Mi experiencia como cooperante ha sido en el Centro de Educación y Comunicación Guaman Poma de Ayala, una ONG de Desarrollo ubicada en el departamento de Cusco (Perú). Dentro de esta, mi elección fue dentro del área de Escuela de Gobernabilidad, en concreto en el proyecto de “Municipalidades y organizaciones sociales del Cusco con mayores habilidades para insertar estrategias para la equidad de género, la interculturalidad y la protección de la infancia en los servicios públicos promotores de derechos”. Debido a mi formación académica dentro de las Ciencias Sociales (Trabajo Social), formación complementaria y experiencias pasadas, mi perfil encajaba más aquí que en el otro sector de Hábitat y Ciudadanía.
Contextualizándonos
Pongámonos en contexto. Cusco es una ciudad situada en los andes sur-orientales, al sur de Perú. Se encuentra a 3.360 metros sobre el nivel del mar, por lo que, si no eres nativa/o de allí, deberás pasar un período de adaptación a la altura que siempre dependerá de las condiciones particulares del organismo de cada persona. En mi caso, tardé unas dos semanas aproximadamente en no ahogarme mientras andaba, y en que se pasaran los dolores de cabeza y/o mareos propios del soroche (“mal de altura”).
Reconocida como la capital turística del Perú, y la capital arqueológica de América, es una ciudad integradora donde se juntan e intercambian experiencias llegadas de todos los rincones del mundo, personas de diferentes culturas, religiones y nacionalidades. Además, puedes encontrarte grandes contrastes entre la cultura andina y el mundo occidental moderno. Quizá por ello sus habitantes son personas de mente abierta, con visiones y puntos de vistas más “modernos” e integradores, pero que no dejan de lado su cultura y sus tradiciones.

Estamos hablando de una tierra fértil, rica tanto en cultura como en su gente.
Cusco, un departamento dividido en 13 provincias, ni más ni menos: Acomayo, Anta, Calca, Canas, Canchis, Chumbivilcas, Cusco, Espinar, La Convención, Paruro, Paucartambo, Quispicanchi, y Urubamba. A su vez, la ciudad está dividida en 8 distritos: Ccorca, Cusco, Poroy, San Jerónimo, San Sebastián, Santiago, Saylla, y Wanchaq.
De estos, el proyecto de Guaman Poma tiene como beneficiarios a los servicios públicos de las Municipalidades de los siguientes distritos: Cusco, Santiago, San Jerónimo, Saylla, Oropesa, Lucre, Urcos, Ollantaytambo, Chinchero y Anta. Por lo tanto, podemos decir que abarca mucha población y por consiguiente, actividad.
La propia geografía de la ciudad de Cusco dificulta en ocasiones la actividad de la ONG. Hay distritos que se encuentran bastante alejados de la ciudad. Además, los ríos y cerros que la rodean hacen que ese traslado y movilidad no sean del todo fáciles. Por no hablar de las dificultades en la temporada de lluvias, o de si nos debemos trasladar a comunidades indígenas que están todavía más alejadas y no tienen carreteras ni accesos adaptados, como la que vemos a nuestra izquierda.

Comunidad indígena de Quelccanca
Una violencia estructural
Si hablamos de violencia de género en el Perú, también debemos hablar de violencia hacia el grupo familiar. Tanto es así que el órgano de Gobierno que se encarga de atender este tipo de violencias y discriminaciones tiene por nombre “Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables”. Esta denominación me recuerda a cuando, en una noticia se dice eso de: “Han muerto 10 niños y 5 mujeres”, por poner un ejemplo, o a la frase típica de “Primero las mujeres y los niños”, que equipara en trato a todas las mujeres con los niños y niñas. Por lo tanto, esto ya nos está dando pistas del enfoque paternalista de las leyes y medidas de atención a la violencia machista.
Los datos y estadísticas sobre la violencia contra la mujer demuestran la importancia de invertir los recursos que sean necesarios para erradicar este problema considerado de salud pública, a través de la mejora de políticas sociales de promoción y protección a la mujer.
Tan solo en la región de Cusco, se registraron 7.258 casos de “Personas afectadas por hechos de violencia contra la mujer” durante el 2018 (estadísticas del Centro de Emergencia Mujer, CEM), y se calcula que el 68% de las mujeres peruanas sufrieron algún tipo de violencia en el año 2016.

Campaña contra la violencia de género e integrantes del grupo familiar en Anta (Cusco)
Otro factor clave relacionado con la violencia, es la falta denuncias, derivada de unos recursos de atención bastante deficientes y con falta de profesionales adecuados a las necesidades de estas mujeres. Según la encuesta de 2016, el 83.7% de las mujeres que sufrieron algún tipo de violencia pidió ayuda, y solo el 33% lo hizo a una institución pública: comisaría, juzgado, fiscalía, DEMUNA[1], Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerabes, estableciemiento de salud….Además, debemos añadir que las mujeres víctimas de violencia que solicitan más ayuda son aquellas con un nivel educativo superior y de zonas urbanas.
Las causas de no buscar ayuda: vergüenza, no lo ven necesario, miedo a que les pegaran de nuevo y el no saber a dónde ir por desconocimiento de los recursos.
Feminización de la pobreza
¿Alguna vez habéis escuchado eso de que “la pobreza tiene rostro de mujer”? quien lo dijo, no estaba nada alejado de la realidad.
Según la ONU, 7 de cada 10 pobres en el mundo, son mujeres. Si apuntamos solo a América Latina, encontramos que por cada 100 hombres en situación de extrema pobreza, hay 124 mujeres en la misma. Más concretamente, en el Perú, en 2016, las mujeres ganaban un 29.2% menos que los varones (datos del INEI, 2019). Pero vayamos más allá, porque el 27.7% de esa población pobre, tiene como lengua materna el quechua, el aymara u otra lengua materna de la Amazonía. Por lo tanto, podemos observar que la brecha es clara en lo laboral, pero también está presente en la educación, el acceso a los servicios, etc. llegando a abarcar todas las esferas de la vida social.

