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"8 de 27". Poetas Salvadoreñas

Solucionarización.

Estas palabras son de paz

y ayuda.

Gracias a la gente que me

quiere.

Gracias a la gente que me

apoya.

Todas las dificultades de la

vida son soluciones de sueños

positivos. Todas las personas

que se conocen son vidas

con dignidad, no hay lados

que no puedan conocerse en

el ser humano.

Al final comprendimos

que no estamos solos.

Que la cultura de la vida

comparte una meta infinita.

Regresaremos al lugar

donde partimos, y reiremos,

de un mismo gozo, nuestros

sueños. Todas las metas de

paz y no violencia son

una misma meta.

Gabriel Botía Morillas, tras su experiencia en El Salvador.

SELECCIÓN DE POESÍAS DE MUJERES SALVADOREÑAS.

La mariposa.

En el jardín de plenilunio lleno

su tríptico de pétalos se posa,

con la fijeza de una mariposa

que congelara en flor su desenfreno.

Tiene en su cáliz de candor un pleno

aire más fino que nevada rosa,

y del perfume, doncellez premiosa,

la suave gala de blancor sereno.

Lilian Serpas. 1905-1985.

‎Y soñé que era un árbol

Y soñé que era un árbol

y que todas mis ramas

se cubrían de hojas

y me amaban los pájaros

y me amaban también

los forasteros

que buscaban mi sombra

y yo también amaba

mi follaje

y el viento me amaba

y los milanos

pero un día

empezaron las hojas

a pesarme

a cubrirme las tardes

a opacarme la luz

de las estrellas.

Toda mi savia

se diluía

en el bello ropaje

verdinegro

y oía quejarse a mi raíz

y padecía el tronco

y empecé a despojarme

a sacudirme

era preciso despojarse

de todo ese derroche

de hojas verdes.

Empecé a sacudirme

y las hojas caían.

Otra vez con más fuerza

y junto con las hojas que importaban apenas

caía una que yo amaba:

un hermano

un amigo

y cayeron también

sobre la tierra

todas mis ilusiones

más queridas

y cayeron mis dioses

y cayeron mis duendes

se iban encogiendo

se arrugaban

se volvían de pronto

amarillentos.

Apenas unas hojas

me quedaron:

cuatro o cinco

a lo sumo

quizá menos

y volvía a sacudirme

con más saña

y esas no cayeron:

como hélices de acero

resistían.

Claribel Alegría. Poeta Nicaragüense de madre salvadoreña. 1924.

Dragones de cartón (II)

El con su sonrisa agrietada

extendió sus ojos

y pidió una limosna…

En silencio se marchó con el frío

de la tarde

llevando la neblina

como abrigo perpetuo

y llevando como sombra

las luces de la calle.

Susana Reyes. 1971.

No está perdido lo que no encuentra puerto

No está perdido lo que no encuentra puerto ni a la deriva una barca que extravía su muelle. Hay viajes cuyo destino es el recorrido, no un espejismo en el horizonte. Y se vive viento, niebla, mareas cuyo propósito es ir y venir, olas donde la brújula sonríe con su boca náutica. Este viaje nos llena manos y ojos de nosotros mismos: vamos de forasteros e inmigrantes ilícitos dejando estelas de ausencias y amares a mares.

Claudia Meyer. 1980.

La pájara pinta

Estaba la pájara pinta sentada en el verde limón; está la campánula blanca mirando la cara del sol. La nube recoge en su juego soldados, castillo y dragón; el agua, en su cauce de berros, tres lirios y un pez de color. De anís las cabriolas del aire de plumas su vivo listón; les digo que el aire del mundo jamás fue tan buen bailador. Me da la calandria su pico, su rama me ofrece el gorrión, en lunes tan nuevo y tan fino, ¿de qué servirá el reloj? Abejas con sueños de azúcar ya buscan un campo de olor; hormigas de rudas faenas va salen de cada terrón. armiña y Carmela en su risa que es risa de-siempre-las-dos: Carmela y Carmiña en su canto alzado de su corazón. Invierno nos habla, sin lluvias, por mil semillitas de -amor: verano se ha puesto en las hojas a ser más alegre que yo. La oveja descubre retoños que casi le piden perdón; la oveja ha olvidado su casa, la casa del joven pastor. Oíd la campana que dice: ¡no habrá, esta mañana lección! Oíd a la pájara pinta cantando en el verde limón.

Claudia Lars. 1899 - 1974.

Se vende lote sin intermediario...

"Se vende lote sin intermediario" donde plantar el huerto de la vida, un sueño y una historia compartida en la hoguera que avive el fuego diario. Y en ese día a día el calendario va a señalar el punto de partida para iniciar la siembra concebida en la tierra de que hoy se es propietario. La hoguera crecerá, también la hogaza aguardando la mano presurosa y el labio que conjugue un verbo nuevo. El mismo labio que en el viento traza la fragante silueta de la rosa y en el surco cosecha su renuevo.

María Cristina Orantes. 1955.

Estirpe

Territorios de harina levantados tan sólo en homenaje al paladar del hambre, no a la gula. Casa donde jamás entró a medrar molicie ni pereza. Esfuerzo derramado inacabable desde el primer hervor del alba hasta el primer lucero de la tarde. María con su cántaro repleto. Cristina con canciones de cenzontles. Isabel con las mieles escondidas sólo para verterlas en el pan: Su hijo, el más bendito, el que nunca nació. Bajo el alero y el gobierno firme de Mercedes: Un manojo de llaves, una dura bondad, un gesto huraño y la rabia en defensa de las suyas. Casa de las mujeres, casa del azafrán y de la harina, de la torta de yema, el pan francés y la cemita, donde el canasto del pan de San Antonio endulzaba su masa tiernamente en las manos de aquellas que iniciaron con el gesto del pan este gesto en palabras que es mi canto. Mi vida y esta voz tienen raíz de panes y sabores de canela y de clavo, de azúcar de pilón y de panela, de hojaldres, bizcotelas, ataditos de dulce, colaciones y el amargo dulzor de las toronjas.

Carmen González Huguet. 1958.

Misericordia

Un vaho divino

¡Misericordia!

Nada sonroja al tiempo

La sangre es solo una copa de Merlot

Encaprichando los días

Los cuerpos haraposos

Un tatuaje efímero del destino

No ocurre nada más allá de lo habitual

Y esta adicción a las sombras

Es el idioma extranjero

En boca de un indígena

Nada hay de diferente

¡Misericordia!

Un viejo muere en una esquina.

Xóchitl Cabrera. 1984.

Universidad de Granada
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