Elena Garzón Reina
Niño sentado en la puerta de la Fundación
En el año 2022, decidí empezar una nueva etapa de mi vida y solicitar el Máster Universitario de Cooperación al Desarrollo, Gestión Pública y de las ONGds. Yo, que venía de haber estado estudiando Ciencias Políticas y de la Administración, me atreví a comenzar unos estudios específicos de una rama donde realmente no sabía mucho, pero era algo donde siempre había querido acercarme. Dedicarte y estudiar la rama social, a veces es más duro, y otras más reconfortantes, así que durante todo el curso invertí mi tiempo en absorber todo el conocimiento teórico acerca de la Cooperación al Desarrollo, dándome cuenta, que había encontrado un lugar dentro del sistema donde me sentía realizada y realmente quería dedicar mi tiempo y mi esfuerzo a lo largo de la vida.
Tras muchos meses de estudio, exámenes y prácticas locales vi como el Máster llegaba a su finalización, pero yo tenía una espina clavada de algo que no había podido realizar, pero me parecía de suma importancia, el llamado trabajo de campo. Creo que es lógico decir, que una persona dedicada a la Cooperación, que trata y habla acerca de otros países y realidades, debe, en mi opinión, de manera obligatoria, vivir una experiencia donde se sumerja en esas culturas y tradiciones que tanto ha estudiado. Así, con muchas ganas de aprender, y poner en práctica la teoría previamente estudiada, solicité la Beca de Cooperación al Desarrollo de Voluntariado Internacional del CICODE, donde tuve la oportunidad de realizar un voluntariado de 8 semanas en la localidad de Camoapa, en Nicaragua, Centroamérica.
Así, por tanto, aceptando la oportunidad desde el primer momento que me la ofrecieron, decidí pasar dos meses en un país de Latino América. Tal y como había estudiado en la asignatura de “Desarrollo y Cooperación en América Latina”, sabía que el escenario que me iba a encontrar iba a ser duro. Iba a ver familias sin acceso a servicios e infraestructuras, con grandes problemáticas sociales y económicas, además una gran tasa de trabajo infantil.
A pesar de ello, mi información acerca de Nicaragua no era muy extensa porque, si lo pensáis, acerca de este país no se habla, ni se sabe.
El país de lagos y volcanes, como lo conocen ellos, contiene extensos kilómetros de increíbles paisajes, mires a donde mires encuentras un color verde característico de su tierra, gran cantidad de fauna y flora perteneciente a su especial territorio, ciudades llenas de iglesias bonitas y cuidadas (Granada, León, Masaya), calles abarrotadas, actividades en la naturaleza, cascadas, fiestas patronales, mercados con todo tipo de alimentos a precio de consumidor y, sin duda, arroz, frijoles y plátano.
Sobre Nicaragua en la prensa internacional escuchamos poco, a pesar de que en general tenemos una idea acerca de la Revolución Sandinista, aquella revolución en contra del régimen del momento que los llevaría a la liberación, lo único que se ha escuchado en estos últimos años ha sido acerca de las manifestaciones de 2018.
Así pues, antes de comenzar mi viaje leí acerca de la actualidad nicaragüense, para llevar una idea previa a la experiencia. Tal y como dice Amnistía Internacional (2023) Nicaragua desde el 2018 ha tenido diversas restricciones en Derechos Humanos por parte del Gobierno presidido por Daniel Ortega. El gobierno ha endurecido el derecho a la libertad de expresión, la asociación pacífica, restringiendo los movimientos sociales y políticos. Además, han ocurrido juicios injustos desde la vista del derecho internacional y se ha perpetuado la discriminación de los pueblos indígenas en muchos de los territorios.
Teniendo esta premisa acerca del país y su situación política y social un 18 de septiembre llegué a la localidad de Camoapa, departamento de Boaco, donde me di cuenta de que la realidad que presentaban las entidades en lucha por los Derechos Humanos era verdad, existía gran precariedad en el territorio y mucha de su población vivía en riesgo de exclusión social. Aun así, me sentí abrazada, aceptada e invitada desde el primer momento, por lo que el miedo a la inseguridad del país se me fue bastante pronto, pudiendo decir de manera certera que Nicaragua representa uno de los países más seguros y hospitalarios de Latino América, sin duda.
El Trabajo dentro de la fundación
Desde el primer momento del voluntariado sentí por parte de la Fundación Civil Hogar Luceros del Amanecer mucha hospitalidad; los voluntarios nos convertimos en puntos estratégicos e importantes para la cuestión laboral, por lo que desde la primera semana decidimos involucrarnos del todo dentro de los programas y actividades que se llevaban a cabo, contando con gran flexibilidad desde el principio para proponer dinámicas o actividades.
Dentro de la Fundación los demás voluntarios y yo apoyábamos en las clases de inglés, formábamos parte del comedor, acompañábamos en actividades como pintura o danza, y además nos acercábamos a los niños y niñas aportándole nuestro apoyo y refuerzo en sus tareas escolares. Nunca había trabajado tan cerca de tantos niños y niñas, pero verdaderamente conseguí una gran complicidad con muchos de ellos, por lo que se convirtieron sin duda en los protagonistas de mi voluntariado. Ni yo, ni la Fundación fuimos los protagonistas de esta historia, los protagonistas fueron ellos.
Niños asistiendo a clases de pintura
Siguiendo este hilo, me volqué completamente en la vida de éstos, recorriendo sus casas, barrios y vecindades, viendo cómo se relacionaban entre ellos y observando sin prejuicio ni crítica aquel lugar donde me habían aceptado.