Esto es real, y no hay más que ir a una escuela de primaria en Cusco para darte cuenta de la verdad que hay detrás de las cifras. Cuando acudí a escuelas de algunos distritos del Cusco, escuelas de un entorno más urbano, no era tan visible, Pero recuerdo casos en comunidades indígenas muy rurales, y allí si se puede ver cómo en los talleres que hacíamos con los niños y niñas, las niñas eran muy calladitas, apenas intervenían y cuando les pedíamos que lo hicieran, que dieran su opinión, lo hacían muy tímidamente y por lo bajo, como si tuvieran miedo de expresar sus pensamientos y opiniones. Sin embargo, esto no es de extrañar, ya que los niños y niñas imitan las conductas de las personas adultas, y adoptan los valores que se les enseña. Pues, ¿quién acudía a los talleres de padres y madres? Obviamente, de 40 personas, 36 eran mamás. En los talleres de capacitación, la situación era la misma: siempre acudían las mujeres; eso sí, no iban solas, sino siempre acompañadas de sus niños o niñas cargadas en la espalda. Podréis imaginaros la dificultad de concentrarte bien en el taller mientras atiendes a tu hijo que se ha puesto a llorar y quiere irse. Este era uno de los principales problemas que desde la entidad tratábamos de dar solución.
Para ello, acordamos definir un mapa de necesidades de cuidados en los diferentes recursos, que las mujeres nos contaran que necesidades u obstáculos se encontraban a la hora de acudir a los recursos, talleres, etc. Entre varias ideas había una en la que todas coincidían: la escasez o inexistencia de espacios donde dejar a sus hijos e hijas.
Además, no tener acceso a los servicios, ni tener la propiedad de la tierra y de los recursos económicos (en la mayoría de los casos la propiedad es del hombre), crea una relación de dependencia que hace que la mujer no pueda escapar de esa situación en el caso de sufrir algún tipo de violencia.
A pesar de que en las ciudades y zonas más urbanas está cambiando, en las comunidades rurales la desigualdad, discriminación y violencia sufrida por las mujeres y niñas sigue siendo brutal. Recuerdo una capacitación sobre derechos humanos en una comunidad de las más alejadas, a padres y madres de la escuela. Había tanto padres como madres, pero solo tomaban la palabra ellos. Es más, decían que sus mujeres no entendían el castellano y que no podían entendernos (eran quechua hablantes), cuando sí que entendían todo lo que decíamos, como excusa para que no hablaran y contestar por ellas.
Interseccionalidad en el enfoque de género
Ante esto, nos encontramos con que las mujeres de este entorno sufren la llamada “triple discriminación”: por ser mujeres, por ser indígenas y por ser pobres. Las alarmantes (aunque no inesperadas) cifras y datos anteriores nos demuestran que la perspectiva de género no solo debe estar presente en todos los proyectos de Cooperación Internacional, sino que además, debe tratarse de una forma trasversal e interseccional. No tener en cuenta la interseccionalidad de la desigualdad de género es, simplemente, un error.
Esta violencia sistémica, estructural e interseccional exige que la cuestión sea tratada de la misma forma. Es necesario informar adecuadamente a la población sobre los recursos disponibles a los que acudir ante un caso de violencia (también informar en las escuelas y colegios). Capacitar a las autoridades en materia de género es fundamental para un buen funcionamiento de la legislación. Además, fomentar los órganos que se dedican explícitamente a la violencia de género como es el Centro de Emergencia Mujer (CEM). Mejorar los servicios y no revictimizar a la víctima son puntos también imprescindibles.

Taller con los Comités de Tutoría y Orientación Escolar sobre violencia.
Finalmente, educación y empoderamiento. Las mujeres debemos ser conocedoras de nuestros derechos para poder exigirlos, y una educación basada en valores de equidad, solidaridad y no violencia harán de las futuras generaciones personas más igualitarias.
BIBLIOGRAFÍA
La mayoría de la información, y fotografías, han sido sacadas de la propia experiencia personal durante el período de prácticas, y del documento del proyecto.
Algunos otros datos de las siguientes páginas:
Silva, B. (2019). La pobreza tiene rostro de mujer. Ante el 8-M. ElPeriódico. Recuperado de https://www.elperiodico.com/es/opinion/20190304/articulo-opinion-pobreza-rostro-mujer-beatriz-silva-7336458
Quiñones, L. (2018). Las mujeres están por debajo de los hombres en todos los indicadores de desarrollo sostenible. Mujer. Noticias ONU. Recuperado de https://news.un.org/es/story/2018/02/1427081
Redacción Perú21 (2019). INEI: El 51.4% de pobres es mujer. Economía. Perú21. Recuperado de https://peru21.pe/economia/inei-51-4-pobres-mujer-471202-noticia/?ref=p21r
[1] Defensoría de la Mujer, Niño, Niña y Adolescente