y esto aún no ha terminado, toque de queda, toma de calles, personas con pañuelos rojos representando al partido libre, quemando ruedas de coches e impidiendo el paso de cualquier vehículo, obstaculizando el movimiento dentro del país.



Cacerolas que se escuchaban durante toda la noche. Manifestaciones durante el día. Una violencia controlada del pueblo que conmovía, al ver que ciudadanos castigados también pueden luchar y levantarse contra su propio gobierno corrupto.


Es cierto, estas pandillas criminales que se hacen llamar maras tienen el control de todo, de la política, de la educación, de la salud, de las ONGs y de nosotros mismos.


Pero Honduras es mucho más que todo eso. Honduras tiene un clima tropical que propicia una agricultura perfecta, siendo productora de maíz, frijol, café y bananos. Honduras tiene una historia maya que te obsequia con las maravillosas ruinas de Copán, al occidente del país. Se encuentra entre dos mares, el Pacífico y el Caribe, con diversas islas y con el segundo arrecife coralino más grande del mundo, al norte del país. Honduras se encuentra habitada por siete grupos indígenas, cada uno con sus propias costumbres, su lengua, sus tradiciones, su historia y su origen.


Si vas al caribe, tienes la oportunidad de visitar la cultura garífuna que estando en Centro América te traslada a la África más profunda. A pesar de ser un país pequeño en extensión, te ofrece visitar más de 18 departamentos cada uno con sus comunidades y particularidades, vivir como ellos viven.


Honduras tiene gente, tiene historias y tiene vida. Y sí, se palpa el temor caminando tranquila. Después de cinco meses de aventuras y aprendizajes, no me puedo encontrar más que enamorada de este “violento” país. En el cual, personalmente, me he encontrado lucha, vida, ganas, magia, tranquilidad, niñxs e ilusión.


Me he encontrado de todo, menos violencia.


Wankamsna (Te quiero en Misquito, grupo étnico en el departamento Gracias a Dios, en la selva, al este del país).

Para más información os dejo la página web de la ONG con la que he trabajado y el proyecto principal con el que me marché. Todos ellos, han hecho mi estancia más maravillosa aun.

ACOES Honduras: https://acoes.org/

ACOES Granada Crea. Proyecto Bombearte’ 16: http://bombearte.blogspot.com.es/

Universidad de Granada
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