La primera vez que descubrí que las casas de la mayoría de la gran población Camoapeña no tenían suministro de agua, ni suelo y estaban construidas de chapas de zinc, por las cuales merodeaban perros desnutridos hasta los huesos, realmente me impactó, no voy a mentir.
Estos primeros momentos se convirtieron en una experiencia dura pero necesaria, para realmente ser consciente de la realidad, pero cuando una madre de familia te invita a tomar café en su casa y puedes compartir con ella y sus allegados sus problemas cotidianos, sus agradecimientos y preguntas, te das cuenta de lo que estás realizando y viviendo, una experiencia inolvidable de principio a fin.
Otra de las actividades que más realizamos durante los dos meses, y realmente pienso que sirvieron de gran ayuda para los niños y las niñas de los colegios de Camoapa, fue la realización de charlas de temas sociales específicos.
Impartiendo un taller en el colegio
Comenzamos a hablar con las profesoras tanto de los colegios dentro de Camoapa, como de los colegios rurales, Laguna Negra y Mombacho, preguntándoles a ellas mismas cuales pensaban que eran los temas de importancia que debíamos abordar principalmente con los preadolescentes, en esta etapa de sus vidas, a lo cual nos contestaron informándonos de su preocupación acerca de los temas de consentimiento, abuso sexual infantil y mal uso de las redes sociales.
Nosotros nos dimos cuenta de que estas problemáticas existían también en los mismos cursos escolares españoles, ya que independientemente de la capacidad económica de los alumnos, o la situación del país, los niños comienzan a tener los mismos problemas y peligros a la misma edad. Por tanto, nos dedicamos a ir de escuela en escuela impartiendo estas charlas a alumnos, padres y docentes, resolviendo así también dudas de estos, ofreciendo todos los recursos que teníamos en nuestra mano e intentando adaptarnos de la mejor manera a las necesidades del lugar. Realmente pienso que la manera de realizar este tipo de trabajos cuando estamos en una cultura tan diferente a la nuestra se comienza así, preguntando y observando, y no dando nunca por sentado tu realidad ante la de nadie.
Para finalizar de hablar de estas charlas, me gustaría comentar también que, por parte del equipo de trabajo de la Fundación, se me hizo una propuesta acerca de dar una charla sobre Igualdad de género, donde me enfoqué en el ámbito laboral. Esta reunión realmente la sentí provechosa, teniendo en cuenta que Nicaragua tiene como uno de sus principales problemas sociales y estructurales la perpetuación del patriarcado en todos los aspectos de su sociedad. A pesar de haber vivido gran cantidad de acoso callejero y haber conocido historias acerca de la desigualdad de género de gran importancia, confío en que este país con la trayectoria que está llevando mejore la condición de la mujer en el país, por ejemplo, realizando este tipo de dinámicas en los alumnos y trabajadores de este pueblo rural.
Niños y niñas en la escuela
Conclusión
Si me preguntas acerca de mi voluntariado en Camoapa, te contestaré que lo que he aprendido no se puede impartir en clases teóricas y que lo recomiendo a todas aquellas personas que realmente le interesen un mínimo el bienestar de los seres humanos. Vivir allí me ha hecho darme cuenta de la necesidad deconstrucción que el personaje europeo debe llevar a cabo, dándose cuenta de su privilegio y asimilando el hecho de que no compone ningún tipo de “salvador” ni tiene que ir a ningún sitio a “salvar”, pero realmente debe ser consciente de las diferencias que existen en el mundo y como está en su mano apoyar a las poblaciones más vulnerables.
Las hormigas rojas.
Un día paseando por Camoapa dirección a mi casa, iba mirando a mi alrededor, investigando todo aquello que me rodeaba. Me daba cuenta de que el tráfico era tan desorganizado como me imaginaba, la cantidad de colores de los coches o lo pronto que me estaba despertando, siguiendo por primera vez en mi vida el horario solar.
En uno de esos momentos que miraba, me llamaron la atención las hormigas rojas.
Las hormigas eran diferentes a las españolas, más grandes y pesadas, y además cada una de ellas llevaba a su espalda un trozo de hoja. Impresionada con estas hormigas que seguían una fila hasta donde yo no podía ver, es decir metros y metros de procesión, caí en una reflexión, que no había tenido hasta entonces.
Estas hormigas, como muchos otros animales, estaban realizando un trabajo en equipo, a largo plazo, y duro para ellas. Y la verdad que en ese momento me vi reflejada en un insecto de menos de un centímetro, porque me dio por pensar que ese trabajo realizado e instintivo, era el que deberíamos hacer nosotros.
Compartir y apoyarse se convierten en una de las cualidades que no solo el humano tiene, pero realmente se nos está olvidando en este mundo rápido que vivimos. A veces pienso que deberíamos fijarnos en cosas que dejamos pasar, como son las hormigas, para aprender una de las necesidades grandes de la vida, el hecho de que, si no nos apoyamos, no podremos conseguir logros, ya que el logro individual no vale nada si la comunidad pierde.
Gracias hormigas por vuestras filas de hojas que os doblan el peso, por ese esfuerzo. Y gracias Camoapa por enseñarme lo que es una realidad tan diferente a la mía, y convencerme más que nunca de que la Cooperación y la comunidad lo son todo en esta vida.
Hormigas rojas
Referencia
Amnistía Internacional. (2023). Derechos humanos en Nicaragua- situación actual. Amnistía Internacional Sección Española.https://www.es.amnesty.org/en-que-estamos/paises/pais/show/nicaragua/
Comments